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Nueva Asamblea

Mientras se desarrolla la polémica por la confiabilidad de los resultados de la elección presidencial, lo cual ha puesto a la oposición y su discurso de desconocimiento del cómputo en los límites de la sedición, ha merecido poca atención la nueva composición de la Asamblea Legislativa Plurinacional, en la que el oficialismo no solo ha perdido los dos tercios, sino que además se llena de nuevos rostros.

Ya lo había manifestado días antes de la elección el Vicepresidente del Estado: el verdadero reto de la elección era conservar los dos tercios en ambas cámaras de la ALP, una de las claves de la gobernabilidad vivida hasta ahora. Con una ajustada mayoría en ambas cámaras, probablemente el oficialismo no pierda su capacidad de liderar las iniciativas legislativas, pero tendrá que avenirse a negociar acuerdos y desarrollar una nueva dinámica con las fuerzas de oposición.

En los hechos el requisito de dos tercios de los votos solo se aplica a un conjunto relativamente pequeño de asuntos parlamentarios, designación de autoridades nacionales, principalmente. Es de esperar que la necesidad de contar con los votos opositores ayude a cubrir acefalías de larga data o a seleccionar a las mejores personas posibles para cada cargo, evitando errores como el cometido por ejemplo con un ex Defensor del Pueblo que nunca entendió su mandato.

El otro factor de gran importancia será la nueva composición de la Asamblea. La victoria del opositor Comunidad Ciudadana (CC) en muchas ciudades capitales e intermedias asegura una nueva camada de asambleístas, muchos de los cuales llegan sin experiencia en las tareas legislativas, pero sí con un perfil profesional que no había sido la generalidad en ninguna de las cámaras. De esos y esas nuevas asambleístas cabe esperar más iniciativa.

Lo que es difícil de prever es la verdadera calidad del debate en la Asamblea, sea en cualquiera de sus cámaras o en las diferentes oficinas de comités, comisiones y brigadas. El enguerrillamiento, la desconfianza y la mala fe son actitudes a descartar en cualquier proceso de debate político. Sin embargo, tal cosa no siempre se logra, y en la última década han sido numerosos los ejemplos de que éstas eran las armas opositoras.

Por último, corresponderá a los periodistas prestar atención a los nuevos representantes parlamentarios, pues del seguimiento noticioso a su trabajo también depende que éste sea hecho efectivamente y en favor del país, y no de intereses menudos y particulares. No son aceptables los asambleístas que medran en el anonimato.

Hay, pues, una nueva Asamblea Legislativa Plurinacional que tiene en su agenda no solo posibilitar la gestión del Estado, sino sobre todo reforzar las bases de la democracia. En un modelo hiperpresidencialista, un Órgano Legislativo fuerte y funcional debe aportar mediante los necesarios contrapesos que ponen límite y reorientan posibles excesos en los otros tres poderes del Estado.