Lecturas sobre Estado versus mercado
Cuesta imaginar que a partir de la mitad del siglo pasado nuestro país alternó en ambos lados del péndulo

No son pocos los que analizan los acontecimientos históricos como procesos pendulares. Tal ocurre por ejemplo en la correlación entre Estado y mercado. Periodos marcados con el predominio de uno de los polos, en los que se considera que el acento debe estar colocado alternativamente en uno u otro lado: cuando el papá Estado, que reparte los bienes y asigna las prioridades tomando decisiones conscientes y planificadas; o cuando el dios mercado supuestamente resuelve automáticamente los problemas y establece los equilibrios.
Sobre tales premisas cada polo construye sus creencias y conforma su aparato ideológico. El neoliberalismo, elevado a la categoría de dogma por líderes conservadores contemporáneos como la Theatcher y Reagan, se aplicó impulsado por la estrepitosa caída de la Unión Soviética y su entorno, considerados los principales sostenedores de un estatismo arropado con ideología socialista.
Cuesta imaginar que a partir de la mitad del siglo pasado nuestro país alternó en ambos lados del péndulo, claro que con sus propios matices e impurezas. Del 52 al 85, a su modo, predominó el Estado con barniz nacionalista (una suerte de capitalismo de Estado). Los 20 años siguientes hasta el 2005, también a su manera, imperó el mercado, acompañado de un delirante coro neoliberal, desnacionalizador y privatizador. De ahí en adelante hasta el presente vivimos el retorno del Estado como actor principal en el marco de la llamada “economía plural” (Estado, empresa privada sectores cooperativo y comunitario), acompañado de una crítica frontal al esquema anterior.
¿Alguien puede garantizar que el péndulo no se moverá de nuevo al otro lado? De hecho, ciertas alianzas puestas en mayor evidencia a raíz de los incendios forestales podrían ser indicios de una transformación interna del modelo vigente. Además, no está descartada la posibilidad de que el desgaste político, en algún momento, conduzca a bruscas alteraciones del proceso actual.
En el afán de buscar información sólida sobre estos movimientos pendulares nos hemos topado con dos publicaciones clave. Por un lado, Las reformas estructurales en Bolivia tomos I y II (1998 y 2000) de la Fundación Milenio, que suman más de 1.000 páginas. Y por otro, Neoliberalismo: enajenación de empresas y recursos naturales, 1985-2005 (2018), que viene a ser el informe de la Comisión Especial Mixta de la Asamblea Legislativa de la Investigación realizada sobre la privatización y la capitalización (CEMIPyC).
La primera, entre muchísimas publicaciones que alababan el neoliberalismo, nos parece una de las más representativas, porque reúne diversos ensayos monográficos firmados por un conjunto muy diverso de intelectuales (varios de ellos antaño izquierdistas) que coinciden en calificar la aplicación de la receta neoliberal como un “proceso de modernización del país”.
La segunda, impresa a fines de 2018, sobresale por su extensión: tres tomos de 823, 1034 y 885 páginas; una “versión resumida” de otras 900 páginas y, por último, lo que vendría a ser un resumen del resumen, de 156 páginas en formato mayor, con infogramas e ilustraciones. Tomando en cuenta que adjuntos a la edición impresa van por lo menos seis CD con anexos y otros materiales en formato digital, estamos, pues, hablando en realidad de un conjunto de publicaciones sobre el tema.
La citada comisión legislativa integrada por senadores y diputados, con algunas intermitencias, pero apoyada por un equipo multidisciplinario de profesionales, trabajó desde el 2013, revisó aproximadamente 150.000 páginas de libros y periódicos, así como miles de disposiciones legales, contratos, informes, certificados y otros documentos, tanto primarios como secundarios. Hizo una profunda radiografía de lo ocurrido en dos décadas de predominio neoliberal. Arribó a 14 importantes conclusiones que compartiremos con nuestros lectores la próxima quincena.
* Es periodista.
La vida entre la política y la literatura
Homenaje a Ramiro Barrenechea Zambrana, político y poeta, exministro de Trabajo, exdiputado. Murió hace una semana
Ramiro Barrenechea Zambrana
Imagen: Juan Carlos Arana
Me conmovió tanto la lectura de este libro que no sabía por dónde empezar a escribir un comentario. Lo leí con enorme placer, disfruté de una lectura atractiva y subyugante por su calidad literaria. Pero además, porque me sentí muchas veces próximo a —o involucrado en— situaciones dramáticas o anecdóticas que abundan en el texto. No en vano entre el autor y yo existe una amistad de más de medio siglo.
Acostumbrados a pensar a Ramiro Barrenechea como poeta —y a la vez político— no siempre advertimos que su destreza en el manejo de la palabra le permite producir una prosa deslumbrante, poética si se quiere, para construir las memorias de su vida, una historia individual cargada de contexto. Porque en él se juntan sensibilidad y talento le ha sido posible alcanzar el nivel de calidad y madurez literaria de esta obra.
Por ello, Dos alas de un mismo vuelo es un libro que viene avalado por una extensa trayectoria de su autor, precisamente en los dos planos a los que alude el título, en la política y en la literatura. Además, sus dos primeros fragmentos, Nota preliminar y El tiempo capturado, lo dicen todo: “Temáticas y motivaciones espontáneamente recogidas en un texto”, “sin plan ni concierto”, “memoria de las cosas sencillas que le ocurrieron a un hombre”. Aunque en el “estilo de nadie”, se reconoce próximo a Confieso que he vivido de Neruda o a Vivir para contarla de García Márquez, sin descartar a Galeano.
Dos alas de un mismo vuelo es el retrato íntimo, al modo fantástico, de la historia boliviana en la segunda mitad del siglo XX, construido por quien vivió esos años intensamente, abrazó los ideales de transformación social y les dedicó con pasión una buena parte de su existencia.
Una persona no exenta de errores, contradicciones y enredos a los que a veces suele conducir la lucha política. Alguien que no perdió la agudeza de su ingenio y el mágico poder de su palabra aun en las más complicadas situaciones de la vida.
Un poeta capaz de despertar el fervor de los jóvenes cuando declamaba su Ordalía inconclusa en una asamblea multitudinaria de universitarios, en momentos en que comenzábamos a sacar la cabeza luego de la larga noche la clandestinidad que nos impuso la dictadura de Banzer.
Yo asistí a uno de tales eventos y siempre me he preguntado si para un poeta puede haber mayor satisfacción que la que obtuvo Ramiro Barrenechea: el público de pie le ovacionaba y le pedía que repita sus versos, como a un auténtico cantautor.
Un hombre que se lució en la cátedra universitaria. Que hizo notables aportes académicos trátese de la historia del libro, de la sociología o del derecho agrario. Contribuciones que no se reconocen, se ignoran o se trata de ahogar en el mar viscoso de la mediocridad rampante, de los prejuicios y las envidias que reinan en nuestras casas de estudios “superiores”.
Un líder político cuya proyección se truncó por una madeja de situaciones insondables. Que quizá está en deuda consigo mismo y con sus seguidores, pues todavía están en suspenso balances de sentido crítico, y también autocrítico. Se espera de él la chispa que encienda antiguos y necesarios debates que ayuden a explicar la génesis y la perspectiva de los procesos actuales y, de paso, apacigüen las angustias de quienes no hemos cambiado de bando, ni nos arrepentimos de haber entregado lo mejor de nosotros a la lucha por un cambio revolucionario y por una democracia avanzada que lo haga posible ¿Sirvió de algo la resistencia a las dictaduras? ¿Cuál es nuestro principal aporte a este país como generación de revolucionarios? ¿Qué hicimos bien, en qué nos equivocamos y qué dejamos de hacer en el camino que emprendimos desde muy jóvenes?
Dos alas de un mismo vuelo es un multifacético y apasionado collage boliviano que podríamos entender como una provocación a reabrir esas reflexiones ineludibles.
Al no tener el rigor del documento estas memorias no valen como testimonio historiográfico, dice Ramiro Barrenechea. Pero en eso se equivoca. ¡Qué sería de la Historia sin los matices, las percepciones, las visiones y el sello individual aportado por sus protagonistas!
(*) Prólogo escrito por el autor al libro Dos alas de un mismo vuelode Ramiro Barrenechea Zambrana, publicado en agosto de 2010.
(**) Carlos Soria Galvarro es periodista e historiador