Enclavado en los Himalayas indios, a unos 5.000 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el lago Roopkund. De 40 metros de ancho, la mayor parte del año está congelado. Pero en días más cálidos, cientos de esqueletos humanos emergen del que ahora se ha ganado el nombre de Lago Esqueleto.

¿Quiénes fueron estos individuos, y qué les sucedió? Una idea primordial era que habían muerto simultáneamente en un suceso catastrófico hace más de 1.000 años. Sin embargo, un nuevo análisis genético realizado por científicos en la India, Estados Unidos y Alemania ha puesto esta teoría de cabeza. El estudio, que examinó ADN de 38 restos humanos, indica que no se hizo un solo depósito en masa de muertos, sino varios en el curso de un milenio.

Los investigadores, encabezados en parte por Niraj Rai (experto en ADN antiguo en el Instituto Birbal Sahni de Paleociencias en India), y David Reich, (genetista en la Universidad de Harvard), extrajeron ADN de los restos de docenas de muestras de esqueleto, e identificaron a 23 hombres y 15 mujeres.

Con base en las poblaciones actuales, estos individuos encajan en tres grupos genéticos claros. Veintitrés, incluyendo hombres y mujeres, tenían antecedentes típicos de los sudasiáticos contemporáneos. Sus restos fueron depositados en el lago entre los siglos VII y X, y no todos al mismo tiempo.

Algunos esqueletos eran más antiguos que otros, sugiriendo que muchos fueron depositados allí con diferencia de vidas enteras.

Luego, quizás unos 1.000 años más tarde, dos grupos genéticos más aparecieron repentinamente en el lago: un individuo de antecedentes relacionados con el oriente de Asia y 14 personas con ancestros del este del Mediterráneo. No hay evidencia de infecciones bacterianas, así que el culpable probablemente no fue una epidemia. En un estudio anterior, de cinco esqueletos muestra, encontraron a tres con fracturas sin sanar, quizás causadas por granizo de tamaño descomunal.

Entre los individuos se contaban niños y personas de edad avanzada, pero ninguno tenía lazos sanguíneos. Rastros químicos de los esqueletos indican que los individuos tenían dietas radicalmente diferentes, lo que apoya la idea de que están representados varios grupos poblacionales distintos.

Los investigadores señalan que el lago Roopkund está situado en una ruta conocida por los peregrinos hindúes de la actualidad, así que quizás algunas de las personas sudasiáticas murieron tomando parte de una peregrinación. Sin embargo, eso no explica la presencia de individuos del distante Mediterráneo.

Quizás algunos de los esqueletos fueron llevados allí para su entierro, posiblemente para ser dejados en el lago. O quizás fueron exploradores condenados, impulsados por un deseo de ver una cordillera espectacular, quienes pagaron su curiosidad con la muerte. Por lo menos han empezado a surgir algunas respuestas. Para Reich, la arqueología está llena de sitios enigmáticos, y cuando llega la ciencia e indaga, “enriquece la historia de maneras inmensurables”.

Robin George Andrews

es doctor en Vulcanología Experimental, convertido en periodista científico.

© The New York Times, 2019.