Trump y el informante
Trump intentó coaccionar a Ucrania para que interfiriera en la elección presidencial de 2020. La pregunta central es si el Presidente puede salirse con la suya usando como arma el Gobierno federal.
Hay tanto que no sabemos sobre la denuncia de un informante relacionada con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero estas son cuatro cosas que sí tenemos claras. Primero, al parecer a un experimentado funcionario de inteligencia le inquietaron tanto las interacciones de Trump con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que sintió la necesidad de presentar una queja. Segundo, al inspector general de la Comunidad de Inteligencia, Michael Atkinson, quien fue designado por Trump y tiene una larga experiencia en temas de seguridad nacional, la preocupación del informante le pareció legítima y apremiante.
Tercero, la denuncia del informante llegó después de que Trump y sus asociados presionaron al Mandatario de Ucrania para que iniciara una investigación de corrupción que involucra a Joe Biden y su hijo, Hunter. El resumen ucraniano de una llamada telefónica hecha el 25 de julio entre Trump y Zelenski incluía este críptico enunciado: “Donald Trump está convencido de que el nuevo Gobierno ucraniano rápidamente podrá mejorar la imagen de Ucrania, concluir la investigación de los casos de corrupción, que inhibieron la interacción entre Ucrania y Estados Unidos”. The Wall Street Journal informa que, en dicha comunicación, Trump pidió a Zelenski unas ocho veces que trabajara con el abogado de Trump, Rudy Guliani, para investigar a los Biden. ¡Ocho veces! Sin embargo, ¡persistió!
Cuarto, Trump retuvo 250 millones de dólares en asistencia militar que Ucrania necesitaba con urgencia para defenderse de las agresiones rusas, aunque el país eslavo no estuvo al tanto sino hasta agosto. La Casa Blanca liberó el dinero recién después de la denuncia del informante y de que miembros del Congreso intercedieran. Aunque la situación es turbia, hay algo claro: esto apesta.
La postura de Trump es que su llamada con Zelenski tuvo “un tono adecuado y correcto” y que “no importa lo que se discutió”. Por lo tanto, parece que, tras beneficiarse de la interferencia rusa en las elecciones de 2016, Trump intentó coaccionar a Ucrania para que interfiriera en la elección presidencial de 2020. Es especialmente atroz que Trump pareciera estar más que dispuesto a dar 250 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses a cambio de la ayuda de Ucrania para infamar a un rival democrático.
Giuliani ha sido de ayuda al reconocer que instó al Gobierno ucraniano para que investigara si los esfuerzos diplomáticos de Biden habían tenido como propósito apoyar a su hijo, Hunter, quien había formado parte de una compañía de gas en Ucrania (no hay evidencia de esto). Giuliani también presionó a Ucrania para que volviera a investigar unas antiguas acusaciones de corrupción contra Paul Manafort, el antiguo director de campaña de Trump, y concluyera que habían sido un ataque político en contra de Trump.
Es decir, que al parecer el Mandatario intentó usar el poderío diplomático de Estados Unidos y sacar partido de la ayuda militar para hacer que Ucrania exonerara a Manafort por lo ocurrido durante las elecciones de 2016, y mancillara a Biden en las de 2020. La incoherencia de la postura de Trump y Giuliani es evidente en esta entrevista que se transmitió la tarde del jueves pasado por CNN. Chris Cuomo: —¿Le pediste a Ucrania que investigara a Joe Biden? Rudy Giuliani: —No. En realidad no lo hice… Cuomo, 24 segundos después: —¿Entonces sí le pediste a Ucrania que investigara a Joe Biden? Giuliani: —¡Claro que lo hice!
Trump ha sido acusado, de manera creíble, de usar la influencia de la Casa Blanca para enriquecerse (¡reuniones de cumbres en propiedades de Trump!), de protegerse contra la Justicia (presionando al exdirector del FBI James Comey, ¡ofreciendo indultos!) y de castigar a quienes percibe como adversarios (Amazon, CNN, Andrew McCabe, entre otros). Ahora, quizá se haya servido del poder de la presidencia para obtener una ventaja política.
Esto es una bomba tras otra. Además de la acusación inicial del informante, está la negativa del director interino de inteligencia nacional, Joseph Maguire, de obedecer la ley federal y pasar la resolución del asunto al Congreso. La ley es muy clara, pero también es cierto que tanto Bill Clinton como Barack Obama sugirieron que puede haber situaciones relacionadas con información confidencial en las que un presidente no debería seguir las normas. Estas son cuestiones muy delicadas que enfrentan al Poder Ejecutivo con la supervisión del Congreso.
Jeffrey Smith, el consejero general de la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) durante el gobierno de Bill Clinton, me comentó que, a pesar de los argumentos técnicos y legales, siempre debe haber maneras para permitir la supervisión, sobre todo si en el fondo el asunto está una promesa hecha por el presidente a una potencia extranjera.
Smith mencionó una ocasión durante su tiempo en la CIA en que surgió un asunto que en términos estrictos no requería que se informara al Congreso, pero que de cualquier manera planteaba cuestiones inquietantes. Después de estudiar mucho el tema en la agencia, dio un informe a los líderes congresistas conocidos como “la banda de los ocho”, y Smith me dijo que ahora sería apropiado hacer lo mismo.
Miren, la denuncia de este informante se va a filtrar. La contumacia del gobierno de Trump solamente va a contribuir para que este asunto llame más la atención. Cuando los historiadores estudien el período de Trump, creo que verán una lucha entre un Presidente fuera de control y diversas instituciones estadounidenses, como los tribunales, la función pública, las fuerzas de seguridad pública, la comunidad de inteligencia, la Cámara de Representantes y los medios noticiosos, los cuales generalmente han realizado una labor creíble de defender las leyes y normas y pronunciarse contra el gobierno de un solo hombre. La única institución que Trump ha absorbido por completo es el Partido Republicano que está en el Congreso.
La lucha actual en torno al informante quizá sea recordada como la batalla definitoria de esa confrontación épica. La pregunta central es si el Presidente de Estados Unidos puede salirse con la suya usando como arma el Gobierno federal para castigar a sus oponentes políticos, o si las restricciones legales y la supervisión del Congreso lo pueden mantener a raya. Esta es una prueba para el sistema político estadounidense, y los próximos meses determinarán si la aprobamos.
* Periodista y analista político, columnista del New York Times. © The New York Times, 2019.