Voces

Tuesday 16 Apr 2024 | Actualizado a 07:19 AM

Esta tierra inocente y hermosa…

En ese tiempo, el récord de corrupción ha superado a los gobiernos de todos los matices

/ 13 de octubre de 2019 / 09:14

La séptima estrofa del Himno Nacional de Bolivia nunca se la canta, dice: “Esta tierra inocente y hermosa/ que ha debido a Bolívar su nombre/ Es la patria feliz donde el hombre/ goza el bien de dicha y paz”. No sabemos qué estaba pensando el autor, el abogado chuquisaqueño José Ignacio de Sanjinés, cuando escuchó los versos que él mismo compuso, y que se estrenaron en 1845, en el Teatro Municipal, durante el gobierno del general José Ballivián, con fondo musical compuesto por Benedetto Vincenti.

Indudablemente el territorio boliviano es de una belleza destacable. País de poderosos contrastes, aislado internamente por las montañas de las cordilleras Real y de los Andes, y encajonada por el escudo brasileño. Sobrevivimos a todos los conflictos con nuestros países vecinos, los cuales, a su turno, consideraban que la creación del Estado boliviano era una anomalía continental que debía balcanizarse. No fue así, hasta el día de hoy, dando tumbos extremos, todavía estamos aquí. Después de 37 años de vida democrática, podemos decir que los males persisten y que los políticos (con pocas excepciones) han sido perversos y malévolos. No estaban a la altura de la estética de la tierra y lejos de la mística que fomentaba Franz Tamayo, pero sí muy cerca de la inocencia de su población.

Estamos a escasos días de una nueva justa electoral, la mayoría de la población joven decidirá quién sigue al mando del Estado, pese a la indiferencia absoluta por enterarse de los programas de gobierno. La casi homogeneización programática no permite una nitidez ideológica, todos apuntan al centro, la oposición no quiere tocar los aciertos del oficialismo y la palabra privatización ha desaparecido.

En 13 años de gobierno hubo cambios profundos y eso es innegable. Pero también es irrefutable que en ese tiempo el récord de corrupción ha superado a los gobiernos de todos los matices; los actos de autoritarismo y manipulación judicial son vergonzosos; el matonaje contra los militantes críticos llega hasta a sus hijos; el grado de sumisión y adulonería al presidente candidato Evo es patético (si antes se volvían cholas para acceder al poder, ahora algunos simuladores se ponen poncho para hacerse a los indígenas).

Todos los candidatos, como era previsible, han enfocado su narrativa hacia el orden moral como escudo para confrontar al oficialismo, porque si en algo el presidente Evo fracasó rotundamente es en controlar los desmanes en las arcas públicas. A tal extremo ha llegado la corrupción que se ha asentado la práctica de la coima como algo normal; no existe una sola institución del Estado que no tenga en su gestión irregularidades, y esa es la razón para que de pronto aparezcan nuevos ricos.

El oficialismo tendría asegurado su triunfo en la primera vuelta si el despilfarro en el que cayó, seguramente atizado por los adulones, no hubiese atrapado la egolatría de su caudillo; si hubiese instruido la construcción de varios hospitales en vez de tirar millones de bolivianos en el Museo del silencio de Orinoca, donde solo se escucha la música del viento. Si hubiese tenido un arquitecto audaz e inteligente no habría levantado el monolito detrás del Palacio Quemado, destruyendo el patrimonio material de la ciudad. Lo habría construido en la acera este, donde todos los edificios patrimoniales pertenecen al Estado. Pero los contratos ya estaban fraguados y no podían volver atrás porque había unos dinerillos de por medio. Y así podríamos seguir, con una interminable lista de acciones sobre la infraestructura que ha generado una nueva clase híbrida enriquecida a costa de coimas.

Ante la embestida contra los recursos del Estado, es bueno recordar a los habitantes de El Alto cuando, en octubre de 2003, regaron con sangre el fin de una era y la recuperación del gas del que se beneficiaron muchos y se aprovecharon pocos. Como ocurrió con la revolución de 1952, el apoltronamiento y los pequeños bravucones enquistados en las oficinas públicas que se creen dueños de los dineros del Estado ocasionó que la clase desplazada vuelva sigilosamente al aparato del Estado. Eso ya sucedió, ahora nos toca decidir: o más de lo mismo o saltamos a la incertidumbre. La política es un negocio y ya no pueden aprovecharse de nuestra inocencia.

Edgar Arandia Quiroga

es artista y antropólogo.

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Censo de 1900 y emigración

/ 7 de abril de 2024 / 04:28

Mi compadre Teo tuvo que viajar a su pueblo, donde tiene su dotación de tierra que la cultivaba antes de ser desplazado a la urbe; viajó un día antes que se verifique el Censo de 2024. En ese territorio nacieron sus abuelos y sus padres. El motivo era simple, si no lo hacía podía incubar un problema jurídico con su comunidad y el Estado para conservarlos.

El Decreto Supremo 05678 de 1963, promulgado durante el menguante gobierno del MNR presidido por Paz Estenssoro, decretaba en Consejo de Ministros lo siguiente:

“Artículo Único. Los ex comunarios o descendientes en línea directa de éstos, que hubieran obtenido tierras por vías de restitución o afectación y que las abandonaron por más de tres años de conformidad al DS Nº 4235 elevado a rango de ley en 29 de octubre de 1956, para dedicarse a actividades distintas a la agricultura dejando su condición de campesinos al no trabajarlas personalmente, perderán su derecho de propiedad, revirtiéndose a dominio del Estado para su dotación mediante el procedimiento ordinario de Reforma Agraria, a los campesinos que las trabajan en condición de colonos, arrenderos, arrimantes o bajo cualquier otra forma y siempre que no tuvieran otras dotaciones, o a los insuficientemente dotados, a ex-colonos del fundo y finalmente para beneficio de la misma comunidad mediante cultivo común.

El señor Ministro de Estado en el Despacho de Asuntos Campesinos, queda encargado de la ejecución y cumplimiento del presente decreto. Es dado en el Palacio de Gobierno de la ciudad de La Paz, a los treinta y un días del mes de diciembre de mil novecientos sesenta años” (sic).

Los ministros que acompañaban a Paz Estenssoro eran: Jordán Pando, Arze Quiroga, Fortún Sanjinés, coronel Rivas Ugalde, Mario Sanjinés, Franco Guachalla, Gumucio Reyes, Cuadros Sánchez, José Fellman, Ñuflo Chávez, Peres Alcalá, G. Jáuregui y José Antonio Arce. Todos conspicuos movimientistas que fueron cercanos colaboradores de Paz Estenssoro durante sus gestiones constitucionales. Llama la atención la presencia de José Antonio Arce que, seguramente, fue unos de los pilares para dicho decreto, sin prever las contingencias futuras que propiciaron el engorde de tierras y la especulación, sobre todo en el oriente boliviano, a donde nunca llegó la Reforma Agraria. Se vislumbra nítidamente que los grandes conflictos sociales se generarán en estos territorios, de hecho, con el Censo actual ya reverdecen intereses territoriales de corporaciones y clanes familiares que detentan miles de hectáreas que nunca fueron saneadas, muchas en manos de extranjeros que ocupan cargos políticos ejecutivos.

Las calificaciones de “malagradecidos, que no vuelvan estos indios que convierten la ciudad en un basurero, que se queden en sus puebluchos”, eran recurrentes, no solo de algunos habitantes de las ciudades, sino de ejecutivos del Estado que develaron su profundo racismo que les brotaba inconscientemente, siendo grotesco en algunas autoridades.

Mi compadre Teo fue a hacerse censar a su pueblo y mi comadre se quedó en El Alto. Ese fenómeno que produjo el decreto y la emigración masiva no es nuevo, porque la Reforma Agraria nunca dotó de la infraestructura comercial y logística para que se desarrolle el agro, sobre todo en el occidente de Bolivia, de ahí que el desarrollo es asimétrico y la migración interna y externa sigue siendo una posibilidad de buscar mejores condiciones de vida. Recientemente un grupo de bolivianos fue timado con visas falsas a España con la ilusión de que un año o dos saldrán de la pobreza. Muchos regresan a su país derrotados y desilusionados a engrosar a los gremiales y comerciantes.

En el Censo de 1900, reedición facsimilar (2012) realizado por el Archivo y Bibliotecas Nacionales de la Fundación Cultural del Banco Central, elaborado durante el gobierno del presidente Pando, que acababa de derrotar al Zárate Willca, la oligarquía minero feudal asumió la tarea de encarar un censo general de población pese a las dificultades logísticas. Existen datos que revelan que la mayoría de los bolivianos vivían en al área rural y eran originarios de las regiones, con sus propios sistemas de organización política y económica.

Existen muchos datos en el texto que actualmente nos parecerían curiosos y nos develan un país en vías de consolidación y ya, desde entonces, fracturado.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo. 

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Elogio del lápiz

/ 24 de marzo de 2024 / 01:38

Los seres humanos nos distinguimos de la fauna zoológica por nuestra capacidad —para unos innata y para otros adquirida— en nuestra necesidad de expresarnos hacia afuera desde adentro. Así, en la edad de las cavernas los primigenios humanos usaban los carbones con grasa animal para ritualizar la caza dibujando en sus cavernas, también con un afán estético de decorarlas con elementos de la naturaleza y de paso, memorizar y aprender a reconocer con quienes convivían. Fueron los primeros inicios de la ciencia y el arte.

La humanidad, antes de concebir el lenguaje, ya hacía incisiones en los muros, los primeros petroglifos, una forma rudimentaria de la escritura ideográfica para alertar o informar geográficamente si el lugar era seguro y podían instalarse para su alimentación con los frutos del sitio y la caza.

Durante miles de años, los inquietos inventores buscaron una manera de plasmar ideas, proyectos, dibujos y sus sueños con la creación de un instrumento que fuera fácil de llevar y de ser corregido para enmendar y pulir una idea.

Alberto Durero (1471-1528), afanado por obtener resultados para sus proyectos, concibió una varilla de aleación de plomo y estaño, pero requería de un soporte especial y su aplicación necesitaba tiempo y extrema habilidad, por lo que fue desechada por su costo y sus exigencias técnicas. Así pues, siguió buscándose un medio de dibujo y escritura más inmediato y versátil, y que pudiera corregirse.

El material idóneo, el grafito, se descubrió en Bavaria en 1400, pero no sabían de su potencial, como siempre ocurre cuando se descubre algo. Recién en 1504 se encontró un yacimiento de grafito puro en Burrowdale, Cumberland, Inglaterra. Pensaban que era plomo y como se utilizaba para marcar piedras, lo nombraron “lápiz de plomo”, originándose un error hasta que se comprobó que era un mineral distinto, y a partir de 1789 se le llamo grafito.

El primer lápiz grafito se inventó en 1662, los primeros sistemas de envoltura consistieron en rodearlo de una cuerda que se iba desenrollando a medida que se gastaba la punta del lápiz, además del portaminas latón, similares a los de hoy. En Inglaterra, Faber estableció su fábrica en 1761, empleando una mezcla de dos partes de grafito con una de azufre. En el siglo XVIII, Napoleón, irritado porque por que importar los ingredientes, pidió a Conté que desarrollara un sustitutivo. El resultado fue una mezcla de arcilla, grafito, agua y pasta endurecida en hornos y después introducida en surcos hechos de madera. Este fue el antecesor del lápiz moderno, al que se le añadió un cabezal de goma para enmendar errores, corregir y sellar el resultado final.

Sus hermanos, los lápices de colores, se fabrican con mezcla de caolín, ceras y variedad de tintes. Actualmente existe una enorme variedad de este maravilloso instrumento en calidades de dureza, además de sus múltiples usos en arte, contaduría, arquitectura pese al AutoCAD, ingeniería, etc. Hasta hoy la tecnología no ha podido anularlo y excluirlo. Se aprende a escribir y leer acompañado del lápiz, innumerables bocetos de los principales inventos fueron hechos con lápiz, las primeras constituciones y leyes, para luego pasarlas con tinta indeleble para su registro final, obras clásicas de la literatura fueron escritas y corregidas gracias al lápiz.

La enorme esterilidad de nuestros legisladores y políticos buscan los pretextos más triviales y banales para aprovechar cualquier acción gubernamental para desacreditarlo, que el Gobierno alimenta con su gestión lerda y vacilante. Es el caso del Censo en que, ahora a falta de argumentos sólidos, ya adelantan un supuesto fracaso por culpa del lápiz. Sin embargo, las disputas regionales solo ratifican lo que sabemos la mayoría de los habitantes: el Estado boliviano no está consolidado como tal y existe una desconfianza mutua entre los caciques de las regiones que se atrincheran para supuestamente defender “sus territorios”, como si no pertenecieran a un mismo Estado. Sacan a relucir su candorosa interpretación de un Censo de Población y Vivienda con un lenguaje belicoso contra sus vecinos, con el único propósito de apuntalar su efímero poder y mantener sus privilegios. El lápiz, maldecido por la crápula política, puede originar mayores disputas. He ahí su poder.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo. 

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Lectura de comprensión

/ 10 de marzo de 2024 / 00:41

Obligado por un embate inesperado a nuestra salud, abandonamos la columna periodística. Enterado mi compadre Teo, apareció en mi casa, intrigado por séptima vez que salía casi moribundo de una clínica. Él está informado que en mi seguro casi me eliminan dos veces, así es que mi desconfianza me llevó a recurrir a la medicina privada que es, como todos sabemos, cara. Sin embargo, me resolvieron el problema por el momento y me pauperizaron por un buen tiempo.

Como no podía ser de otra manera, para elevarme mi ajayu, comenzó por rebautizar a los parlamentarios que promovieron el box, la lucha libre, practicados por las cholitas wrestling en el Polifuncional alteño, aparte de las improvisadas chasqueaduras y patadas.

Ejemplo que fue replicado, incorporando la nueva técnica de las sillas voladoras en un congreso campesino en Oruro.

Todos sabemos que el lenguaje es la expresión del pensamiento por medio de palabras. El pensamiento se produce bajo dos formas, las ideas y los juicios; los legisladores demostraron que no tienen ninguno de estos requisitos para entenderse. Esa puede ser una prueba palpable de cómo la competencia de la lectura no solo afecta a las nuevas generaciones, sino que las pasadas las tienen arraigadas en su comportamiento, dando un atroz ejemplo a la práctica democrática que privilegia el diálogo. Así, Teo dice que la legisladora Gloria ahora es “Tyson” Callisaya, que el señorito Ormachea es “Mister Tabla siqi”, y otro luchador es el “Provocador” Roca que huye, entre otras la “Boquita Pintada” Náyar que nunca emite una idea y lucha con su boca, estilo k’atera o la “Llorona” Campero que ahora incuba un juicio contra su contendora. A tal deterioro obsceno han llegado que urdieron un debate intenso y casi metafísico por el pollo frito que habían recibido algunos boxeadores en desmedro de otros. Esos son “nuestros” representantes que hemos elegido.

En los primeros años de la escuela, los profesores se afanan para enseñarnos a leer a través de ilustraciones y signos para entender y fijar, con textos cortos y fáciles, las primeras frases. Es un proceso crucial porque nos prepara para comprender y reflexionar sobre el universo cultural que ha creado la humanidad. En los raros debates que vemos en la Asamblea, la mayoría está presa de sus celulares, no atienden y escuchan de refilón, esperando fin de mes para cobrar su jugoso sueldo por estar vigilando su celular de sentados.

Por eso no es de extrañar que el compromiso escrito que suscribieron el oficialismo con las oposiciones no fue leído y entendido correctamente y para facilitarles el trabajo, recibieron instrucciones para oponerse sin aquilatar los resultados: trifulcas y vergonzosas escenas capitaneadas por las vanguardias femeninas como grupo de choque.

¿Entenderían lo que estaban firmando? O es como ocurre con la ley de jubilación que todos los países tienen, grupos de dirigentes que, seguramente en el colegio y la universidad, eran pésimos estudiantes a la hora del Control de Lectura y entendieron otra cosa. Ahora las oposiciones usan el Censo de Población y Vivienda como instrumento para generar, esta vez, polarizaciones regionales. El ancestral desorden de la república que, en más de siglo y medio, no pudo resolver los límites jurisdiccionales de los departamentos y ciudades, y menos el Gobierno actual, eso devela la fragilidad de un Estado secuestrado por caudillos de republiquetas. Justamente ahora, manipulan y tergiversan el Censo para fines políticos, tal pareciera que el control de lectura no sirve de nada para los legisladores que interpretan a su antojo los textos con fines espurios, cuando éste es útil para evaluar los aspectos y de comportamiento en función del capítulo que se usa para su análisis. Sirve, a su vez, para probar el conocimiento de su campo de acción. Éste se considera un paso más allá de la comprensión que pueda a alcanzar el lector de un texto, suscitando dudas, crítica, adaptación, pero llegando a generar una habilidad de cara a los textos relativamente complejos para una posterior reflexión y análisis.

¿Estarán enterados estos individuos que su poder no es ilimitado y su menosprecio a la inteligencia popular les costará el olvido y el desprecio de sus electores? Están menoscabando la credibilidad de la democracia, irresponsablemente.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo. 

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El fracaso de los políticos

/ 17 de diciembre de 2023 / 03:03

Una persistente lluvia que se filtraba a mi taller me obligó a pedir ayuda a mi compadre multipropósito Teo. Personaje éste que evolucionó de zapatero quebrado —durante la pandemia— a librero y voraz lector, sin perder sus habilidades como albañil, plomero y otras competencias que ejercería si fueran requeridas. Es rutinaria la aparición de estas personas que emigraron del área rural a una ciudad hostil y racista que las obligó a desplegar su creatividad e inteligencia para sobrevivir y, en muchos casos, remontar la pobreza con un alto costo humano al desarraigarse de su cultura comunitaria y alejarse de su ethos que las vinculaba umbilicalmente con la tierra. Este importante grupo humano también, pese a todo, cree en la democracia.

La solución que encontró para mi percance fue sencilla y eficaz. Sin mayor trámite resolvió el problema con una bolsa de nailon y una piedra. Después de la breve intervención ingenieril nos instalamos para hacer digresiones, ejercicio que disfrutamos mucho. Decidimos, hace mucho tiempo, en no creer nada y en cambio, pensar. Así surgió el tema de la política boliviana, sus actores, su entorno y su visceral inutilidad a la hora de servir, supuestamente, a la razón de Estado a la que se deben.

En 1531, Maquiavelo escribió un texto sobre el origen de éste: “En un principio del mundo, siendo los pobladores contados, vivieron dispersos como animales. Después, al multiplicarse las generaciones, buscaron entre ellos al más robusto y esforzado, le hicieron jefe y le obedecieron. De ahí provino el conocimiento de lo bueno y lo honesto y su distinción de lo malo y lo depravado (…) y se manifestaron los primeros conceptos de la justicia. Después, en caso de elegir, no buscaron al más robusto sino al más prudente y justo”.

Se supone que, cuando hay elecciones democráticas, elegimos no solo a los más prudentes, sino también a los honestos, creativos e instruidos para resolver problemas estatales. La creación de la República está a punto de cumplir 200 años de fracasos, frustraciones y siempre, en estado de guerra interna porque fue un engendro que excluyó a las mayorías.

El Estado, solo visible en actos simbólicos cívicos donde las Fuerzas Armadas exhiben sus deslumbrantes uniformes ante una población inocente que supone que vivimos en un Estado fuerte y sólido; sin embargo, nuestras fronteras son permeables y los delincuentes y contrabandistas entran y salen pavoneándose. Poco podemos decir de la Policía Nacional, con una minúscula cantidad de integrantes que mantienen su honestidad en medio del flagelo de la corrupción que ha carcomido su credibilidad.

Los políticos que medran en el parlamento, la mayoría, son la parte del infame combo; listos para llevar sus ofrendas florales a cuanto aniversario acuden para visibilizarse, pero incapaces de ponerse de acuerdo. Corroídos por su codicia y rencores personales; su aparición en los medios se torna desagradable cuando farfullan incoherencias teñidas de odio y revanchismo. Oposiciones y oficialismo han logrado desprestigiar la democracia, demostrando una total falta de respeto a la sociedad que los eligió y que, lamentablemente, no puede destituirlos con un revocatorio. Los encargados de hacer cumplir la Constitución se encargan de violarla y luego claman en el desierto indilgando la culpa a sus adversarios y viceversa. Se rasgan sus vestiduras, pero no sus bolsillos. Como siempre, sus promesas las archivaron como un reflejo de lo que acontece en elecciones universitarias en las que un candidato ofreció una pasarela como un acto demagógico, lo mismo acontece en juntas vecinales, sindicatos, clubes, etc. Un batallón de demagogos y farsantes está corroyendo la democracia, aparentemente por codicia personal en connubio con intereses de logias y corporaciones que desean un cambio de rumbo drástico, relegando a las fuerzas populares que, por primera en la historia, lograron la inclusión social que parecía lejana e imposible.

La fábula del zorro y el león que Wilfredo Pareto (1848-1923) usaba para patentizar la conversión que genera el poder de los leones que surgen de la masa para sustituir a los zorros de la élite gobernante y terminan devorados por sus antecesores. Tenemos ya un vecino león que promete un próximo edén; sin embargo, ya tiene cola de zorro y prepara su cena con los que detestaba.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.

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La danza cura el tedio

/ 3 de diciembre de 2023 / 00:24

El deporte plurinacional de los bolivianos es la danza. Si preguntamos a los habitantes de todo el territorio, un importante porcentaje reconocerá que participó alguna vez en alguna danza, tal vez en su época de la escuela o el jardín de niños (a la fuerza), en el colegio (bailar como robot y no danzar, estimulado por el pito del profesor de Educación Física)) o, luego de ese periplo, danzar como un ritual para un santo o una virgen en las entradas folklóricas que llenan el calendario con más fiestas que días tiene el año. Muchos, ya de adultos, lo hacen por mostrarse en su fraternidad (han acumulado bienes y capital), también es una manera de expandir sus redes sociales y personales para concertar negocios, matrimonios, compra y venta de bienes; vale decir que es una especie de bolsa de valores abierta por la danza y bendecida por los santos, tatas, vírgenes a los que hacen bajar del cielo a compartir con sus cofrades. El tiempo de la fiesta, como el arte, es un espacio de vivencia existencial, es el tiempo congelado, te olvidas de todos los problemas prosaicos de la vida: la danza te comunica contigo mismo y establece un vínculo con tu comunidad espiritual, a diferencia del baile que es un acto lúdico simple para divertirse.

Un conocimiento básico para ser legislador —pensamos a la hora de votar por ellos— es que deberían conocer la intimidad de su pueblo, de entenderlo, servirlo y amarlo. Eso pretenden los educadores, cuando en cada acto de clausura se emocionan y les brota un nacionalismo barato cuando enuncian su “amor a la patria” al ver las danzas de las diferentes regiones, de pronto su espíritu edil se evapora y brota el sentimiento de Estado.

Los legisladores, en su mayoría, hombres y mujeres, demostraron su bajo nivel instructivo en conocimientos de la geografía de sus regiones, sus potenciales productivos, niveles de pobreza, índice de analfabetismo y el promedio de vida. Los que tuvimos la esperanza de contar con legisladores que promuevan soluciones de desarrollo integral para sus regiones, fuimos estafados: gritan, insultan, agreden físicamente a sus oponentes y dan un espectáculo deplorable y deprimente. El circo romano en que han convertido la Asamblea aburre e irrita. Siempre se alude al lenguaje de las kh’ateras de los mercados para significar que son groserías y carecen de educación moral, sin embargo, las vendedoras tienen creatividad a la hora de enfrentarse; no podemos decir lo mismo de los legisladores, pues siempre acuden a su rancio repertorio desatado por sus obsesiones maníacas. Seguro que la mayoría no está enterada —reacios como son a la lectura— que conocer la intimidad histórica de un pueblo también se aprende a través de sus danzas.

Los colegios privados y estatales organizan festivales de danzas folklóricas, organizadas por los profesores de Educación Física que privilegian las capacidades cinéticas y psicomotrices, como parte de sus competencias pedagógicas para las que fueron formados, dejando de lado el origen de cada danza, su calendario agrario, la simbología de los pasos y la vestimenta, la etapa de su aparición histórica, su probable evolución y desarrollo estético, hasta convertirse en el cuerpo más extendido de las culturas bolivianas con expresiones colectivas en todo el territorio. Los políticos aprovechan estos escenarios, los usan como vitrina para mostrarse y potabilizarse ante las clases populares y medias que aman estas muestras de fe sincrética y cohesión social que los partidos políticos son incapaces de lograr.

Calculan que en la sede de gobierno existen más de 300 instituciones privadas de danza, sin contar las estatales y municipales. Estos grupos que forman danzarines sostienen un aparato pedagógico valioso que no es aprovechado, como parte de la formación del habitante con una visión de Estado plurinacional.

Recientemente fuimos a ver una puesta del grupo Bafopaz (Ballet Folklórico de La Paz), que, a través de las danzas ajustadas por un guión histórico, permitió apreciar el poderoso acervo cultural que atesoramos y no lo aprovechamos apropiadamente para formar a las nuevas generaciones, que requieren referentes que cohesionen todas las regiones de este proyecto de Estado republicano que agoniza. Nos curó del tedio que nos provocan los protervos políticos.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo. 

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