Bomberos digitales
Preocupa el grado de credibilidad que pueden tener las mentiras que se repiten hasta el cansancio.
Los incendios que se producen en el planeta debido al calentamiento global tienen un patrón similar: altos picos de calor, sequedad extrema e imprudencia humana. Los incendios forestales han destruido millones de hectáreas de bosques en Brasil, en el África, en Paraguay y en el país. Sin embargo, solamente en Bolivia gobierna Evo Morales, y a pesar de ello la oposición ha fabricado el clisé de que el Gobierno es el causante de los incendios en la Chiquitanía.
En la guerra y en las elecciones lo primero que muere es la verdad; y ese es el caso en este desastre ambiental, que por supuesto nos afecta a todos y ha significado un duro golpe al ecosistema. Denunciar inoperancia, preocuparse y movilizarse está bien; pero de ahí a mentir y a confundir con esta desgracia es otra cosa.
Indigna que sobre esta tragedia algunos políticos quieran llevar agua a su molino, y preocupa el grado de credibilidad que pueden tener las mentiras que se repiten hasta el cansancio sin fundamento. Se dice que los incendios en la Chiquitanía son producto del Decreto Supremo 3973 de 2019, el cual aprueba la quema y el chaqueo. Los que afirman esto, y es más se autodenominan influencers en las redes sociales, lo único que demuestran es una ignorancia supina. El DS 26075 de 2001 firmado por Hugo Banzer es el que autoriza la quema y el desmonte en Santa Cruz. El DS 3973 de 2019 consta de un solo artículo, que autoriza el desmonte controlado en el Beni. La Chiquitanía está en su integridad en el departamento de Santa Cruz, no en Beni. Por lo tanto esa relación de causalidad con el que se imputa al Gobierno la responsabilidad de los incendios es falsa. Se confunde la Chiquitanía con la Amazonía, y sin rubor se habla de dos zonas totalmente diferentes, en un error que un estudiante de primaria no caería. Pero basta que lo digan los influencers y los candidatos para que parezca verdad.
No se dice que incendios forestales de mucha mayor gravedad se dieron en Santa Cruz justamente a raíz del DS 26075 de 2001; pero como no había elecciones ese año, no trascendieron. Se atribuye los incendios, sin prueba alguna por obra de los “colonizadores del occidente”, cuando evidencias demuestran que el fuego fue iniciado en áreas lejanas a zonas de asentamientos nuevos, y los pocos detenidos en este caso eran empleados de estancias ganaderas. Se ha desatado una campaña mediática de odio racial sin precedentes contra campesinos migrantes del altiplano, y lo paradójico es ver que candidatos y líderes del occidente del país alimentan esas actitudes xenofóbicas.
En situaciones como estas, lo que corresponde es la unidad, la objetividad, la cooperación y no la desinformación, la mentira, o el uso inmoral de un desastre para atraer votos a uno u otro lado. Tan asqueroso como la mentira son las poses de los figuretis que desde la ciudad luchan cómodamente contra el incendio por las redes sociales, criticando a los que están en el lugar de los hechos.
Este tipo de conductas, lejos de llevarnos a un análisis objetivo de un fenómeno que es mundial, nos lleva a confusión, al engaño y, lo que es peor, a dispersar la acción que debería mantenernos unidos. Está bien que los majaderos hagan su show de ignorancia, pero las personas y autoridades responsables de uno y otro bando deberían debatir el tema de fondo: cómo enfrentar este fenómeno climático, y debatir el “modelo de desarrollo cruceño”, cuya base es la explotación irracional de la tierra. La tensión entre la necesidad de producir y conservar es el verdadero dilema, y sobre eso poco se ha dicho.
* Abogado.