El día después
El domingo los bolivianos no solo ejercieron su derecho a elegir, sino también mostraron la cultura política vigente.
A pesar de que han pasado dos jornadas desde el día de la elección, es todavía pronto para sacar conclusiones respecto al resultado de la votación del domingo; sin embargo, eso no impide hacer algunas reflexiones sobre este nuevo ejercicio democrático en el que las y los bolivianos no solo ejercieron su derecho a elegir, sino también mostraron la cultura política vigente.
El principal rasgo de la pugna electoral del domingo, al igual que en todas las anteriores elecciones desde 1985, fue el civismo de la población, que se volcó masivamente a los recintos a depositar su voto. Actividad democrática que este año tuvo como ingrediente adicional el celoso control que miles de personas de una y otra tienda política ejercieron en sus respectivas mesas, a fin de “cuidar” su voto.
Resulta por ello especialmente irónico que desde ayer haya tanta presión sobre los tribunales electorales departamentales y sobre el Tribunal Supremo Electoral (TSE), acusados de pretender un fraude. El cual, según los especialistas en la materia, es poco probable que ocurra. Se trata, pues, de una narrativa cuidadosamente posicionada para asegurar que si los resultados son adversos a alguna de las fuerzas en pugna, sea más fácil poner en duda el resultado hasta extremos por ahora imprevisibles.
Abona a este malestar generalizado una actuación poco clara en el campo de la comunicación de parte de las autoridades del Órgano Electoral, quienes incluso provocaron, la noche del domingo, la preocupación del equipo de veedores internacionales comandado por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Tampoco ayuda el antecedente producido por la interpretación de los resultados del referéndum de febrero de 2016, que dejó profundamente descontento a un porcentaje importante del electorado.
El ambiente del “día después” también se ha visto enardecido por una manida narrativa que sostiene como condición sine qua non para la vigencia de la democracia la alternancia en el poder (en México por ejemplo es asunto constitucional), así como el posicionamiento de muchos jóvenes que votaron el domingo por primera vez y que sin conocer la Bolivia anterior a Evo Morales esperan algo diferente. Lo mismo puede decirse de muchas personas que ascendieron en la escala socioeconómica y ahora tienen nuevas expectativas.
Finalmente, no es un dato menor el que haya grandes probabilidades de que el país vaya, por primera vez en su historia, a una segunda vuelta electoral. Lo que dará paso a más campaña proselitista, pero también a la guerra sucia y la desinformación, que se ha probado exitosa en las últimas semanas.
El futuro inmediato se ve todavía conflictivo, y ciertamente lo que suceda en las siguientes horas y días motivará más comentarios como éste, en los que, esperemos, lo que menos deba lamentarse sean los brotes de intolerancia y violencia, que probablemente son el interés de algunos que dicen defender la democracia, pero no están dispuestos a practicarla.