¿Política de ciudad sin ciudadanos?
Una política de Estado debe ocuparse por temas estructurales como el ordenamiento territorial
Uno de los debates en la actual construcción de la Política Nacional de Desarrollo Integral de Ciudades (PNIDC) impulsada por el Gobierno se centra en si debería tratarse de una política de ciudades o una política urbana, pues se trata de dos enfoques diferentes. Desde algunos espacios hemos abogado porque se trabaje desde un marco más integral (lo urbano), y no tan enfocado en las ciudades como unidades específicas, bajo la sospecha de que la administración actual, al igual que el resto de los gobiernos, le interesa acciones efectistas, de corto plazo y de inmediato rédito político.
Sin embargo, urge entender que una política de Estado va mucho más allá de una sumatoria de proyectos en ciudades o inversiones puntuales, en tanto debe preocuparse por temas estructurales como el ordenamiento territorial, la construcción de ciudadanía, el derecho a la ciudad, etc. Incluso nuestra posición está respaldada por el propio Plan de Acción Regional para la implementación de la Nueva Agenda Urbana 2016-2036, que en su primer eje se refiere a “políticas nacionales urbanas”, y no a una política de ciudades.
Sabiendo que los distintos enfoques urbanos han confrontado recurrentemente enormes dificultades para definir el objeto de estudio, en este breve artículo se busca enfatizar la importancia de distinguir entre la urbe y la ciudad, pues técnicamente no son lo mismo. Los actuales esfuerzos y debates de la actual política de ciudades aún no han precisado estos conceptos. Se confunde ciudad, lo urbano, centros urbanos, etc.; y se los equipara con lugares, límites, dimensiones demográficas… Con umbrales absolutamente discrecionales como definir a un centro urbano como todo asentamiento con 2.000 o más habitantes. Y lo que estaría por debajo de esta línea poblacional es calificado como rural. Estas categorías, que hasta ahora tienen plena vigencia, son mecánicas, simplistas. Y peor aún, a partir de ellas se construye el “sistema de ciudades”, con tramos que van desde centros urbanos mayores, intermedios y menores.
Esta mirada estática e irreal se rompe en mil pedazos cuando se observan vínculos intensos, incesantes, multidireccionales y muy dinámicos entre el campo y la ciudad protagonizados principalmente por pobladores migrantes que huyen de sus parcelas; las cuales resultan insostenibles por diferentes razones. Y porque las condiciones rurales en las que se desenvuelven no ofrecen las mínimas condiciones de salud, educación e ingresos.
Este brutal despoblamiento indígena/campesino, especialmente en el occidente del país, está configurando estos intersticios, interfaces, lugares que no son ni rurales ni urbanos, y que están impulsando una nueva estructura que los académicos denominamos incorrectamente “periferia”, “suburbano”. Conceptos que hoy día están reñidos con el de ciudadanía, entendida como igualdad de derechos.
En efecto, en nuestro país la migración interna y la multilocalidad están reconfigurando innumerables lugares en los que se dan activas sinergias entre el campo y la ciudad. Ante estas transformaciones territoriales se crean nuevas categorías como la “rururb”, entendida como la influencia del campo a la ciudad, cuya versión sería indígenas en las ciudades. O la de “periurbanización”, que marca el sentido opuesto: la influencia de la ciudad al campo, extendiéndose difusamente como una mancha de aceite, devorando el suelo rural. Aquí las fronteras y “dicotomías” se desdibujan y recrean una nueva configuración territorial. Si las ciudades son entendidas como lugares a partir de tamaños, magnitudes demográficas y cuantitativas, ¿dónde queda el concepto moderno de territorio, comprendido como una producción social y económica y no reducida a las dimensiones físicas?
En una segunda parte se abordará el tema de cómo superar la comprensión reduccionista, cómo ir más allá de las intervenciones urbanas, de enfoques sectoriales, a fin de poder construir ciudad fortaleciendo la ciudadanía entendida como igualdad de derechos como principio rector.
* Sociólogo urbano, docente investigador de la UMSA.