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Una crisis de difícil salida

El golpe de efecto lo dio Carlos Mesa media hora después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) diera a conocer el domingo 20 los primeros resultados de las elecciones generales de ese día a través del sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (TREP). Eran datos preliminares, diferentes a los oficiales que comenzaban también a ser públicos lentamente esa noche.

Aunque timorato, quizás por la intimidad sobre la proyección de los resultados reales, el candidato de Comunidad Ciudadana (CC) fue el primero en anunciar su “triunfo incuestionable” y adelantar que está en segunda vuelta, idea que empezó a posicionarse poco a poco hasta llegar a ser una premisa nacional de la oposición.

Con la suspensión del TREP, que despertó susceptibilidades, Mesa se envalentonó y al día siguiente llamó a sus seguidores a movilizarse ante los tribunales departamentales, a los que denunció de montar un fraude a favor del candidato del oficialismo Evo Morales. En la noche, los tribunales de Potosí, Chuquisaca, Pando y Tarija fueron quemados, además de casas de campaña del Movimiento Al Socialismo (MAS). La movilización estaba instalada, respaldada por otras fuerzas políticas de oposición y algunos comités cívicos.

A más de una semana de la crisis electoral, la violencia bordea la cornisa, con heridos por doquier en ambas facciones y también periodistas, entre ellos dos fotógrafos de La Razón. No hubo ninguna señal de pacificación ni de diálogo entre los sectores en fricción.

Con el cómputo electoral final, parte de la oposición pasó de su premisa de segunda vuelta electoral a la anulación de las elecciones, a pesar de la necesidad de una auditoría de los resultados planteada por la comunidad internacional, apoyada por el gobierno de Morales y rechazada por Mesa.

En las calles, la violencia es cada vez  más persistente y fuerte. Más entre los seguidores de Mesa, actitudes racistas y discriminatorias recrudecieron, y no hay quién logre frenar el flagelo, a pesar de distintos llamados a evitarlas.

Mientras Mesa, el Comité de Defensa de la Democracia (Conade) y el Comité Pro Santa Cruz mantienen en vilo al país con un paro indefinido, los movimientos sociales afines al Gobierno comenzaron a bloquear el ingreso a las ciudades. Fue una pésima señal que el mismo presidente Morales lo anunciara, para discurso de sus detractores y temores en la población.

Sin embargo, en medio de la grave tensión en el país, aparentemente no hay salida racional a la crisis. Mientras Mesa insiste en su criterio de que el domingo 20 hubo fraude, Morales reivindica su victoria electoral por encima de los 10 puntos porcentuales de su contendor electoral.

En esa pulseta surge la pregunta de, ¿si será esa salida racional una de carácter política? Imposible. Ni CC ni MAS parecen ceder sus posiciones así por así; cada fuerza política tiene la presión de su militancia de hacer prevalecer su votación.

Lo cierto es que hasta ahora solo hay resultados electorales oficiales que dan por ganador en primera vuelta a Morales; no hay denuncia más que mediática sobre un presunto fraude denunciado por Mesa.

Con Mesa sorprendentemente reacio a cualquier auditoría a la votación, a pesar de sus denuncias de fraude, ni siquiera hay un punto de partida para el inicio de un eventual diálogo, en aras de salvaguardar la estabilidad política y social, y evitar la violencia. La retórica beligerante es preocupante, mucho más por su degeneración en violencia en las calles del país. Ojalá salgamos antes de esta crisis, es el clamor de buena parte de los bolivianos.

* Periodista