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Elecciones y lecciones

Las elecciones primarias que se realizaron en Argentina proporcionan varias enseñanzas para reflexionar sobre el proceso político boliviano. Previamente es necesario destacar las diferencias de esta institución que en nuestro país se llevaron a cabo, por primera vez, en enero pasado. En el vecino país fueron creadas en 2009 y se definen como Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En nuestro caso no son abiertas, porque los votantes se circunscriben a los militantes. Se asemejan en que son simultáneas, pero se distinguen porque no son obligatorias. Es más, algunos partidos desincentivaron la asistencia a las urnas como señal de impugnación al Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Las elecciones primarias argentinas no cumplieron su cometido de elegir entre diversos candidatos, porque ninguna fuerza política tuvo más de un binomio presidencial en sus listas; igual que en el caso boliviano. Y ese hecho no invalida el proceso de elección interna, que se convierte en una simple ratificación de los candidatos. Lo peculiar del evento en Argentina es que las PASO fueron un plebiscito sobre la gestión de Macri, candidato a la reelección, y los resultados dieron un impensable e impecable revés al partido gobernante, que perdió con cerca de 15 puntos porcentuales contra el Frente para Todos, cuyos candidatos son Alberto Fernández y Cristina Fernández (CFK). Tal diferencia hace suponer que en los comicios del 27 de octubre se ratificará esta victoria, que implica el retorno del “kirchnerismo” pero bajo otras pautas y como resultado de una novedosa estrategia política.

Me interesa destacar esa estrategia porque es una de las claves de la victoria del Frente para Todos, porque empezó con un acto sorpresivo: la renuncia de Cristina Fernández a la candidatura presidencial para mitigar la polarización, la “grieta”, el término que utilizan en Argentina para referirse a la fractura política e ideológica que dividía el electorado en posiciones contrapuestas.

La decisión de CFK de optar por la candidatura vicepresidencial movió el tablero político, permitió una amplia articulación del peronismo en un frente con Alberto Fernández como candidato y dio una señal de moderación. Es decir que, con la decisión de Cristina Fernández, el peronismo se movió al centro para interpelar al votante medio, aquel azotado por la inflación y las medidas de ajuste del Gobierno; y Macri tuvo que invitar como candidato vicepresidencial a… un peronista.

Así, la apelación del oficialismo a la polarización, que reposaba en la idea del retorno de CFK como una amenaza de transitar a “otra Venezuela”, perdió sustento y la economía (como conjunto de demandas y necesidades) desplazó a la ideología (como sistema de creencias). En cierta medida, la escena política argentina tiene similitudes con la boliviana, puesto que aquí prevalece una tendencia centrípeta, porque los principales candidatos no esgrimen posiciones antagónicas; es decir, no hay polarización, no hay grieta. Y eso favorece a Evo Morales, quien despliega una campaña orientada a ocupar el centro, lo que explica el incremento de apoyo al MAS en las encuestas.

Otra enseñanza sorprendente de las PASO es que las encuestas fallaron rotundamente, y está en duda la eficacia del uso del big data, las fake news, los trolls, y los artilugios utilizados por Cambridge Analytic, cuya influencia fue decisiva en otros eventos electorales (brexit, Trump, Bolsonaro). Una noticia positiva, que denota la importancia de la política y la autonomía en el ejercicio del voto ciudadano. Un detalle nada superfluo.

* Sociólogo. www.pieb.combo/blogs/mayorga/mayorga

(18/08/2019)