Seis semanas
El dato crítico tiene que ver con la elevada desconfianza en el TSE y la persistente narrativa del ‘fraude’

Solamente faltan seis semanas para la jornada electoral del 20 de octubre, y no parece que el porvenir traiga consigo grandes novedades para los comicios. Se mantiene como dato la incertidumbre sobre el resultado, pero las campañas, unas más que otras, continúan siendo lentas y predecibles. Resta esperar las estrategias partidarias para la propaganda en medios de comunicación.
En relación a las candidaturas, a reserva de lo que decida el Tribunal Supremo Electoral (TSE) respecto a la renuncia de la señora Barriga en el PDC y su sustituta, todos los partidos políticos y alianzas que compiten en la elección tienen candidatos en carrera. Así, llegaremos con nueve binomios presidenciales, ocho de ellos del campo opositor. Atrás quedaron las insinuaciones y presiones para que los pequeños “se bajen” de la elección. Ninguno lo hizo. Hoy la duda es si lograrán o no conservar su personalidad jurídica.
Sobre las campañas, diversas voces cuestionan su debilidad estratégica, en algunos casos en situación crítica. “No terminan de arrancar”, es el diagnóstico, pese la cercanía de la elección. Quizás esa sensación de lentitud tenga que ver más bien con su larga duración: en rigor, las campañas para las elecciones generales se iniciaron en octubre del año pasado con la convocatoria a primarias. Más que flojedad, pues, parece haber cansancio. Y no se espera algún giro o salto cualitativo sorprendente.
Donde puede haber innovación con creatividad es en las piezas de propaganda electoral a ser difundidas en medios de comunicación masiva. El período para el efecto, según el calendario electoral, se inicia el próximo 20 de septiembre. Será un momento corto (27 días), aunque intenso. Spot de televisión, en especial, pero también cuñas radiales y mensajes en prensa poblarán los medios con propaganda tanto pagada como del “fortalecimiento público”. Es probable que también circule propaganda negativa.
El dato crítico de estos comicios tiene que ver con la elevada desconfianza en el TSE y la persistente narrativa del “fraude”, asociada a diferentes imaginarios y percepciones. Si bien la legitimidad del organismo electoral no es recuperable en el corto plazo, y está descartada la renuncia de los vocales a exigencia de la oposición, se exige al menos que haya capacidad técnica, empezando por los tribunales departamentales, para la organización de la elección tanto en el país como en el exterior.
La buena noticia es que las pocas voces radicalizadas que apostaban a malograr la elección e incluso a impedirla hoy están en situación de aislamiento. Y no tienen ninguna posibilidad de paralizar el país, como lo habían anunciado, desde el 10 de octubre. La tónica predominante, más bien, es de concentrar la mirada y esfuerzos en la competencia electoral del 20 de octubre. Además, se espera en democracia que todos reconozcan el resultado. Y que haya disponibilidad de acuerdo para el día después.