`Padrón ‘contaminado’
El registro de electores es un componente fundamental para el ejercicio de la democracia representativa.
Luego del proceso de empadronamiento masivo y del trabajo técnico de contrastación, depuración y consolidación de registros, el TSE informó que el padrón electoral biométrico para los comicios generales del 20 de octubre superó los 7 millones de votantes. Como ya es tradición, algunas voces, hoy más bien marginales, repusieron la narrativa del padrón “contaminado”.
Según lo establecido en el calendario electoral, la consolidación del padrón es una actividad central del proceso. Con ese padrón se realiza el sorteo de jurados electorales y, en especial, la conformación de las listas de votantes habilitados por cada mesa. Con la incorporación de los jóvenes que cumplirán 18 años hasta el 20 de octubre, el padrón actual es de 7.315.364 personas. De ese total, poco menos del 5% (341.001) son bolivianos residentes en 33 países del exterior.
Más allá de los datos, el registro de electores es un componente fundamental para el ejercicio de la democracia representativa, toda vez que establece quiénes pueden participar con su voto en elecciones y referendos (el demos votante). El requisito esencial es la mayoría de edad, sin ninguna otra condición de género, socioeconómica, de nivel educativo, de identidad étnico-cultural o de renta. El ideal en un Estado democrático es que todas las personas en edad de votar estén inscritas en el padrón.
Como todo registro que depende de aspectos demográficos, y en este caso también de flujos migratorios, el padrón es un cuerpo en constante renovación: incorpora a los nuevos votantes (mayores de 18 años), depura a los fallecidos, inhabilita a quienes no cumplieron alguna responsabilidad (no votar en dos procesos continuos, haber faltado como jurado electoral). Al presente, hay una cifra acumulada de 382.696 depurados por causal de defunción. Y existen 32.852 inhabilitados que no podrán votar.
Conocidos los datos de electores para los comicios de octubre, se activó rápidamente, como ocurre hace más de una década, la narrativa del padrón “contaminado”, bajo el supuesto de que incluye muertos, duplicados y hasta fantasmas. Por supuesto no hay ninguna evidencia al respecto. La biometría garantiza registros únicos. Y si bien figuran algunos fallecidos no depurados (por plazo o por falta de documentos), en ningún caso “van a votar” (sic). El ataque al padrón es parte de la narrativa mayor del “fraude”.
Hace dos años, una auditoría integral realizada por expertos internacionales al amparo de la OEA certificó que el padrón electoral boliviano es confiable. Que sea confiable no significa que sea perfecto. Claro que requiere ajustes en su actualización permanente. Y está pendiente el salto hacia un registro único que integre registro civil e identificación personal para garantizar el derecho a la identidad legal. Lo importante en democracia es alentar la participación ciudadana, no sospechar de ella.