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Declaratoria de guerra

Los choferes del transporte público, en una bravuconada más, han declarado la guerra a la ciudadanía paceña. Munidos de palos, rabia enfermiza y vapores alcohólicos, han decidido enfrentar a una ciudadanía desarmada, hiriendo a hombres y mujeres, destrozando el ornato público, violentando automóviles privados y buses que son patrimonio ciudadano. Se trata de una irresponsable convocatoria a la beligerancia después de cuatro décadas de abusos y arbitrariedades, de hacer lo que les da la gana, y de reírse de todas las normas y reglamentos. Azuzados por dirigentes irracionales y corruptos, decidieron reventar el orden urbano, impedir el derecho constitucional a la libre transitabilidad e impedir el derecho al trabajo con acciones criminales contra una ciudadanía pacífica, que solo reclama un transporte público digno.

Repasemos el contexto. La institución municipal, en uso de sus atribuciones constitucionales y en cumplimiento de sus deberes, ha emprendido un proyecto de transporte público que tiene amplio apoyo ciudadano: los buses PumaKatari con nuevas rutas y nuevos formatos de vehículos. Este proyecto forma parte de un sistema de transporte integrado en el que se incluye el transporte por cable Mi Teleférico, en un acuerdo entre la municipalidad y el Gobierno central. Ambas instancias dejaron atrás la guerra política y decidieron aunar esfuerzos para tener un sistema integrado; es decir, un plan adecuado y con grandes perspectivas.

¿Qué motivó esta desquiciada declaratoria de guerra de los choferes? La inauguración de una nueva ruta del PumaKatari que cubrirá una parte del eje troncal de la ciudad. Y eso sí que irritó a ese gremio que durante años ha colmatado, por comodones, la única vía de circulación rápida que podría tener esta ciudad. Son varias gestiones municipales que han pretendido reubicar las líneas de minibuses que pasan por el eje troncal sin éxito alguno. Ahora, con apoyo mayoritario, ingresará (sí o sí) el PumaKatari a ese eje troncal, iniciando la competencia en el transporte público. Todos los paceños y paceñas en cualquier rubro de trabajo tenemos competencia. Por eso, y con beneplácito de toda la ciudadanía, se acabó el latrocinio y el monopolio en las calles paceñas.

Es obvio que existen choferes del transporte público que son ciudadanos conscientes y respetuosos. Ellos y ellas no insultan ni hieren a una ciudadanía pacífica. Harán mejoras en su servicio y en sus vehículos para competir con posibilidades de éxito. En esta ínclita ciudad todos tenemos derecho al trabajo, pero nadie tiene el privilegio del abuso sempiterno.

* Arquitecto