Voces

Monday 17 Feb 2025 | Actualizado a 20:33 PM

¿Cambios o verdaderas transformaciones?

Este movimiento político juvenil está dejando en el pasado todo tipo de conservadurismo.

/ 7 de noviembre de 2019 / 00:33

Hay ciudades que por más hermosas y desarrolladas que sean su población carece de brío. A diferencia de lo que ocurre por ejemplo en las urbes bolivianas, cuyos habitantes exhalan fuerza y valor para enfrentar duras situaciones de cambio. En la historia boliviana del siglo XX se vivieron fuertes convulsiones sociales, especialmente en la ciudad de La Paz, alentadas por intereses de grupo impulsados por ideologías que demandaban la igualdad de derechos para todo el pueblo.

A propósito de la situación que atraviesa el país, en los últimos días se ha visto una interesante transformación en la claridad no solo sobre qué tipo de cambios requiere la sociedad, sino también en los protagonistas de esta cruzada, la juventud, que ha incorporado sistemas contemporáneos de comunicación y de organización, y de reconocimiento de las intenciones de quienes buscan dirigir el Estado boliviano. Gracias a ese tipo de sistemas, también útiles para los distintos encuentros entre grupos, el anonimato se ha convertido en la rúbrica para sus concentraciones.

Asimismo, esta corriente de jóvenes ha creado eslogans y estribillos que buscan patentizar ante la población sus ideales de cambio. Está claro que este movimiento juvenil, acompañado por otro sector más experimentado en lo político, va tras una nueva mirada respecto al futuro del país que les permita cumplir sus ideales de realización personal, con la construcción de una nación triunfadora que les ofrezca una mejor formación profesional y, sobre todo, un trabajo digno. Sobre este tema sensible afirman que todo cambio importante se convierte en metáfora de una subjetividad, pero que es capaz de rasgar las apariencias, iluminar lo oscuro y obligar a las sombras a rendirse a la evidencia del cambio.

En paralelo, este movimiento político juvenil está dejando en el pasado todo tipo de conservadurismo, que no siempre ha traído resultados encomiables. Asimismo, quizá sin darse cuenta, está dotando de un nuevo sentido al espacio urbano, como el lugar del encuentro, del movimiento, que acoge una multiplicidad conceptual y de significantes, lo que lo convierte en una expresión múltiple.

No cabe duda de que hoy esos dos grandes significados (la incorporación de la juventud como partícipe del cambio y el movimiento como signo de la expresión ciudadana) están logrando, por una parte, atravesar una densa realidad y romper todo principio clásico de forma de gobierno y, por otra, consolidar a la ciudad actual, pensada para la vida en movimiento.

* Arquitecta.

Comparte y opina:

Carnaval de Oruro: la fuerza de la cultura

Patricia Vargas

/ 14 de febrero de 2025 / 06:00

El Carnaval de Oruro marca el inicio de una celebración que permite a esta ciudad mostrar la riqueza y la fuerza de la cultura boliviana. Su máxima expresión es la entrada folklórica, un evento que reúne a diferentes danzas y fraternidades de todos los departamentos del país, los cuales reflejan la diversidad que lo caracteriza.

En ese día, el esplendor de cada baile revela la identidad del pueblo a través de un espectáculo vibrante que deleita al espectador con su destreza y colorido, lo que convierte al Carnaval de Oruro en una de las manifestaciones culturales más representativas de Bolivia.

Durante el lapso de ese tiempo, la ciudad de Oruro se transforma en el epicentro de la cultura nacional, pues hace gala de la riqueza estética del folklore enraizado en su gente. Una de las danzas más emblemáticas es la diablada, ya que su puesta en escena combina el movimiento corporal de los bailarines con sus impactantes coreografías. Estas últimas, que generan una experiencia sensorial única en los visitantes. De esa manera la fuerza de la música folklórica realza la majestuosidad del espectáculo.

Es así como el Carnaval de Oruro se reinventa constantemente en los detalles y un claro ejemplo de ello es el arte del bordado, cuya exquisitez y talento sigue maravillando a propios y extraños. Los bordadores, muchos de los cuales aún trabajan a mano, dan vida a trajes que deslumbran con la combinación de sus colores, texturas y detalles minuciosos.

A lo largo del tiempo, las expresiones culturales del Carnaval han evolucionado, captando la atención de los espectadores. El creciente número de bailarines y la complejidad de las coreografías refuerzan el atractivo del evento. Lo más notable es la resistencia física de los danzarines, quienes, a pesar del peso de sus máscaras y vestimenta, ejecutan movimientos vigorosos y construyen escenografías en constante transformación. Su presencia imponente convierte las calles y avenidas en escenarios vivos donde la cultura cobra un protagonismo absoluto.

Una apreciación que no olvida los colores intensos y vibrantes del Carnaval que alteran la percepción del entorno urbano, revitalizando los espacios públicos y disolviendo cualquier imperfección estética. Así, el dinamismo de los bailarines no solo anima la festividad, sino que cualifica el valor de las calles y avenidas.

En la era digital, el Carnaval de Oruro ha trascendido sus fronteras físicas, cautivando a espectadores de todo el mundo a través de las plataformas virtuales. Muchos de ellos, atraídos por la majestuosidad del evento, se convierten en asiduos visitantes que experimentan la energía de los cuerpos en movimiento y el poder de la música folklórica.

De esa manera, esa ciudad no solo acoge a turistas nacionales, sino que conquista a turistas de distintas latitudes, fascinados por la autenticidad del espectáculo. Lo que alguna vez fue un arte de las calles evolucionó hasta convertirse en un fenómeno cultural que, año tras año, sigue siendo apreciado.

El Carnaval de Oruro enamora a quienes lo visitan tanto, por sus cualidades estéticas como, por las alegóricas. No en vano ha sido reconocido por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Y reafirmando esta distinción, el Carnaval de Oruro se erige como la muestra viva de la cultura boliviana.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Uruk, del movimiento ancestral, a la estática contemporánea

/ 31 de enero de 2025 / 06:03

Todos sabemos que las ciudades nacieron gracias a la agricultura. Sin embargo, antes de aprender a cultivar la tierra, el habitante fue un cazador que legó a la humanidad la cualidad de vivir en movimiento.

Lo interesante es cómo surgió la necesidad de establecer asentamientos. Y fue la agricultura que encontró los espacios ideales para la siembra, cercanos a los territorios de caza. Así nació el concepto del espacio habitacional.

Con el tiempo, las ciudades se convirtieron en un objeto de análisis que llevó a reflexionar sobre la primera ciudad del planeta: Uruk. Este asentamiento marcó el destino de sus habitantes con interrogantes como ¿en qué medida éstos, responden a las exigencias de las ciudades a lo largo del tiempo?

Uruk está ubicada en lo que hoy es Irak. Su origen, está estrechamente vinculado al surgimiento de la planificación territorial y la arquitectura monumental. Esta ciudad vivió en constante movimiento gracias al intercambio de mercancías.

En el tercer milenio antes de Cristo, Uruk ya contaba con el Templo Blanco, una construcción de 13 metros de altura dedicada a la diosa Inanna. Esta obra no solo exaltó a la cultura y el arte, sino que también se considera un símbolo del nacimiento de la escritura mediante signos pictográficos.

Un aspecto relevante es la transformación del ser humano desde el 8000 a.C. En ese entonces, ya poseía cualidades artísticas que quedaron plasmadas en tablillas. Éstas describen el movimiento de mercancías hacia el 3500 a.C. Un hecho que confirma la existencia de una sociedad en pleno desarrollo cultural.

Lo significativo de la ciudad de Uruk es que fue la primera ciudad en ser pensada dentro de un ordenamiento urbano particular con edificios superpuestos, lo cual llevó a opinar a estudiosos, por ejemplo, como E. Heinrich, quien —en su obra Die Paläste im Alten Mesopotamien— afirmaba que éstos se dedicaban a la actividad social, hecho que ocurrió hacia el 3400 a.C. Por lo tanto, Uruk heredó a la humanidad su valor como ciudad que quedó registrada en las tablillas antes mencionadas.

Pero no se debe olvidar lo singular de los momentos actuales, que exigen el reflexionar sobre las ciudades contemporáneas, las cuales se encuentran en constante evolución hacia un modelo informacional. Éstas proponen un nuevo tipo de vida urbana y con ello la transformación de la sociedad.

Cabe recordar que las ciudades, a lo largo del tiempo, se apropiaron de las demandas de enfrentamiento a nuevos retos que ofrecían la transformación de la vida urbana; ésta, acorde al desarrollo de las metrópolis. Y con ello nacieron nuevas formas de vida, primero con la mecanización de la industria, para luego ingresar a la tecnología de la computación.

Sin embargo, aquí emerge una paradoja: aunque vivimos en un mundo en constante movimiento, el habitante pasa largas horas frente a una pantalla, llevándolo con ello a una vida estática. Una nueva realidad, que plantea la importancia de reflexionar sobre los espacios de esparcimiento, los cuales deben adaptarse a las nuevas exigencias recreativas de la población.

Es evidente que hoy son momentos en los que el orbe promete la revolución tecnológica, la cual enfrenta la vida sedentaria con la actividad física. Una realidad que debiera invitar a proponer nuevas intervenciones urbanas, las cuales no olviden la concepción y propuesta de espacios en movimiento, como son los bosques.

*Es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

De lo maquínico a informacional

/ 17 de enero de 2025 / 06:00

El siglo XX presenció la evolución de la máquina en la vida urbana. Sin embargo, a finales de ese mismo siglo, se produjo una importante transformación con su ingreso a la ciudad informacional. Esta transición no relegó a la máquina industrial, sino que la transformó en una herramienta computarizada, perfeccionando así su funcionalidad tecnológica.

Las grandes ciudades, o metrópolis, hoy experimentan la era de innovación. El desarrollo de las fuentes de valor productivo ha evolucionado del poder mecanizado al poder de producción computarizado, consolidando el ingreso de lo digital como fuente de valor y poder de lo digital. Este proceso de reestructuración tecno-económica dotó a la ciudad contemporánea de una infinidad de nuevas funciones y marcó el inicio de la sociedad informacional.

De esa manera, la ciudad de hoy se encuentra inmersa en un proceso de reestructuración tecnológica que le otorga nuevas funciones contemporáneas. Un claro ejemplo es la transición que tuvo la vida urbana de la era maquínica a la informacional. La primera, la abordamos en un artículo anterior sobre la película Metrópolis (1927). Mientras que hoy nos referimos a la ciudad informacional actual, impulsada por la tecnología digital. Esta evolución busca el perfeccionamiento de la producción industrial, esencialmente por estar respaldada por la programación digital, lo que ha contribuido a su competitividad y su conversión en la fuente de riqueza de la producción.

La revolución de la tecnología informacional es una realidad inobjetable, evidenciada en la investigación de puntos estratégicos para el futuro de la ciudad. Este estudio ha llevado a las empresas digitales a concentrarse en el Silicon Valley, el centro urbano simbólico donde se asientan las empresas tecnológicas informacionales más importantes del planeta.

Silicon Valley, como sede internacional de la alta tecnología digital, reúne centros de innovación tecnológica y programación digital como Apple, Google, Microsoft y Facebook, entre otros. Este enclave, creado en Estados Unidos, desarrolla los nuevos programas tecnológicos para la población global.

Sin embargo, Silicon Valley no solo es eso, sino que también representa la nueva dirección de la vida del habitante contemporáneo, intrínsecamente ligado a lo tecnológico. Esta “ciudadela” aglutina centros digitales, cuya creatividad se convierte en la fuente imaginativa y productiva de los programas de la era informacional. Un hecho que reafirma que la tecnología es el sistema digital del presente y seguramente del futuro; por lo tanto, forma parte integral de la mayoría de las industrias en las grandes ciudades.

En definitiva, la tecnología digital ha trascendido la vida del habitante del planeta, que ahora funciona dentro de una vida en red, una cualidad caracterizada por la interacción de la técnica y la tecnología. Esta última transforma diariamente la existencia del ser humano a partir de la consolidación de lo informacional y tecnológico en la vida contemporánea.

Cabe recordar que, en el siglo XXI, las ciudades demuestran que el nuevo mundo urbano demuestra que el movimiento dual del habitante requiere una formación inclusiva técnica y tecnológica en su conocimiento.

Para terminar, es evidente que hoy lo informacional —que se asentó en las últimas décadas del siglo XX— forma parte del vivir y del trabajar del habitante contemporáneo. Por todo ello, se podría hasta afirmar que la creatividad se convierte en una fuerza productiva cuando se integra a la era informacional digital.

Patricia Vargas es arquitecta.

Comparte y opina:

Metrópolis, una mirada futurista

/ 20 de diciembre de 2024 / 00:01

En la época moderna, algunas ciudades del mundo iniciaron una transformación de las ciudades hacia una nueva vida urbana, marcada por la mecanización y dinamización de la cotidianidad. La maquinaria comenzó a reemplazar la mano de obra humana, configurando una ciudad moderna y mecanizada. Así, en las primeras décadas del siglo XX, esas ciudades adoptaron una perspectiva innovadora con la evolución del pensamiento sobre la ciudad y las nuevas formas del vivir ciudadano.

Este imaginario impulsó a las ciudades a proyectarse hacia el futuro, integrando avances técnicos que simbolizaban el desarrollo. Para lograr aquello, fue crucial el surgimiento de industrias que dotaron a las ciudades de ese entonces de los ideales de unas urbes modernas y mecanizadas, especialmente en la primera mitad del siglo XX.

Con ello, la ciudad moderna dio inicio a una nueva era, caracterizada por una visión vanguardista que dejó atrás la vida clásica. Este cambio transformó profundamente tanto la imagen urbana como la vida de sus habitantes.

Lo interesante fue la apertura de las venas abiertas (calles y avenidas amplias), que no solo lograron el surgimiento de las grandes ciudades, sino que representaron otra de las importantes características de la ciudad moderna. Así las urbes, ya con la presencia de ciertos edificios en altura, comenzaron a adoptar nuevas propuestas urbanas en la segunda década del siglo XX. Y con ello, se fueron transformando en metrópolis con nuevas identidades visuales que incluían las enormes plazas modernas y explanadas abiertas. Cabe recordar que la población no siempre se apropió de estas últimas.

En cualquier caso, aquellas ciudades comenzaron su transición hacia la metrópolis, donde la industrialización potenció el ideal de la ciudad moderna.

En la tercera década del siglo XX, la película Metrópolis (1927), dirigida por el alemán Fritz Lang, presentó una visión anticipada de cómo evolucionaría la vida urbana en el tiempo. Sus imágenes retrataron la vida en movimiento de la metrópolis, que progresivamente rompía con los esquemas tradicionales de las ciudades.

A pesar del tiempo y sus limitaciones, este icónico filme sigue siendo un testimonio de la transformación hacia una vida urbana mecanizada. Una realidad irrefutable que refleja los ideales de desarrollo técnico en la ciudad moderna.

La película fue una obra visionaria que imaginó la vida moderna, destacando la representación de una urbe en constante movimiento, respaldada por los ideales de la industrialización, cuyo impacto se mantuvo a través del tiempo.

Según las reseñas de Metrópolis, la trama se centra en una ciudad dividida entre la élite opulenta que reside en el nivel alto del piso de las calles y los trabajadores en el subterráneo. En ese contexto, aborda temas como la explotación laboral y las consecuencias de un desarrollo urbano deshumanizado.

No cabe duda que la película impactó por las transformaciones radicales en la vida del habitante moderno, marcadas por la velocidad y las grandes edificaciones.

La película Metrópolis es conocida por su innovador diseño de producción y de las escenas futuristas. Lo singular, es que trascendió su época al anticipar la dinámica y la vida en movimiento de la población en las ciudades. Una visión que se ha extendido a lo largo del tiempo y aún se manifiesta en la ciudad contemporánea.

Patricia Vargas es arquitecta.

Comparte y opina:

Pintura de Villalpando en México

Patricia Vargas

/ 6 de diciembre de 2024 / 06:00

Durante la época colonial, los artistas y escritores de la Ciudad de México buscaban mostrar al mundo, especialmente a los españoles, imágenes de la calidad urbana que, según ellos, caracterizó a la época virreinal en México. Tiempos en los que la pintura mexicana fue representada por el artista Cristóbal de Villalpando.

Este pintor estaba convencido de que la Ciudad de México era la capital del Nuevo Mundo, por lo que se la idealizaba como una urbe imperial de grandes dimensiones, donde se concentraba la ciudadanía esencialmente española. Esta pasión por la ciudad lo llevó a afirmar, por escrito, que México era la Nueva Jerusalén.

Su obra La Plaza Central de la Ciudad de México (1695) fue considerada una obra de arte que buscaba representar el Nuevo Mundo según el modelo europeo. Esta pintura retrata la Ciudad de México, hoy Distrito Federal, que en ese entonces ya contaba con 100.000 habitantes.

Lo singular de esta pieza de arte es que, a pesar de su intención de resaltar el progreso y la grandeza de la ciudad, también refleja de manera clara los problemas sociales de aquella época, como la pobreza y la enfermedad que aquejaban a su población. Sin embargo, según el cronista Agustín de Betancourt, la ciudad ya contaba con una catedral comparable a las de Roma.

En esos tiempos, los españoles arrasaron con todo lo que significaba el pasado azteca y sustituyeron esa parte de la ciudad con nuevas edificaciones que no comprendían ni los problemas sísmicos ni las costumbres de los antiguos habitantes de la región.

Lo particular es que la obra de Villalpando, pintada en la gran explanada que hoy es el Zócalo, responde a ideales renacentistas en su planificación urbana, por lo que muestra a los europeos en primer plano, con sus ostentosas vestimentas, mientras los indígenas aparecen sentados en sus lugares. De este modo, la pintura ofrece un retrato de la sociedad de ese entonces en México.

En esos tiempos, la idea del Nuevo Mundo exigía a la ciudadanía local, que iniciara su vida borrando la memoria de su pasado. De ahí que los clérigos soñaban con restablecer la pureza apostólica, en tanto que los europeos aspiraban a revivir la virtud de la antigüedad. Ambos ideales inspiraron la concepción de modelos clásicos de planificación urbana basados en los ideales del Renacimiento.

La obra La Plaza Mayor de México, de Villalpando, fue ejecutada gracias al trabajo de 1.283 personas. Mide tres metros cuadrados y retrata la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el Palacio Virreinal y el mercado de Parián. Actualmente, se encuentra en manos de un coleccionista en Inglaterra.

Es notable que, desde 1554, las edificaciones en la Ciudad de México hayan sido reconocidas por su magnificencia y acabado, según afirman varios escritos. Lo singular es que en España se consideraba que la plaza principal de México era tan grande que no tenía comparación con otras. Esto por sus grandes dimensiones, que podían albergar un coro completo capaz de interpretar música sagrada en lengua indígena, al mejor estilo polifónico de Europa.

Así, la plaza de México fue vista como una utopía del Nuevo Mundo, mientras que la pintura de Villalpando en 1685 recibió numerosos elogios y, en su tiempo, fue comparada con la obra El triunfo de la eucaristía, del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens.

Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias