¿Cambios o verdaderas transformaciones?
Este movimiento político juvenil está dejando en el pasado todo tipo de conservadurismo.

Hay ciudades que por más hermosas y desarrolladas que sean su población carece de brío. A diferencia de lo que ocurre por ejemplo en las urbes bolivianas, cuyos habitantes exhalan fuerza y valor para enfrentar duras situaciones de cambio. En la historia boliviana del siglo XX se vivieron fuertes convulsiones sociales, especialmente en la ciudad de La Paz, alentadas por intereses de grupo impulsados por ideologías que demandaban la igualdad de derechos para todo el pueblo.
A propósito de la situación que atraviesa el país, en los últimos días se ha visto una interesante transformación en la claridad no solo sobre qué tipo de cambios requiere la sociedad, sino también en los protagonistas de esta cruzada, la juventud, que ha incorporado sistemas contemporáneos de comunicación y de organización, y de reconocimiento de las intenciones de quienes buscan dirigir el Estado boliviano. Gracias a ese tipo de sistemas, también útiles para los distintos encuentros entre grupos, el anonimato se ha convertido en la rúbrica para sus concentraciones.
Asimismo, esta corriente de jóvenes ha creado eslogans y estribillos que buscan patentizar ante la población sus ideales de cambio. Está claro que este movimiento juvenil, acompañado por otro sector más experimentado en lo político, va tras una nueva mirada respecto al futuro del país que les permita cumplir sus ideales de realización personal, con la construcción de una nación triunfadora que les ofrezca una mejor formación profesional y, sobre todo, un trabajo digno. Sobre este tema sensible afirman que todo cambio importante se convierte en metáfora de una subjetividad, pero que es capaz de rasgar las apariencias, iluminar lo oscuro y obligar a las sombras a rendirse a la evidencia del cambio.
En paralelo, este movimiento político juvenil está dejando en el pasado todo tipo de conservadurismo, que no siempre ha traído resultados encomiables. Asimismo, quizá sin darse cuenta, está dotando de un nuevo sentido al espacio urbano, como el lugar del encuentro, del movimiento, que acoge una multiplicidad conceptual y de significantes, lo que lo convierte en una expresión múltiple.
No cabe duda de que hoy esos dos grandes significados (la incorporación de la juventud como partícipe del cambio y el movimiento como signo de la expresión ciudadana) están logrando, por una parte, atravesar una densa realidad y romper todo principio clásico de forma de gobierno y, por otra, consolidar a la ciudad actual, pensada para la vida en movimiento.
* Arquitecta.