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Neuronas espejo

Las barras bravas de fútbol, como las movilizaciones numerosas, nos ofrecen una muestra sobre la manera que tienen los seres humanos de coordinar algo en conjunto. Con un ritmo pegajoso, miles de personas van ajustando una rima ya sea para incentivar a los movilizados o para humillar al oponente. Pero no solo coordinan cantos, sino también sentimientos. Cualquier persona que haya participado en una barra brava o de una movilización exitosa lo ha sentido. Las responsables de estas coordinaciones de conducta son las denominadas neuronas espejo, analizadas en un hermoso libro de Diego Golombek, titulado Las neuronas de Dios. 

Golombek explica que si vemos a alguien que acaba de darse un martillazo en el dedo y muestra una cara espantosa de dolor, a nosotros, que no hemos recibido el martillazo, pero que estamos ahí para verlo, también nos duele. Puede suceder lo mismo al percibir felicidad o éxtasis. Por ejemplo, si vemos una escena donde un amor imposible se vuelve posible, suspiramos y sentimos regocijo. Como señala Golombek: “Así estamos cableados, no para poner la otra mejilla, sino para sentir la mejilla del otro”.

De esta manera, las neuronas espejo son responsables de la empatía y del sentirse parte de una comunidad, de una religión, de una manera de vivir en conjunto las alegrías, miedos, riesgos y preocupaciones. Incluso el término “religión”, en una de sus interpretaciones más aceptadas, significa re ligare, es decir, a estar ligado o atado a otro, o a este gran Otro que llamamos Dios.

Entonces, el mensaje de “no estar solos” es parte de este cableado. No es racional, no tiene por qué serlo, solo es sentimiento. De esta manera podemos sentir sed ante un anuncio de una gaseosa, o comprar x o z producto para ser felices. En un sentido similar, los mensajes en las redes sociales se combinan con emoticons; es decir, pequeñas imágenes que intentan otorgar un sentido más humano al mensaje. Y es que el lenguaje, como señala el biólogo Humberto Maturana, es 90% emotividad pura, pues en una conversación se pone en juego sentimientos, ritmos y musicalidad que muchas veces parecen perderse en el juego individualista de las redes sociales. Conversar justamente tiene en su raíz etimológica la idea de caminar juntos hacia algo. 

En estos aspectos, como en otros, las neuronas espejo son las responsables de que nos comportemos repitiendo fórmulas, compartiendo sentimientos y opinando lo mismo que los demás. Esto lo saben los expertos en marketing político, y lo utilizan a momento de apoyar o rechazar una opción política. Pues bien, llegados aquí nos queda preguntar, ¿cómo salir de las neuronas espejo? Pues es muy difícil; sin embargo, podemos empezar abandonando lo sentimental y abriéndonos a pensar. No es fácil.