El concepto de pobreza adquirió relevancia en días recientes a raíz del seminario “Desigualdad y Pobreza Multidimensional. Desafíos de la Política Pública”, organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA). El tema más discutido de este evento fue el Indicador de Pobreza Multidimensional (IPM), el cual a su vez impulsó la difusión de varios comentarios sobre este tema en el país.

Es evidente que la pobreza no se puede limitar a una sola dimensión. Los indicadores tradicionales analizan principalmente el ingreso de los individuos o de los hogares, factores ciertamente relevantes pero que omiten información relacionada con el capital humano y social, con el medio ambiente, la seguridad, salud, entre otros. Bajo una mirada más amplia, la pobreza debe enfocarse en las carencias o limitaciones de las personas en función de los deseos y necesidades culturales que tienen.

Respecto al indicador presentado por el CEDLA, éste fue estimado a partir de una metodología utilizada por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SIDA, por sus siglas en inglés), que identifica cuatro dimensiones de pobreza relacionadas con (1) recursos, (2) oportunidades, (3) poder y voz y (4) seguridad humana. Estas cuatro dimensiones presentan a su vez nueve subdivisiones y 23 indicadores, considerando pobre al individuo que carece de nueve de los 23 indicadores. Con esta metodología, el CEDLA estimó que la pobreza multidimensional afecta al 61% de la población boliviana.

Sin embargo, se puede afirmar que este resultado es ampliamente discutible y rebatible, ya que incluye carencias que probablemente no sean consideradas como tales para los bolivianos y al mismo tiempo omite otros criterios que sí pueden ser importantes para la población local. En primer lugar, se debe tener claro que cualquier indicador de pobreza multidimensional presupone ciertos criterios, como la determinación de las dimensiones e indicadores que lo componen, la elección del umbral para determinar con cuántos indicadores una persona puede ser considerada como pobre, y la ponderación que se da a cada dimensión.

Esta subjetividad puede dar lugar a diferentes indicadores de pobreza multidimensional, según los criterios definidos previamente. Por esta razón, la Iniciativa de Oxford sobre Pobreza y Desarrollo Humano (OPHI, por sus siglas en inglés) recomienda que el indicador de pobreza debe ser particular para cada país, tomando en cuenta sus características culturales, sociales, demográficas y regionales.

Aunque el trabajo del CEDLA presenta la necesidad de tener una medición más profunda sobre la pobreza en el país, no es sensato utilizar sus estimaciones para alarmar a la población. Al respecto, el director de Estadísticas e Indicadores Económicos y Sociales del INE, Humberto Arandia, informó que se encuentran desarrollando una metodología de aproximación del IPM más apropiada para el caso boliviano, con la colaboración de las Naciones Unidas y del OPHI. Una vez que el INE presente este indicador, se podrá hablar sobre el nivel de pobreza multidimensional en Bolivia con mayor propiedad. Entretanto, no corresponde debatir sobre las implicancias de la pobreza multidimensional y, peor aún, juzgar las políticas sociales actuales.

Es economista.