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Prohibir sin educar

Aunque todavía es una idea en construcción, dirigentes de las confederaciones de maestros, urbanos y rurales, anunciaron que pedirán al Ministerio de Educación prohibir el reguetón, los bailes obscenos asociados con éste, las minifaldas y juegos de ocultismo como la güija. Los proponentes de la idea parecen haber olvidado que es en su campo donde debe reemplazarse censura con educación. 

El ejecutivo de la Confederación de Maestros Rurales de Bolivia considera que los movimientos provocativos del reguetón pueden afectar “el bienestar de los estudiantes”. Igual opinión tiene el máximo representante de la Confederación de Maestros Urbanos, quien sostiene que esta música lleva a las y los jóvenes “a la depresión y a comportarse de una forma irracional”. Los dirigentes del magisterio quisieran que el baile se prohíba en las escuelas. Similar criterio tienen sobre las minifaldas.

Sobre “eso a lo que llaman güija”, el dirigente de los maestros rurales sostiene que es un “juego diabólico y perverso” que “no se debe permitir” en los colegios. Es posible que tal apreciación tenga que ver con un reciente cuadro de histeria colectiva en un colegio chuquisaqueño, en el que varios adolescentes sufrieron convulsiones y desmayos luego de probar el juego.

Al respecto, el Viceministro de Educación Regular dijo estar de acuerdo con la idea de prohibir el reguetón, pero se abstuvo de hacer más comentarios hasta analizar el tema. Los dirigentes del magisterio anunciaron que pedirán que la prohibición se produzca en forma de resolución ministerial.

Quien va contra esa corriente es el presidente de la Junta Nacional de Padres de Familia, ya que opina que debe preguntarse a los expertos sobre el tema, pues un intento en la década de 1990 de prohibir otro baile de moda considerado obsceno solo logró despertar más curiosidad entre las y los adolescentes. “Se debe ser serio al plantear una propuesta”, afirma. Además, cree que la educación sexual que se brinda actualmente no debe estar a cargo solo de psicólogos, sino también de trabajadores sociales.

Un psicólogo consultado por este diario asevera que la respuesta está en la educación y no en la prohibición, y sugiere trabajar más bien en procesos de educación para la sexualidad y la elección de pareja. Recuerda el especialista, además, que el cuestionado ritmo musical no es ilegal en el país.

Lo verdaderamente preocupante no es que este tipo de ideas aparezcan, puesto que sucede episódicamente, sino que los portadores en este caso son maestros, quienes, lejos de comprender la importancia de lo que está en juego, pretenden que el Estado avale formas de censura que no tendrán ningún efecto real, para así evitarse el trabajo de educar a las y los adolescentes en cuestiones como sexualidad, el cuidado del cuerpo y, sobre todo, el respeto necesario para construir relaciones sanas. Prohibir bailes y vestimentas echará oscuridad sobre las escuelas y nada de luz en la vida de chicos y chicas.