Voces

Friday 6 Dec 2024 | Actualizado a 10:49 AM

En nombre de la patria

La historia nos enseña que las barbaries más inverosímiles se han cometido en nombre de la patria.

/ 5 de agosto de 2019 / 23:43

Hay palabras que tienen un recorrido amplio y, en consecuencia, sus acepciones son diversas e incluso contradictorias. Una de estas es la palabra “patria”. De origen latín, en sus inicios este significante hacía referencia a la familia o al clan. Pero como sucede con muchos otros casos, fue evolucionando. Con los años, comenzó a ser asociada con la idea de arraigo, con el vínculo entre las personas y sus ancestros. Por ejemplo, el Tambor Vargas utiliza esta acepción durante el transcurso de la guerra de la independencia: “el lugar que nos vio nacer y morir”. Más adelante fue utilizada para dar paso a un reino, para producir la simbiosis entre el rey y la patria.

Entre otros asuntos, durante la guerra de la independencia, en suelo cochabambino estaba en juego una disputa simbólica en torno a la (re)apropiación del sentido de la patria. Como dice el historiador Gustavo Rodríguez: “El rey, la patria y la religión parecían lenguajes comunes a los dos bandos en pugna, que lo único que disputaban entre 1810 y 1812 era quién los defendía mejor. O el Virrey o el pueblo, resumido en la ciudad capital”.

La concepción de patria adquirió luego diferentes sentidos según la época de enunciación. Por ejemplo, en el contexto de la liberación y al influjo de los procesos de emancipación, se articuló a ideas como república, nación, soberanía, libertad, felicidad, ciudadana. Mientras que en los últimos años, la articulación de la patria con la soberanía estuvo presente recurrentemente en la narrativa gubernamental, asociada en reiteradas oportunidades con la recuperación o nacionalización de los recursos naturales.

Esta alusión a la soberanía descansa en una argumentación histórica, por cuanto hace referencia al saqueo de los recursos naturales que viene desde la Colonia. Se trata de una visión de patria articulada con la soberanía en el contexto de la cruzada descolonizadora. Es decir que en nombre de la patria se edifica un andamiaje discursivo en torno a la construcción simbólica del Estado Plurinacional. De allí que en el discurso gubernamental se percibe una conexión histórica entre la Colonia y los gobiernos neoliberales que, en su afán depredador, asfixiaron y torturaron el cuerpo de la patria. Asimismo, esta nueva concepción de patria se asocia a la construcción de un Estado fuerte que protege a todos los bolivianos, pero particularmente a los más vulnerables: los pobres.

Por otro lado, esta alusión a la patria en el discurso gubernamental se desplazó al nacionalismo a propósito de la reivindicación marítima. Así derivó inexorablemente en un discurso patriotero. Se demostró que cuando esa patria está resquebrajada, el único sendero que queda es reconstruirla en torno la invención de una “comunidad imaginada”, estructurando de esta manera un nuevo sentido de nación. Tal construcción imaginaria se tiene que asentar en un determinado territorio. Quizás aquí estriba este nuevo sentido de patria propagada desde las esferas gubernamentales; una combinación entre un discurso descolonizador y otro nacionalista, la cual sirve principalmente para legitimar una nueva construcción estatal.    

No obstante, la apelación a la patria desde el poder recurrentemente es peligroso. La historia nos enseña que las barbaries más inverosímiles se han cometido en nombre de la patria, desnaturalizando así ese auténtico sentimiento de arraigo de las personas hacia su patria.

* Sociólogo

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Obras sin rumbo en la Ciudad Maravilla

Tommy Pérez Alcoreza

/ 5 de diciembre de 2024 / 06:00

En los últimos años, los habitantes de la ciudad de La Paz han sido testigos de una serie de proyectos y obras urbanas que, lejos de mejorar la calidad de vida y el orden urbano, reflejan una preocupante falta de planificación y visión a largo plazo por parte del gobierno local. En lugar de facilitar el tránsito y el desarrollo, algunas decisiones han causado interrupciones innecesarias, congestionamiento y una visible falta de armonía en el diseño urbano de nuestra Ciudad Maravilla.

Uno de los ejemplos más notables es el cambio de aceras en varias zonas, donde las obras se ejecutan simultáneamente en ambos lados de la calle o avenida, bloqueando el paso tanto de vehículos como de peatones. Estas intervenciones, que podrían haberse organizado en fases para minimizar el impacto, han generado un caos que afecta a quienes se desplazan a pie y a los conductores que dependen de la fluidez del tráfico diario. Esta falta de previsión termina complicando la movilidad y obliga a los transeúntes a sortear obstáculos y a circular por la calzada, poniendo en riesgo su seguridad.

A esto se suman autorizaciones de construcción en propiedades catalogadas como patrimoniales, una práctica que pone en riesgo la identidad arquitectónica y cultural de La Paz. Las decisiones de aprobar proyectos en inmuebles patrimoniales, sin considerar el impacto cultural y estético, reflejan una falta de compromiso con el legado paceño y muestran la necesidad de una regulación más estricta para proteger el patrimonio arquitectónico.

Por otro lado, la colocación de conos fijos de señalización para el tráfico vehicular, que aparecieron como una medida de control y organización, duró apenas unos meses; actualmente, muchos de estos conos están doblados, dañados o han desaparecido. Es claro que las soluciones temporales no pueden sustituir una planificación responsable y duradera en la señalización vial.

Las ciclovías improvisadas son otra preocupación. La falta de estudios previos y de infraestructura adecuada convierten a estas ciclovías en espacios peligrosos para ciclistas y peatones. Aunque fomentar el uso de bicicletas es un paso positivo hacia una ciudad más saludable, la improvisación solo añade más problemas a un sistema de movilidad que ya está sobrecargado.

Estos ejemplos son un llamado de atención a las autoridades y a la ciudadanía. La improvisación y la falta de planificación no solo afectan la calidad de vida de los paceños, sino que también comprometen recursos públicos.

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Solidaridad con el Pueblo Palestino

/ 29 de noviembre de 2024 / 06:04

Cada año, desde 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas celebra el 29 de noviembre como el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. ¿Por qué este día del calendario fue elegido por la ONU? Simplemente porque 30 años antes, ese mismo día, las NNUU aprobaron la resolución 181 para dividir el territorio palestino en dos estados: el Estado Palestino y el Estado de Israel. Lamentablemente, las NNUU reconocieron al Estado de Israel en el acto y, hasta el día de hoy, no reconoce al Estado de Palestina como un estado con plenos derechos como cualquier estado del mundo. El pueblo palestino desde entonces sigue sufriendo injusticias y genocidio a manos del ejército israelí y gracias a la protección de los países coloniales que le otorgan todo tipo de armas, financiación y protección legal. 

En caso de que la nacionalidad, o color del pueblo palestino sea algo extraño para algunos, mal que les pese, somos seres humanos y el mundo debe tratarnos como tales ¿Acaso hay normas y leyes internacionales para Israel y otras normas distintas para los palestinos? ¿Acaso Israel tiene la licencia y el derecho a asesinar y los palestinos el único derecho que tienen es a morir? ¿Qué más tiene que hacer Israel para que la Comunidad Internacional actúe y se ponga fin al genocidio contra el pueblo palestino? ¿Qué hace falta hacer para saber quiénes son realmente los que amenazan la paz y la seguridad en el Oriente Medio? Cuando las cosas están muy claras y nadie puede negarlas, cuando todos somos testigos del genocidio y de la destrucción del pueblo palestino, cuando ya no es un secreto sino que ocurre ante los ojos de todo el mundo, cuando se practica este genocidio desde hace más de 14 meses sin que el Consejo de Seguridad de la ONU exija un alto al fuego debido al veto de la primera potencia mundial que alimenta con más de 86 mil toneladas de bombas (ocho veces más que las bombas atómicas lanzadas contra Japón, o cuatro veces más que las bombas lanzadas contra Londres en la segunda guerra mundial) a Israel para asesinar a niños y mujeres palestinas. ¿Acaso las vidas de los palestinos no merecen ser salvadas? ¿Israel tiene la obligación de asesinar a los palestinos?

Si el alto al fuego se hubiera producido hace un año, se habrían salvado muchas vidas de inocentes. El cese del fuego no resuelve todo, pero es el primer paso para buscar una solución a un problema. Más de un año de genocidio y el Consejo de Seguridad sigue discutiendo lo que debe hacer para frenarlo. No existe ninguna justificación para usar el derecho de veto que impide poner fin a estas tragedias.

Lea también: El odio de Israel hacia NNUU y sus organizaciones

En el futuro, algún historiador contará lo que hoy día estamos reclamando a voces con la intención de salvar vidas inocentes de este genocidio; las futuras generaciones juzgarán a los dirigentes de países que participaron en este genocidio directa o indirectamente y a las instituciones internacionales que no han cumplido con su papel para poner fin a las matanzas. Las futuras generaciones preguntarán ¿Cómo un genocidio fue transmitido en directo a través de las pantallas durante más de un año y ante los ojos de todo el mundo incluido presidentes de gobiernos y organizaciones internacionales y no se pudo frenar?

Palestina fue y sigue siendo la verdadera prueba de la eficacia y sostenibilidad del sistema internacional basado en el derecho. Ninguna afirmación, ninguna mentira equiparando a la víctima con el verdugo y a la ocupación con los ocupados puede eludir la realidad. El hecho de no comprometerse o de ignorar el sistema del que nació la cuestión palestina es un fracaso de este sistema y de su continuidad. Los pueblos y las voces libres y solidarias que se alzaron por millones en las capitales del mundo respaldan el derecho palestino y la legendaria firmeza de nuestro pueblo, y respetan los principios del derecho internacional, así como la necesidad de aplicarlos sin dobleces, con objetividad.

El pueblo palestino, junto con todos los países solidarios del mundo, no aceptará la opresión y la injusticia, y no aceptará nada que no sea vivir libre y dignamente en su Estado, con el derecho a defenderse a sí mismo, derecho a su existencia y a sus derechos nacionales. Los pueblos libres del mundo tienen el derecho de ayudarnos a alcanzar nuestra libertad e independencia para a vivir con seguridad, dignidad y paz, como el resto de los pueblos. Ninguna fuerza en la tierra lo impedirá.

Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.

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La IA y los creadores musicales

/ 28 de noviembre de 2024 / 06:03

“Inteligencia artificial, ¿realmente la necesito?”, canta el francés Lulu Gainsbourg en su tema “Elle”, que evoca la ansiedad de los creadores musicales ante el auge de esta nueva tecnología.

Hijo del icono de la música francesa Serge Gainsbourg, Lulu creó esa canción después de que un amigo le enseñara un tema escrito totalmente por la inteligencia artificial que lo dejó “verdaderamente impactado”.

“IA, cásate conmigo. IA, cómprame. IA, domíname”, entona el cantante con humor.

Otros artistas han abrazado ya esta nueva tecnología, capaz de generar todo tipo de contenidos simplemente con solo pedirlo.

Es el caso de la cantante británica Imogen Heap, conocida por el tema “Hide and seek” (2005). Creó su propio modelo de IA a partir de su voz y lo usa en su último proyecto musical.

En la Web Summit, una importante feria tecnológica que se celebró a mediados de noviembre en Lisboa, presentó un filtro que permite a cualquiera genera un sonido a partir de sus obras gracias a una alianza con la empresa estadounidense Jen.

La compositora e intérprete canadiense Grimes también concibió el año pasado un clon vocal e invitó a los internautas a usarlo para generar nuevos sonidos y la cantante estadounidense Taryn Southern o el grupo YACHT lanzaron álbumes enteros compuestos y producidos con ayuda de la IA.

Esta nueva herramienta “permite hacer cosas sorprendentes en las que no habríamos pensado”, señala a la AFP François Pachet, investigador de inteligencia artificial que trabajó en Spotify y Sony.

En 2018 produjo el álbum “Hello world”, donde el belga Stromae y la canadiense Kiesza colaboran con la IA.

Han visto la luz numerosas plataformas de creación musical con inteligencia artificial como Aiva, Suno o Udio y gigantes del sector como Meta y Google proponen también este tipo de servicios.

“Gente que no sea música puede de repente hacer canciones enteras”, celebra Pachet.

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Por ejemplo, en el escenario de la Web Summit, el cofundador de la plataforma Moises, Eddie Hsu, enseñó en cuestión de segundos que la IA podía añadir una batería bajo algunas palabras y transformarlas en un sonido de bossa nova.

Pero en la industria emergen voces críticas contra la forma en que se han entrenado algunos de estos modelos.

En Estados Unidos, la Recording Industry Association, que aúna a las principales discográficas, demandó en junio a las empresas emergentes Suno y Udio, acusándolas “de copiar el trabajo de un artista y de explotarlo en su provecho sin consentimiento ni remuneración”.

Más de 35.000 artistas, entre ellos Thom Yorke de Radiohead, Björn Ulvaeus de ABBA o Robert Smith de The Cure, firmaron a finales de octubre una petición que denunciaba el uso sin autorización de sus creaciones para alimentar los algoritmos.

Con la IA generativa, “hay segmentos enteros de la creación musical que pueden ser reemplazadas, como la sonorización en algunas tiendas”, dice a la AFP Cécile Rap-Veber, directora general en Francia de la SACEM (Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Música), que también firmó la petición.

“Desgraciadamente, es toda una franja media de creadores que hasta ahora viven de su arte y que están en riesgo mañana de no poder hacerlo”, agrega.

Los profesionales del sector reclaman más transparencia de parte de las empresas tecnológicas, una remuneración por el uso de sus obras para la IA y la creación de nuevos contenidos siempre que sirvan para sustituir a producciones humanas, afirma Rap-Veber.

Para François Pachet, este avance tecnológico obligará a los creadores a “hacer cosas más originales” porque “las cosas convencionales podrán hacerse, en efecto, de manera más o menos automática”.

Pero no cree que el ser humano vaya a ser remplazado por la máquina. “No hay todavía una canción compuesta por una inteligencia artificial que sea tan buena que todo el mundo quiera versionarla”.

Daxia Rojas es periodista de AFP

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El plástico: una historia de la sociedad de consumo

Isabel Malsang

/ 26 de noviembre de 2024 / 06:02

Antes de amenazar la biodiversidad, los océanos y la cadena alimentaria mundial, el plástico salvó numerosas vidas y favoreció el desarrollo, en pleno auge de la sociedad del consumo de masas tras la Segunda Guerra Mundial.

Resistente, ligero y económico, el plástico contó a partir de los años 1950 y en las dos décadas siguientes con una imagen positiva «en todos los aspectos de la vida», afirma el Atlas del Plástico, publicado por la Fundación Heinroch Böll Stiftung.

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En el campo sanitario, los catéteres, bolsas, jeringuillas y otros dispositivos médicos de plástico de un solo uso han mejorado la higiene y la salud y han contribuido al incremento de la esperanza de vida.

En el embalaje, los plásticos conservaron mejor los productos, redujeron el desperdicio de alimentos y, en la práctica, ayudaron a luchar contra el hambre, señalan los defensores de este material.

A principios de los años 1990, la epidemia de sida causaba estragos. El grupo de rock francés Elmer Food Beat cantaba «El plástico, es fantástico» para promover el uso de preservativos frente a esta enfermedad: el látex, y por extensión el plástico, podía salvar vidas.

Pero veinte años después, los valores asociados a este material han cambiado. Esa misma banda musical modificó la letra de su canción para alertar de la contaminación: «El plástico, es dramático», cantan ahora.

En el siglo XXI, «el plástico se ha vuelto inteligente, al servicio a la gente», dice Mickaël Pruvost, un ingeniero de investigación en el grupo químico Arkema.

Este fabricante de polímeros piezoeléctricos, llenos de electrones o de sensores, apuesta por los plásticos que registran el movimiento, las vibraciones o el ritmo cardíaco e incluso pueden enviar señales en caso de caída de personas ancianas o bebés.

Hace dos siglos, los primeros plásticos se producían a partir de materias primas naturales y renovables, como el caucho de Charles Goodyear. En 1862 se creó la parkesina a través de celulosa vegetal moldeada con calor.

Eso permitió siete años después la invención del celuloide en Estados Unidos, que consiste en parkesina caliente mezclada con alcanfor y alcohol. Pronto aparecen sus primeras aplicaciones industriales: reemplaza el marfil de las bolas de billar o el carey de los peines y se usa en las primeras películas cinematográficas.

En 1884, el químico francés Hilaire de Chardonnet patenta una fibra sintética, la primera tela artificial, bajo el nombre «seda Chardonnet» que luego se convertirá en el nailon y el tergal.

El primer plástico completamente sintético, sin ninguna molécula presente en la naturaleza, lo inventa en 1907 en Estados Unidos el químico belga Léo Baekeland: la baquelita, formada por una reacción entre el fenol y el formaldehído. Sirve para fabricar carcasas de teléfonos, enchufes eléctricos o ceniceros.

En 1912, el pionero de los polímeros, el químico alemán Friz Klatte patenta el policloruro de vinilo, más conocido después con las siglas PVC. En los años 1950 su uso se dispara al descubrirse que puede fabricarse a partir de un subproducto muy barato de la industria química, el cloro.

La producción industrial se desarrolla en los años 1950, a partir de fracciones refinadas de petróleo, con tres productos clave: la poliamida que demostró su eficacia como tejido de los paracaídas estadounidenses durante el desembarco de Normandía en 1944; el teflón, un material de guerra usado por su resistencia que luego pasó a recubrir las sartenes del mundo entero, y la silicona.

El plástico está ahora presente en todos los rincones de la vida cotidiana.

(*) Isabel Malsang es periodista de AFP

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Electromovilidad: ¿El futuro o solo un sueño?

Aunque comprar un auto eléctrico puede costar más al principio, mantenerlo es muchísimo más barato

Gamal Serhan Jaldin

/ 26 de noviembre de 2024 / 06:01

¿Cuántas veces nos hemos quedado atrapados en una fila interminable para comprar gasolina? Bajo el sol, la lluvia o el viento, escuchando a la gente quejarse mientras miramos el reloj y nos preguntamos si alcanzará para todos. Es una escena que se repite una y otra vez desde hace bastante tiempo en Bolivia. Y lo peor es esa sensación de estar atrapado en un problema que parece no tener solución.

Pero ¿y si hubiera otra opción? Imagina estar en casa, disfrutando un café mientras tu auto eléctrico se carga en el garaje. Nada de filas, nada de emisiones contaminantes y gastando menos dinero en transporte. Esta es la promesa de la electromovilidad, una idea que no solo podría cambiar la forma en que nos movemos, sino también transformar la economía y el medio ambiente de Bolivia.

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La gran ventaja que tenemos para hacer realidad ese sueño se llama Salar de Uyuni, hogar de una de las mayores reservas de litio del planeta, esencial para las baterías de los vehículos eléctricos. En otras palabras, tenemos el “oro blanco” del futuro.

Si logramos industrializar este recurso, podríamos no solo abastecer al mercado interno de vehículos eléctricos, sino también convertirnos en un actor clave en la transición energética regional y global. Sin embargo, esto no es sencillo, ya que la extracción de litio requiere una inversión significativa, tecnología avanzada y fundamentalmente seguridad jurídica para dichas inversiones.

Actualmente, Bolivia importa la mayor parte de la gasolina y el diésel que consume. Según cifras oficiales, en 2014 producíamos el 78% de nuestra gasolina internamente, pero hoy solo generamos el 44%. No hay dólares, pero sí una demanda creciente y unos subsidios que consumen millones del presupuesto nacional. Es un círculo vicioso: dependemos de las importaciones, pero estas nos hunden económicamente. Y las filas en las gasolineras son solo el síntoma más visible de este problema.

Aquí es donde los vehículos eléctricos ofrecen una salida. No requieren gasolina ni diésel, solamente electricidad, y Bolivia tiene un gran potencial para generar energía limpia a partir de fuentes como la hidroeléctrica. Si aprovechamos esta capacidad, podríamos movernos hacia una matriz energética más independiente y sostenible.

Sin embargo, hay un “pero”. Nuestra red eléctrica no está preparada para una avalancha de autos eléctricos. ¿Qué pasa si todos empiezan a cargar sus vehículos al mismo tiempo? Un apagón en pleno centro de cualquier ciudad, y todos con las baterías al 10%. Sí, necesitamos reforzar nuestra infraestructura eléctrica, y eso cuesta.

El otro problema es el costo de los vehículos eléctricos. En un país donde la mayoría lucha por llegar a fin de mes, gastar miles de dólares en un Tesla está fuera de discusión. Pero, la gran ventaja es que nosotros tenemos nuestro propio Tesla y se llama Quantum, la primera empresa nacional que fabrica vehículos eléctricos. Sí, leíste bien. Tenemos nuestra propia marca de autos eléctricos, accesibles y hechos aquí. Esto no solo demuestra que el cambio es posible, sino que podemos liderarlo. Apoyar a empresas como Quantum no es solo un acto patriótico; es una apuesta por un futuro mejor.

Y hay otro punto interesante: aunque comprar un auto eléctrico puede costar más al principio, mantenerlo es muchísimo más barato. No gastas en gasolina, y el mantenimiento es mínimo porque no hay motor de combustión. Al final, podrías ahorrar mucho dinero.

Ahora ¿De qué sirve tener un auto eléctrico si no hay estaciones de carga? Este es un problema que no podemos ignorar. Actualmente, en Bolivia, estas estaciones son prácticamente inexistentes. Eso significa que, si te compras un vehículo eléctrico, tendrás que cargarlo en casa… siempre y cuando vivas en una zona con electricidad estable.

La buena noticia es que los problemas son solucionables. La mala noticia es que necesitamos empezar ahora. Cada día que seguimos dependiendo de la gasolina es un día que perdemos dinero, tiempo y salud. La electromovilidad no es solo una moda, es una oportunidad para construir un país más sostenible, independiente y moderno.

Es hora de que el estado, las empresas y la sociedad trabajemos juntos. Invertir en la infraestructura necesaria, crear políticas de estado que incentiven, el uso de energía amigables con el medio ambiente y educar a la población son pasos necesarios para hacer realidad este sueño.

La próxima vez que estés atrapado en una fila interminable en una gasolinera, piensa en esto: podrías estar en casa, tomando un café, mientras tu auto se carga solo. Ese futuro no está tan lejos como parece. Está en nuestras manos, y el primer paso para alcanzarlo es empezar a imaginarlo juntos. Porque el cambio comienza con una idea, pero se concreta con acción. ¿Nos subimos al auto del futuro?

(*) Gamal Serhan Jaldin es experto en Tecnología e Innovación

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