Cabildo cruceño
Ha sido, en resumen, un cabildo exitoso, incluso si eso significa que sus logros son solo simbólicos.
De parabienes está el Comité Cívico Pro Santa Cruz, pues su último cabildo, organizado el viernes a los pies del Cristo Redentor, fue un éxito de convocatoria y, sobre todo, permitió a la elitista dirigencia cívica recuperar la legitimidad que había perdido luego de sus fracasos en la lucha política contra el Gobierno central. El cabildo sirvió también para “aprobar” una agenda cruceñista.
Aunque fueron más los temas tocados y convertidos en “juramento” de parte de las y los asistentes a la multitudinaria reunión, los medios de comunicación coincidieron en resaltar tres de ellos: el desalojo de las comunidades interculturales que se están asentando en la Chiquitanía, el “voto castigo” al oficialismo gubernamental, y la búsqueda de un modelo federal para el Estado boliviano.
Once personas tomaron la palabra en el acto que reunió, según sus organizadores, a 1,6 millones de personas (cifra poco probable, pues implicaría que uno de cada tres habitantes de Santa Cruz estaba alrededor del emblemático monumento), y aunque uno de los obispos afirmó el domingo que “población reafirmó los valores cruceños como la solidaridad, hospitalidad, alegría, paz y justicia”, también fue evidente que actualizaron los discursos regionalistas.
Así, volvió a usarse el verbo “avasallar”, de nefasta memoria en el imaginario cruceño y asociado con la migración occidental (al extremo que hoy en Santa Cruz de la Sierra los nacidos en esa ciudad son menos del 50%). Esta vez los “avasalladores” son los campesinos interculturales, identificados en el acto como “colonos”, a quienes se les dio un plazo perentorio para desalojar las tierras supuestamente tomadas arbitrariamente.
También fue evidente el interés de las y los oradores en identificar las quemas, que este año dejaron trágico saldo en vidas humanas y territorio devastado por el fuego, con los campesinos, ocultando deliberadamente que todos los años la gran agroindustria prepara sus terrenos para la siembra quemando vegetación.
Se afirmó que la reunión no tenía intereses políticos, lo que es casi como negar que el agua moja, incluso si se tuvo el cuidado de no asociar el acto con ninguna de las fuerzas en campaña electoral. Pero sí se demostró profundo resentimiento y desprecio por el oficialismo gubernamental, al que se adjudican todos los males del país, casi como si la historia de Bolivia hubiese comenzado en 2006.
Finalmente, la consigna de caminar rumbo al modelo federal motivó reacciones tibias y contemporizadoras en casi todos los agentes de la política actual, quienes afirmaron que es un asunto que debe debatirse; lo cual significa que la idea sigue en el reino de las posibilidades. Aun así, es un poderoso incentivo para movilizar opiniones entre la población. Ha sido, en resumen, un cabildo exitoso, incluso si eso significa que sus logros son únicamente simbólicos. Habrá que temer, sin embargo, posibles brotes de violencia regionalista y racista; ojalá que no.