Cuenta regresiva
En esta campaña no se ha puesto en debate la posibilidad de cambiar el modelo estatal ni el económico
Como si se tratase de un temporizador de una cuenta regresiva incrustado imaginariamente, ese reloj dice que falta poco para el domingo 20 de octubre; fecha en la que se celebrarán los comicios presidenciales y parlamentarios en Bolivia. Los pronósticos sobre esta contienda electoral son imprevisibles. Aunque, a diferencia de otras elecciones recientes, hay una constante: la idea construida por algunos medios de una posible segunda vuelta.
Más allá de los cálculos electorales, se hace necesario preguntarse: ¿en estos comicios que se está jugando? Aunque quizás sea más adecuado hacer la misma interrogante, pero a la inversa: ¿qué no se está jugando? Va una primera aproximación. En esta campaña no están en debate el modelo estatal ni el económico. Vale decir, ninguna candidatura ha enarbolado la posibilidad de cambiar las estructuras estatales, nadie está hablando de reformas a la Constitución y, mucho menos, de la instalación de una Asamblea Constituyente.
A pesar de que uno de los mandatos del cabildo cruceño fue el federalismo, en un afán por cosechar réditos electorales con este evento, el candidato opositor Carlos Mesa afirmó que “no hay que tener miedo” al debate sobre el modelo federal. A su vez Óscar Ortiz, el otro candidato opositor, aseguró que, en caso de ser elegido, va a federalizar las autonomías actuales para dar a Bolivia una democracia plena. En todo caso, la cuestión federalista se quedó en un simple eslogan electoralista y no así en un horizonte político a debatirse a punto de abrir la Constitución.
Entonces, en esta coyuntura electoral no hay una polarización, entendida como una disputa entre al menos dos modelos estatales. Quizás una de las explicaciones a esta ausencia de polarización estriba en que el Estado Plurinacional se ha convertido en un “régimen discursivo” (como diría Michel Foucault), y hoy nadie pone en cuestión esta naturaleza estatal, por tanto, no está en el debate electoral.
El modelo económico es otro tema que nadie puso en debate. La bonanza económica experimentada en los últimos años en Bolivia ha hecho que este asunto, como era previsible, fuera soslayado, especialmente por la oposición. Si dos temas cruciales para un devenir estatal fueron esquivados (los modelos estatal y económico), entonces, ¿qué se está jugando en estas elecciones? Una de las hipótesis, merced a la incertidumbre ofrecida por las encuestas, es que se estaría jugando la alternancia en el poder. Aunque aquí se puede matizar una cuestión importante, el hecho de que tradicionalmente el voto rural se esconde en las encuestas; y quizás este voto junto con el del exterior sean decisivos para que el partido oficialista esquive la segunda vuelta.
Otra de las hipótesis está asociada con la transición del monopartidismo que ha caracterizado al sistema de partido en Bolivia en la última época hacia un modelo de pluripartidismo. Finalmente, la posibilidad de no alcanzar los dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional podría decantar en un eventual “Gobierno dividido”. En el caso del partido gobernante ya tiene experiencia, porque sorteó sus efectos negativos en su primera gestión, entre otras cosas, por la presencia activa de los movimientos sociales que se erigieron en otro elemento analítico para entender la estabilidad y la gobernabilidad política de la Bolivia de hoy.
* Sociólogo.