Icono del sitio La Razón

El buen momento del algodón en Bolivia

Recientemente, el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras (MDRyT) anunció que en el corto plazo el país contará con el Plan Nacional de los Algodones en Bolivia, con el objetivo de darle condiciones de producción y sostenibilidad al sector algodonero en el período 2020–2025. Esta decisión dará continuidad a acciones que están siendo impulsadas por el Estado, productores, empresa, academia y la cooperación internacional, quienes desde hace más de dos años trabajan en la revitalización de la producción algodonera en el país, a través del proyecto Más Algodón.

La iniciativa ha logrado incidir en varios aspectos de la producción algodonera y sembrar la expectativa de que el próximo año el país esté produciendo cerca de 12.000 hectáreas de este cultivo, después de que a fines de los años noventa la actividad entrara en un período recesivo debido a la caída del precio en los mercados internacionales.

Este logro responde a diferentes acciones para mejorar la producción del algodón, fortalecer la agricultura familiar y sus organizaciones, comenzando desde el rescate de una semilla de variedad nacional (la CCA 348 Mandiyuti); pasando por la aplicación de prácticas sostenibles, como es la agricultura de conservación; la recuperación de saberes y la promoción de la investigación; el fortalecimiento de capacidades y la apertura de oportunidades para mujeres artesanas indígenas, entre otras acciones.

Bolivia tiene una historia de producción de algodón de larga data, y la crisis de los 90 no despojó al sector de la esperanza de volver a este cultivo. Desde este punto partió en 2017 una alianza conformada por la Cooperación Sur-Sur Trilateral, con la participación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el Gobierno de Brasil, representado por la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC/MRE); el MDRyT y el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural (MDPyEP).

La coalición se fortaleció con el compromiso de los productores, la empresa y la academia, y reflotó rápidamente el valor de este cultivo que comercialmente tiene un gran potencial en sistemas diversificados de producción y ofrece una alternativa viable para rotar con otros cultivos, como la soya, por ejemplo, tal como lo hacen los algodoneros en Brasil.

No tan solo eso, hay mucho por desarrollar y la meta no debiera ser únicamente sustituir la importación de algodón, sino también exportar y desarrollar subproductos, como la semilla, la torta de algodón, el aceite de algodón, que es comestible y puede contribuir a la alimentación animal. Bolivia puede ofrecer al mercado, además, variedades de color, ya que gracias el rescate de la semilla nacional se dispone ahora de algodón marrón y verde de diferentes tonos, productos sumamente interesantes para mercados que buscan lo orgánico y natural.

El país tiene condiciones, incluso ecoclimáticas para producir algodón sin mayores problemas. En suma, este cultivo tiene la capacidad de dar más que solamente algodón, puede desarrollar un sector productivo muy versátil en el país y fortalecer principalmente al productor familiar indígena, lo que es también un reto para Bolivia en el Decenio de la Agricultura Familiar.

* Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Bolivia.