Argentina: ¿pasito pa’delante o pa’atrás?
Contra Macri pesa el hecho de que Cambiemos no ha logrado los éxitos económicos prometidos.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), el termómetro electoral argentino, se desarrollaron el domingo con una participación cercana al 75%, más alta que en 2015, cuando fue del 72%. Cuando escribía estas líneas (a las casi 23.00 horas del domingo), con el 85% de los votos escrutados, el Frente de Todos (Alberto Fernández-Cristina Fernández) sumaba el 47,22% de los sufragios, 15 puntos más que Juntos por el Cambio (Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto), con el 32,66%. “Hemos tenido una mala elección”, reconoció el presidente Macri al conocerse esta tendencia irreversible.
Las PASO argentinas, además de su utilidad práctica para seleccionar candidatos (este año en la línea presidencial las 10 organizaciones y alianzas participantes iban con candidato único, lo que casi llevó a cancelarlas) sirven para medir el rechazo o aceptación de las candidaturas; y hasta ahora han demostrado la vigencia electoral del kirchnerismo, bastante magullado en las elecciones de medio término de 2017, pero que “aparentemente” se ha reacomodado.
Antes de analizar el panorama electoral para octubre, huelga mencionar a los partidos que superaron el límite del 1,5% de los votos emitidos establecido para seguir en campaña y poder participar en la primera vuelta del 27 de octubre. Además del Frente de Todos (kirchnerista) y Juntos por el Cambio (centroderecha), superaron este límite Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey (Consenso Federal, centroderecha-centro, peronismo no kirchnerista), con el 8,39% de los votos; Nicolás del Caño y Romina del Plá (Frente de Izquierda Unidad, libertario-marxista trotskista), con el 2,88%); Juan Goméz Centurión y Cynthia Hotton (Frente Nos, derecha), con el 2,64%; y José Luis Espert y Luis Rosales (Despertar, liberal), con el 2,23%. Por otro lado, fueron descartados de participar Manuela Castañeira y Eduardo Mulhall (Movimiento al Socialismo, izquierda marxista), con el 0,68%; Alejandro Biondini y Enrique Venturino (Frente Patriota, derecha-ultraderecha), con el 0,23%; Raúl Albarracín y Sergio Pastore (Movimiento de Acción Vecinal, centroderecha), con el 0,17%; y José Antonio Romero Feris y Guillermo Sueldo (Partido Autonomista Nacional, liberal autonomista), con el 0,12%.
Según estos resultados, de darse una segunda vuelta en octubre, la unión hipotética de todos los votos antikirchneristas y no marxistas solo alcanzaría el 45,81%. Es decir que el oficialismo tiene una difícil situación; más compleja aún que la de 2015, cuando Cambiemos obtuvo el 30,12% de los votos en las primarias, detrás del Frente para la Victoria (FpV) kirchnerista, que sumó el 38,67%. Aunque el porcentaje que obtuvo el domingo es mayor al 2015, la diferencia fue significativamente menor (8,55% en 2015, frente al 14,56% de ahora). Diferencia que a la postre le permitió ganar en segunda vuelta con el 51,34% de los votos.
Contra Macri pesa el hecho de que Cambiemos no ha logrado los éxitos económicos prometidos, porque buscó evitar un terremoto político. A lo que se suma el contexto económico internacional desfavorable y la guerra permanente del kirchnerismo y de sectores inmovilistas del sistema judicial.
Como balance, el 20,57% que Sergio Massa obtuvo en las primarias de 2015 no se trasfirieron al binomio Alberto-Cristina Fernández. De hecho, la suma de ambos frentes obtenida en 2015 (59,24%) se redujo en un 12,02% el domingo. Esto debido probablemente a que los electores del massismo se han cansado de los culipandeos de su líder y de sus transfugios políticos. Faltan dos meses para las elecciones; veremos qué pasa sobre todo con la clase media argentina, el bastión del macrismo.
* Analista y consultor político.