América Latina, en crisis
Latinoamérica está en crisis. Con pesar, hoy evidenciamos que la inestabilidad política y económica se extiende en toda la región. Esto como resultado de la insatisfacción de sectores tradicionalmente marginados, cuyas demandas no han sido escuchadas por los gobernantes, incapaces de atender el malestar y el dolor de su pueblo. Un dolor que es compartido, que escapa a una sola nación.
Sistemáticamente, miles de latinoamericanos han sido excluidos por sociedades que los han desamparado, mancillando su dignidad una y otra vez, por lo cual hoy están llenos de ira. Ello en gran medida como resultado del accionar de los gobernantes, quienes se han preocupado por enriquecerse, empobreciendo a sus países y destruyendo la confianza hacia las instituciones públicas, lo que constituye un verdadero atentando contra la democracia.
La falta de liderazgo y de ética entre quienes detentan el poder es cada vez más evidente. En un ámbito en el que la verdad ha sido siempre impopular, la mentira, disfrazada de bellas oportunidades, se ha robado la confianza de las masas, de todos aquellos que ingenuamente apostaron por ella; trayendo lágrimas después, al develarse la realidad. Los hechos no necesitan representantes, hablan por sí solos.
América Latina se ha caracterizado por ser una región llena de populismos y extremismos que han causado daños inmensos a todos los involucrados. Esta crisis ha durado ya demasiados años, empobreciendo a una región inmensamente rica en recursos y en cultura. Pero desafortunadamente tradicionalmente las autoridades latinoamericanas han puesto sus intereses por encima de los de su pueblo, desprestigiando el sentido y el ejercicio de hacer política; gobernantes que no llegan a comprender la importancia y trascendencia del voto de los ciudadanos, por lo cual han dejado de representarlos.
Pero la política no se limita al ámbito público, también forma parte de la sociedad, está presente en las acciones cotidianas. Somos muchos los que desde nuestras pequeñas tribunas queremos ver a la región surgir, y a las personas, vivir bien. Y a cada uno nos toca impulsar una sociedad más justa y equilibrada para todos. Somos responsables del país y de la región que queremos construir; tenemos la responsabilidad de dejar un mejor futuro para nuestros hijos.
América Latina seguirá en crisis si no erradicamos la corrupción; pero también si como ciudadanos no impulsamos un cambio de mentalidad, haciéndonos responsables de mejorar la manera en la que vivimos y de convivimos. Si cambia la sociedad, cambia Latinoamérica. Una sociedad educada es una sociedad libre y consciente; preparada para el futuro. Los invito al cambio.