X Congreso de Estudios Bolivianos
Reconocer otras formas de investigar la historia de los pueblos es uno de los grandes retos en las ciencias.
En la década de los 80 y 90 había varios congresos académicos en ciencias sociales y humanísticas sobre Bolivia. Uno de los espacios más interesantes fue la Reunión Anual de Etnología (RAE), del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), que permitió el conocimiento de estudios de investigadores nacionales y extranjeros. Aquí se cristalizaron los Estudios andinos, bajo otra mirada metodológica e interdisciplinaria acerca de los pueblos ancestrales, campesinos y sus múltiples problemas.
A mediados de los 80, en la ciudad de Cochabamba, se impulsaron encuentros sobre estudios bolivianos, en los que se debatían varios temas cruciales de la época, como el fortalecimiento de los ayllus y sus autoridades originarias. El reconocido historiador español Joseph Barnadas, uno de los impulsores, fue quien cerró este espacio académico, porque cada vez había más indios en el encuentro, incluidas autoridades originarias, que debatían con los investigadores sus problemas, su futuro, en fin.
Recientemente tuve la oportunidad de asistir al X Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Bolivianos, realizado en Sucre. El congreso ofreció una amplia oferta de mesas, con variados temas. Me interesa comentar la mesa “Investigaciones con perspectiva comunitaria”, organizada por el Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (Abnb), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. El coloquio giró en torno a otra forma de investigar la memoria oral y por los mismos pueblos indígenas, y me permitió contar la experiencia del movimiento de los caciques apoderados (1912-1952), dirigidos por Santos Marka T’ula, con énfasis en la búsqueda de documentos coloniales y republicanos a su favor, mediante sus escribanos indios; así como la forma en la que generaron una nueva forma de narrativa escrita.
En este espacio, los qaqachaka de Oruro, representados por Rosendo Copa y Juan Maraza, relataron su experiencia a propósito de una investigación que ellos realizaron. En concreto, recopilaron la memoria oral mediante un acto colectivo y de amplio debate para luego escribirla. También se apoyaron en los documentos antiguos que existen en muchas comunidades. El director de la Abnb, Máximo Pacheco, resaltó la forma en que se realizó la sistematización de su historia, mediante grandes asambleas comunales.
También estuvo presente Julián Ugarte, representante del gran ayllu Poroma de Chuquisaca, a quien conocí hace varios años en la ciudad de Potosí, en uno de los primeros eventos de fortalecimiento de las autoridades originarias, y que fue la semilla para la creación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyu (Conamaq). Ugarte siempre fue entusiasta y visionario, al igual que Andrés Jach’a Qullu y su esposa, Matilde Colque, antiguos caminantes en defensa de las tierras de los ayllus y el pleno goce de su espiritualidad. Oír la explicación en quechua de Julián Ugarte, el antiguo purirante, sobre algunos detalles de esas luchas de los pueblos ancestrales fue muy emocionante. René Vargas, del pueblo yampara, y Germán Ugarte, nieto de Ugarte, presentaron esbozos de la historia de vida del tata Julián: “Memorias de un purirante”, en plena elaboración.
Con este coloquio se impulsó el diálogo de saberes y el reconocimiento de otras formas de hacer investigación interdisciplinaria, cuya aceptación es uno de los grandes retos en las ciencias sociales y humanísticas. Esperemos que en futuros encuentros de la AEB se sigan fortaleciendo estas otras formas de investigar y narrar la historia de los pueblos ancestrales. Wali askiwa Qaqachaka jilatanaka, kullakanaka, wali suma yatxatasipki markapata. Ukhamaraki tata Julián Ugarte Puruma markata wali suma parlt’istu suma sarnaqawita, nayra ch’axwanakata.
* Aymara boliviano, doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos y docente en la UMSA