Icono del sitio La Razón

Lento, pero (in)seguro

Suele decirse, con mezcla de seriedad y falso orgullo, que el sistema electoral boliviano privilegia la seguridad por encima de la celeridad. No es para menos: el cómputo de votos se hace en las salas plenas de vocales departamentales, en eventos públicos, juzgando cada una de las actas electorales. Es un sistema basado en el papel. En esa tradición, los resultados finales de los comicios tardan hasta una semana en consolidarse a nivel nacional. Muchos días sin datos oficiales. Demasiada incertidumbre.

¿Cómo se suplía esa lentitud? Hasta las elecciones generales de 2009, los canales de televisión daban resultados a las 18.00 horas con base en resultados en boca de urna, la mayoría con elevados márgenes de error. Con la Ley del Régimen Electoral (2010) el plazo se recorrió hasta las 20.00 horas, con lo cual los datos provenían de conteos rápidos, algunos muy cercanos al posterior resultado oficial. Así, la “proclamación” de resultados era obra no del organismo electoral, sino de empresas privadas.

Esa historia empezó a cambiar desde el referendo de 2016. En esa consulta el TSE adquirió un innovador sistema de transmisión rápida de datos de la votación, por entonces denominado “Aseguramiento de actas”. El propósito era brindar resultados preliminares la misma noche de la jornada electoral. Así se hizo, junto con datos de dos conteos rápidos. En las elecciones judiciales de 2017 la única fuente de resultados fue la oficial. El sistema se usó también en varios referendos autonómicos de alcance local.

Tras ese corto trayecto, ya bautizado como Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), el sistema informático tuvo su primera experiencia este año en una elección general. Si bien no está previsto en la legislación electoral, el TREP fue formalizado en reglamento como un sistema de información no vinculante previa al cómputo definitivo. La unidad responsable del operativo fue el Servicio de Registro Cívico (Sereci), dependiente del TSE, con el soporte técnico de la empresa Neotec.

Con o sin transmisión rápida, el sistema electoral boliviano seguirá privilegiando la seguridad antes que la celeridad. A ello contribuye, como blindaje, el principio de preclusión. Claro que ahora el cómputo oficial puede hacerse en 48 horas. Igual, como señal de transparencia, se necesitan datos preliminares. Y las imágenes de las actas en mesa son muy valiosas como respaldo. Cuando pase el temblor, si acaso, tocará evaluar el TREP (en coma desde las 20.10 del 20 de octubre) y debatir la norma.

FadoCracia luctuosa

Este muerto, mío”, dijo el patriarca uno. “El otro muerto, mío”, reclamó el patriarca dos. Y se culparon por las muertes. “Asesinos”, dijeron todos apuntándose con el dedo, libres de espejos. Luego, en coro de patriarcas, expresaron lamento y condolencias a las familias. Pero los cadáveres, ¡ay! —Vallejo presente—, siguieron muriendo.

“Si quieren bala, bala tendrán”, amenazó/anticipó el pistolero. “Los vamos a recibir con plomo”, añadió. Y hubo bala. Los muertos no saben para quien trabajan. “¿Querían muertos? Pues lograron los muertos”, acusó otro pistolero. Hoy son “héroes de la democracia”. Vamos a hacerlos virales. Muertos-familia, muertos-bandera.

“Mantengamos la paz, la oración, la fe en Dios”, invocó el pastor con su cruz verde. “No es por rencor ni odio”, añadió. Y en homenaje a su maestro Pablo Escobar instruyó: “Saquen la agenda para anotar los nombres de los traicioneros de este pueblo”. Y sus feligreses aplaudieron, sacaron agendas, corrieron listas para el piadoso ajuste de cuentas.