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Saturday 7 Dec 2024 | Actualizado a 16:31 PM

Minería, tiempos de zozobra

La política actual no solamente permite, sino incluso fomenta la minería informal.

/ 1 de agosto de 2019 / 23:31

Pareciera un título exagerado, pero la realidad es que el extractivismo y en particular la minería han pasado de ser, por siglos, el centro de la preocupación económica del país a ser considerados una “mala palabra”, en el sentido de industria extractivista por excelencia. Sin querer queriendo o intencionalmente, los actores políticos que hoy quieren ponerse un disfraz de activista verde o de adalid de la transición al uso de energías limpias evitan referirse a las políticas mineras y energéticas en sus campañas. La minería, que otrora fue el sostén de la economía del país, hoy es vista de soslayo; todo el mundo piensa en dejarla, reemplazarla por el turismo, la agricultura, las energías renovables, etc.

Pero la cuestión no es tan sencilla. La minería representa entre el 6% y el 8% del PIB nacional (y en años recientes llegó a más del 10%). Además, representó más del 44% del valor de las exportaciones de la última gestión, considerando minerales y metales según datos del INE y del ministerio del ramo. Es también el sector empleador por excelencia, tomando en cuenta el empleo informal en las cooperativas mineras; y es el motor económico en ciudades mineras como Oruro y Potosí, y en centros urbanos y suburbanos del radio de influencia de minas y proyectos mineros. ¿Podremos cambiar esta matriz productiva en el mediano y aún en el largo plazo? Es la pregunta del millón.

Vemos hoy en el país una carencia casi absoluta de nuevos proyectos mineros que reemplacen los yacimientos importantes como San Cristóbal, San Vicente o San Bartolomé, que están en el periodo previo al cierre de actividades; o las minas tradicionales en poder del Estado (Huanuni, Colquiri, Corocoro). La actividad minera mediana y chica está dedicada casi exclusivamente a la explotación de vetas de alta ley y de residuos minerales en superficie, en ingenios mineros de toda escala en Potosí y Oruro. Ésta es una de las pocas actividades rentables en las condiciones actuales del mercado, tributarias, de seguridad jurídica y de coparticipación vigentes en el país.

Hay también cooperativas auríferas boyantes, menos sostenibles, para metales tradicionales. Son los nuevos grandes actores del sector minero, fuente de los nuevos ricos de este país, gracias a la política actual que no solo permite, sino incluso fomenta la minería informal. Nadie dice nada del futuro; la exploración es nula y tenemos un solo proyecto de interés, el joint venture Comibol – New Pacific, cuyo apelativo se conoce como Alcira, ubicado a 57 km al noreste de la ciudad de Potosí. Pareciera que todos están convencidos de que la minería ya no está en los planes gubernamentales y confían en que el proyecto del litio y potasio en Uyuni sea la panacea que nos salve del desastre. ¿Será este el camino a la mítica Arcadia o hacia un país de pastores como alguna vez comenté en esta columna? ¿Hacia allí queremos ir?

Dura situación para un país que, pese a todo, ha superado otras crisis como la nacionalización de las minas y sus consecuencias, la hiperinflación, la capitalización, la privatización, la relocalización y otras tantas disque tentativas de cambiar paradigmas a lo largo de la tortuosa historia de la minería nacional. Todas ellas fueron solamente eso, tentativas. El péndulo de la lucha por la apropiación de la renta minera (que es cruel y es mucha, como dirían los dirigentes mineros) seguirá su curso oscilante y casi eterno entre los intereses del capital privado y los del Estado. Sin embargo, la luz al final del túnel siempre se encuentra. Las mejores vibras en el mes aniversario de la patria, otra vez el temple guerrero de los bolivianos forjará un futuro mejor.

* Ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.

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Descartes y nuestro lindo país

Dionisio J. Garzón M.

/ 6 de diciembre de 2024 / 06:00

Primera semana del decimosegundo mes del año, mi columna sale el viernes, es difícil mantener la tradición de escribir sobre temas de la industria minera y sus perspectivas cuando el país se debate en una lucha rimbombante entre los que deben dejar el poder y los que piensan que pueden asumirlo el próximo año; hay temor en las calles, las redes están inundadas de noticias y de noticias falsas sobre lo que acontece y lo menos importante en estos casos es la agenda económica. La gente casi llega a la histeria, los jinetes del apocalipsis cabalgan de nuevo, solo se quiere sobrevivir. No es la primera vez ni la última seguramente en la que el país enfrenta este tipo de crisis al parecer existenciales, en las que se tiene la sensación de caer al despeñadero y en las que en el último instante se logra eludir la tragedia. Así hemos vivido desde la fundación de la república y así parece que seguiremos a futuro. El costo de transiciones criticas como la Revolución del 1952, las crisis militares de los años 70 o la irrupción neoliberal de los años 80 y 90, para citar las principales, ha sido tremendo. Solo así se explica que un país con un potencial en recursos naturales como el nuestro esté plagado de elefantes blancos, proyectos que siempre están empezando de nuevo o aquellos que en su tiempo pudieron ser de enorme interés se paralizaron para empezar de cero con la administración siguiente, pasan los años los proyectos envejecen con sus propiciadores y/o revisionistas y la inexorabilidad del tiempo y de la vida los vuelve caducos. Palabras más, palabras menos, en la crisis del año 2019 y en la transición del 2020, meditaba en la columna de esta manera, tratando de explicar este extraño pero inexorable comportamiento de los conglomerados humanos y citaba dos frases del inmortal filósofo y matemático francés René Descartes: “La enredadera no llega más arriba que los árboles que la sostienen” y  “Hay mayor honra y seguridad en la resistencia que en la fuga…”, en palabras sencillas: siempre hay un antes y un después y la esperanza de cambios positivos no debiera claudicar pese a las condiciones adversas.

Cinco años después, viviendo una crisis similar en vísperas del año electoral que se avecina, pareciera que nuestro país es la excepción a la regla y que el círculo vicioso que vivimos es la característica vivencial que el destino nos deparó a los bolivianos. Hoy con un sector minero sin horizonte (no solo este sector, todos los sectores productivos están en crisis), seguimos aumentando el nivel de gasto y el endeudamiento externo e interno del país; no tenemos un plan económico que nos permita activar el sector productivo ni se vislumbra un cambio substancial en las propuestas de los candidatos en carrera electoral. ¿Quién pagará las facturas en el largo plazo? ¿Cómo se gestiona la incertidumbre? Pareciera que la coyuntura manda, total, algún día volverán las vacas gordas. La pesada burocracia estatal actual no pudo ni podrá encarar la generación de un portafolio importante de proyectos mineros para reemplazar la herencia histórica y aquella del boom de exploraciones de los años 90, está claro que debe acudir al capital privado que vendrá al país si las condiciones cambian y si se acercan a lo que sucede en el vecindario, Argentina, Chile y Perú, que vivieron similares cambios políticos han consolidado políticas pragmáticas y son hoy mucho más competitivos para atraer inversiones y generar nuevos proyectos. Estamos quedando solos y mirándonos el ombligo; es hora de reaccionar y cambiar positivamente; hay muchas alternativas para hacerlo. Descartes lo agradecerá desde el arcano.

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El show debe terminar (2)

Dionisio J. Garzón M.

/ 8 de noviembre de 2024 / 06:03

En el caso del Mutún, en el libro citado (Opus. Cit., pp. 57 y siguientes) apuntaba: “desde que en 1845 Francis Castenau descubrió la serranía del Mutún-Urucum, no se ha podido integrarla al circuito minero nacional. Una situación geográfica muy poco afortunada en el centro del continente, en el límite entre dos países, lejos de ambas costas y de los mercados, condicionó la planificación de la explotación de la parte boliviana del yacimiento (Mutún) a la necesaria coordinación con los vecinos Brasil y Paraguay para el uso del río Paraguay como única salida para potenciales productos bolivianos a los mercados del sur del continente y también a las aguas del océano Atlántico y a los mercados de ultramar. Aunque tenemos otros yacimientos de hierro, como Changolla e Irpa Irpa en Cochabamba, a través de la historia la preocupación mayor y el sueño de generaciones fue siempre desarrollar el ‘gigante dormido’ del Mutún”.

¿Por qué seguimos sin concretar la operación de la fundidora hasta ahora? Si bien se avanzó en la instalación de maquinaria y equipo para operar una planta modular que en su primera etapa produciría acero y productos terminados (perfiles, planchas y alambrón entre otros) para el mercado nacional, persisten los problemas de energía e infraestructura de transporte; en las condiciones actuales, el suministro de gas a precio preferencial parece cada vez más lejano; el tramo de acceso Mutún- Puerto Busch y la infraestructura portuaria siguen con problemas, etc. Al margen de aquello, siempre afirmé que la operación rentable de una acería depende de economías de escala: mientras mayor producción se alcanza se pueden tener perfiles de costos adecuados. ¿Será nuestra planta, de capacidad productiva de 250.000 o si llega a 500.000 ton/año, rentable y competitiva frente a las acerías vecinas en Sudamérica con capacidades mayores a 1 millón de ton/año? El hierro es un metal muy común y cada vez se añaden fundidoras alrededor del mundo que son mega fundidoras de bajísimo costo que inundan de acero y derivados a los países del orbe. Para citar un ejemplo: Río Tinto, una de las gigantes de la industria, inició obras en su nueva mina Simandou en Guinea, que será la operación de hierro más grande del mundo según las declaraciones de prensa de Boíl Baatar, líder del Comité Ejecutivo de Río Tinto en Guinea; superando al proyecto Oyu Tolgoi en Mongolia, otro megaproyecto de esa corporación. Así las cosas, los océanos están colmados de grandes buques metaleros que transportan una variedad de productos intermedios y finales de hierro y acero, y muchos otros productos en sus buques graneleiros, tankers etc., nominados según sea su carga transportada. En ese contexto, otra grande de la industria, Companhía Vale Do Río Doce CVRD, cuya flota logró transformar por su gran performance económica la distancia física en distancia económica, logró la rentabilidad de sus minas de hierro: en Carajas en el lejano Estado de Pará, hoy la explotación de hierro a cielo abierto (Open pit) más grande del mundo, y en Urucum, la mina vecina de Mutún.

Ése es el perfil actual de la industria; si consideramos además la política de expansión de los grandes productores, que llegó a subsidiar la venta de sus productos en ultramar para mantener su presencia en el subcontinente, la competencia es (y será) cada vez más dura; ya se han producido cierre de operaciones en algunas fundidoras en Sudamérica frente a este fenómeno del mercado del hierro y el acero. A ese entorno vamos caminando con Mutún, que no tiene ni de lejos una infraestructura competitiva para pensar en llegar a mercados de ultramar. Y con el reducido mercado interno que tenemos, cabe preguntarnos ¿Hemos hecho los estudios pertinentes de PEA, PFS y FFS (siglas en inglés de valoración económica preliminar, prefactibilidad y factibilidad final) para asegurar que estamos pisando tierra firme y hemos dejado de soñar? Como dice la canción, el tiempo dirá que sucede.

*Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.

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El show debe terminar (1)

/ 3 de octubre de 2024 / 06:00

Siguiendo el tema de la vida cotidiana cada vez más virtual en nuestro lindo país, quiero comentar una personal percepción sobre las consecuencias de seguir mirando imágenes e ignorar la realidad circundante, con el convencimiento de que lo que estamos viendo merece ser la realidad. Hace mucho tiempo en esta columna venimos alertando sobre la poca atención que se da a la gerencia y administración de lo que podemos llamar los grandes proyectos de aprovechamiento de nuestros recursos naturales no renovables (minería, hidrocarburos, metalurgia, etc.) que son, pese a todo, la única opción de desarrollo económico que tiene el país ante la perspectiva poco alentadora de reemplazarla con desarrollo tecnológico e industrial en el corto y mediano plazo. La realidad se reduce a bombos y platillos cuando hay que armar un show sobre lo que se podría hacer, pero, pasado el entusiasmo, nadie dice cómo vamos a entrar en esa panacea con alguna posibilidad. El Mutún y el litio de los salares son ejemplos que en más de medio siglo muestran esa cruda realidad: mucho show a lo largo de los años y poca eficiencia; el show lo manejaron, obviamente, niveles políticos de los gobiernos de turno. La eficiencia se maneja con profesionalismo; en los dos ejemplos se necesitaba manejar la ingeniería de cada proyecto, la proyección económica y financiera y la relación espacio temporal de los mercados específicos para llegar a tener proyectos factibles. Ese nivel de proyectos mide parámetros técnicos y proyecta una realidad factible o no factible. Ese es el camino que debiéramos haber seguido en los dos ejemplos, pero pese a todo, nacieron y se desarrollaron vendiendo humo para justificar el show.

El litio en el Salar de Uyuni se descubrió en los años 60, (no voy a repetir la historia que pueden leerla en mi libro “De oro, plata y estaño”. Plural Editores 2014, pp. 80 y siguientes), una azarosa historia de intentos nos halla sesenta años después con una planta piloto con tecnología de los años 70, una planta industrial con problemas obvios de recuperación y de alimentación y tratando de cambiar a la tecnología de moda, Extracción Directa de Litio EDL. No se saben detalles de lo que hacen las empresas seleccionadas en los salares de Uyuni, Coipasa y Pastos Grandes, ¿se diseñarían plantas de pilotaje y se construirían las de mejor rendimiento?, ¿Cuándo y cómo? No se sabe. Mientras tanto en el vecindario: la planta de EDL en el salar Centenario Ratones en Salta ya se inauguró y en el corto plazo el potencial productivo de carbonato de Argentina podría llegar a 136.500 ton/año (Rumbo Minero 17.07.24). Este país aumenta la participación de grandes operadores como Ganfeng en el país (Salar Pastos Grandes) y tiene un memorándum de entendimiento con Estados Unidos para fomentar la exploración, extracción, procesamiento y refinación, reciclaje y recuperación de minerales críticos (Rumbo Minero 28.08.24), con lo que el país será un actor principal en toda la cadena productiva. Chile por su parte, siendo el segundo productor de litio del mundo después de Australia, mantiene un nivel de apertura a grandes empresas que le permite mantener su participación en la producción de carbonato (30% del total global). Tiene como socios a las operadoras Tianqui, Albemarle y Ganfeng, mantiene la histórica y exitosa operación en el Salar de Atacama y un proyecto con tecnología de punta en el Salar de Maricunga.

Estos dos países tienen en su frontera común el “clúster” de mayor potencial de nuevas minas de cobre como Filo del Sol, José María y otras que forman el Distrito Vicuña que operará la dupla Lundin-BHP, a las que se sumarán Los Azules (Mc Ewen), El Pachón (Xstrata), Veladero-Pascua Lama (Barrick) y las históricas Escondida, Chuquicamata y El Teniente con lo que estos dos países tendrán el control de la producción futura de cobre, metal estratégico para el desarrollo del cambio futuro de matriz energética. Así se hacen negocios y políticas de desarrollo, abriendo el potencial al mundo y haciendo sociedades con los mejores operadores. ¿Qué futuro tiene nuestro proyecto de litio en este panorama regional?

Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.

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El país virtual

Todos los aspectos de la vida tienen hoy la presencia de un show para vender o conseguir algo del público usuario

Dionisio J. Garzón M

/ 30 de agosto de 2024 / 07:24

“El mundo se está convirtiendo en una caverna igual que la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad”, decía José Saramago sobre la realidad del mundo actual. El patético presente que vivimos especialmente en países emergentes como el nuestro, es de intensa saturación de información en medios tradicionales y también en las redes, con fake news a la orden en el torrente de información y propaganda, y con un bombardeo inmisericorde al subconsciente de nuestros pacíficos ciudadanos para llevarlos a creer lo que está de moda o aquello que se pretende establecer como verdad para favorecer a los grupos dominantes. La información siempre fue necesaria, pero la saturación al extremo que vivimos es un fenómeno reciente que más temprano que tarde nos cobrará facturas de desilusión, enfermiza sobreestima o depresión letal cuando haya un instante de lucidez que nos muestre la dureza del mundo real.

Vea: De libertarios, populistas, progresistas y otros (III)

Todos los aspectos de la vida tienen hoy la presencia de un show para vender o conseguir algo del público usuario, desde los medicamentos que eran de circulación restringida para un grupo especial de gente, es hoy la fuente de batallas de marcas y líneas que prometen milagros al por mayor; pasando por las batallas de locaciones de turismo, residenciales, equipo deportivo, ropa casual y de élite, gastronomía y un largo etcétera. No pueden faltar obviamente los shows personales y de grupo para destacar personalidades del arte, de la economía, de la investigación y de la política. El grupo político últimamente crece buscando adherentes en las redes y hay una superestructura que gracias a la inteligencia artificial (IA) controla todo comportamiento del público usuario. No se puede visitar una página en cualquier locación de internet que no tenga adherida una secuela de información y propaganda de productos que apuntan a las preferencias del usuario.

Así las cosas, recalamos en lo que es la administración del Estado en todos sus niveles, que no podía faltar en este pequeño resumen, la propaganda inunda todos los medios posibles para mostrar una realidad que solo existe en el mundo virtual y que difiere de la dura realidad que viven los habitantes. Ejemplos hay muchos, basta mencionar los problemas de los dólares, del diésel, del litio, del gas, de los descubrimientos de hidrocarburos, etc. Los anuncios, por muy pequeños que fueran, tienen bombos y platillos, y todo es calificado de mega y merece un show especial que pretende captar la adhesión del público. En la vereda del frente, la oposición de toda laya se esmera en criticar esa propaganda y de armar de vez en cuando sus propios shows que pretenden mostrar una realidad futura color de rosa, si por esos trances del destino merecen el voto en las próximas elecciones generales. ¿Podemos seguir en este ritmo alocado de seguir mirando imágenes creyendo que es la realidad?

Todo este embrollo se sustenta con el uso excesivo de energía y agua para el funcionamiento de los grandes equipos y de aquellos denominados data centers. La crisis ambiental por el uso de energías fósiles y el calentamiento global ya son inminentes, pero solo se los menciona como discurso, la transición energética se hará aún aumentando la minería de metales estratégicos indispensables para hacer factible este cambio, lo cual incrementará el uso de energía y agua y agudizará la crisis. Los déficits de metales como el cobre ya se viven, los precios de mercado se disparan y todos los países están en la loca carrera de ganar a los países vecinos y a otros lejanos en participar y controlar esta revolución industrial de nuevo cuño, que parece no tener límites.

“Toda la vida es una lucha y cada paso ha de ser conquistado…”, decía Arthur Schopenhauer, el mundo real tiene su lógica y más temprano que tarde los sueños se convierten en castillos de naipes que cualquier ventarrón los destruye.

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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De libertarios, populistas, progresistas y otros (III)

Las masas están hoy altamente dogmatizadas por los que manejan el poder

Dionisio J. Garzón M

/ 2 de agosto de 2024 / 07:12

Tres meses después de la parte II de esta columna (La Razón 12-04-2024), en un clima político cada vez más enrarecido, con un extenso anecdotario regional de hechos poco creíbles (v.g. los resultados de la reelección presidencial en Venezuela) y con un país donde la verdad se fabrica en las RRSS, donde la desconfianza es la moneda común de la ciudadanía y donde los políticos pierden vigencia día que pasa, estimo necesaria una puntualización de mi percepción sobre el rumbo actual de las cosas. En política lo que cuenta es el éxito y éste se consigue con trabajo real, duro y sostenido en lo que en el país decimos las masas populares, que son en última instancia las que con su voto eligen a sus gobernantes; éstas… “nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gustan y adoran los errores que les enamoran…” (para usar una frase de Gustave Le Von), pueden hacer una revolución o alternativamente seguir sin titubeos al líder de turno, esto las hace frágiles y manejables por jenízaros del nepotismo, miméticos y demagogos; un día siguen al jefe con cojones, al siguiente lo pueden derrocar sin titubeos. Ese es el entorno donde los potenciales candidatos a la primera magistratura estarán actuando o tratando de actuar.

Lea: De libertarios, populistas, progresistas y otros (II)

No se percibe claridad al respecto en los líderes conocidos, en los que pretenden candidatear y en los que tímidamente sopesan esa posibilidad, la actuación en las RRSS es el medio preferido hoy para salir a la palestra y si bien este medio les da presencia aleatoria en diferentes estratos de la sociedad, un like o un comentario no representan nada concreto para el que lo postea; “el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y para dar una apariencia de solides al puro humo” (G. Orwell dixit). Por eso nace la desconfianza en las masas, no las enamora como se vio en el pasado con algunos líderes políticos que acompañaron la retórica con la acción directa con el pueblo, entelequia que dio victorias políticas inolvidables a lo largo de la historia. Note que uso algunas citas de intelectuales no precisamente políticos, pero sí duros analistas de la historia, hoy vivimos una sequía de personajes de ese talante, solo se ven candidatos de un tímido accionar con las masas, de apariciones breves para tratar la coyuntura o criticar el accionar del gobierno, sin propuestas de un nuevo horizonte, solo las letanías de izquierdas o derechas. Así las cosas, debería darse un cambio del comportamiento, un acercamiento a los grandes grupos sociales y un debate abierto de propuestas; que como lo anoté anteriormente; deberían llegar al cómo se cambiarían las cosas en el país.

Las masas están hoy altamente dogmatizadas por los que manejan el poder y lo quieren mantener a toda costa, esa la causa de la división (real o aparente) del grupo político gobernante, ese el origen de la discordia y ruptura de las clases sociales, de las áreas geográficas, de los niveles culturales, etc. Ese el punto de partida a considerar por los que pretendan candidatear, sean libertarios, populistas, progresistas o de cualquier grupo político emergente. El país es uno y lo estamos destruyendo en luchas intestinas y en sueños irrealizables, se nos acaba el tiempo del despilfarro no solo económico, sino el del marasmo cotidiano que deja como único actor principal de este drama al sector informal que nació como consecuencia y como único medio de subsistencia de las masas populares. No deberíamos esperar un Mesías que corrija las cosas, sino un cambio de chip en las masas populares y sus dirigentes que debieran pensar primero en el país, los protagonistas serán los más aptos en cada campo, no los políticos de turno.

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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