Vientos de crisis
Ante este escenario, los países deberían prepararse para un periodo de mayor incertidumbre y volatilidad.
La tensión comercial entre Estados Unidos y China ha derivado en turbulencias cambiarias que pueden afectar el crecimiento global y el funcionamiento de los mercados financieros. Un escenario de permanente conflicto geopolítico y económico entre ambas potencias parece posible. Todos los países deben prepararse para un periodo de mayor incertidumbre y volatilidad.
Desde hace aproximadamente dos años los conflictos comerciales entre la potencia norteamericana y el gigante asiático se han incrementado y complejizado. Poco a poco las negociaciones para resolver el grave desbalance comercial entre ambos países, denunciado por el presidente Trump desde su campaña electoral, se han ido posponiendo. Actualmente persiste un impasse en las conversaciones, lo que ha llevado a ambas partes a imponer alzas arancelarias a proporciones cada vez más relevantes de su comercio bilateral.
Este juego de presiones cruzadas es particularmente riesgoso para la economía global, dado que las transacciones entre China y Estados Unidos constituyen uno de los pilares del comercio mundial. Con ello, la arquitectura de intercambios comerciales y de cadenas de producción globalizadas podrían verse afectadas o reconfiguradas si este bloqueo persiste.
Sin embargo, la crisis empieza a asumir un cariz aún más inquietante, después de que las autoridades chinas decidieran devaluar el yuan frente al dólar. Determinación que podría llevar a este conflicto comercial al ámbito cambiario. Por otro lado, por primera vez han surgido dudas sobre la estabilidad de las ingentes cantidades de deuda pública estadounidense en manos de acreedores chinos.
Para algunos analistas, China sería relativamente más vulnerable en el frente comercial, pues sus exportaciones a Estados Unidos son mayores que sus importaciones. Sin embargo, si se introducen las variables cambiaria y de endeudamiento la situación se equilibraría. En todo caso, una “guerra” comercial, cambiaria y financiera entre las dos mayores potencias económicas del planeta provocaría impactos considerables para todas las naciones.
Este contexto puede aportar malas y buenas noticias para una economía pequeña y relativamente aislada como la boliviana. Por ejemplo, el cierre de los mercados chinos para las exportaciones agropecuarias estadounidenses podría representar una oportunidad para los productores agrícolas de la región. Pero, por otro lado, una apreciación fuerte del yuan y una mayor volatilidad cambiaria pueden producir una avalancha de productos chinos a bajos precios en nuestros mercados, y más presiones sobre la estabilidad cambiaria y el nivel de reservas nacionales. Son tiempos difíciles que requieren un pilotaje macroeconómico reforzado, que vaya acompañado de una gestión de política exterior inteligente.