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Adiós Carmen Beatriz Loza

Por los recientes acontecimientos políticos que vive el país, el sensible fallecimiento de la doctora Carmen Beatriz Loza Vidaurre ha pasado casi desapercibido. Testimonio algo de la larga amistad construida con Carmen. Fuimos estudiantes en la Universidad Mayor de San Andrés. Una de las primeras coincidencias para el largo afecto fue la crítica a nuestra sociedad racista, excluyente y discriminadora.

A pesar de sus orígenes sociales, ella siempre manifestó su interés por entender a grupos sociales distintos al suyo y así lo hizo. El pasado también fue tema de nuestras largas conversaciones. Era la época de los estudios andinos, lo que inevitablemente nos llevaba a conversar sobre nuestras primeras investigaciones sobre el mundo andino. Tenía una linda colección de música boliviana y latinoamericana. Muchas veces nos reuníamos a escuchar los discos de vinil de Luzmila Carpio, Víctor Jara y muchos otros artistas.

Por situaciones familiares, un día desapareció de La Paz y tiempo después supe que se había ido a París a estudiar Geografía. En esa época nos contactamos de manera indirecta, mediante su querida mamá, quien alguna vez me hablaba sobre su vida en París. Después de varios años nos reencontramos. Me contó algo de su larga estadía en Francia y Alemania. En Berlín realizó un posgrado en historia de la ciencia en el famoso Instituto Max-Planck. La decisión de aportar en la investigación la trajo de vuelta al país. Al principio no encontró algún espacio laboral estable. Pero poco a poco, gracias a la calidad de sus investigaciones, se fue abriendo un campo y comenzó a ser reconocida en el país. Se movía en torno a la antropología y la medicina tradicional, aunque sus grandes pasiones eran la arqueología y la historia.

Investigó y escribió una gran cantidad de trabajos publicados en revistas científicas de varios países del mundo. Citaré algunas obras que son vitales: Kallawaya. Reconocimiento mundial a una ciencia de Los Andes (2004). Este fue el primer estudio que impulsó a la Unesco a proclamar la cultura y la ciencia kallawaya como Obra Maestra del Patrimonio e Intangible de la Humanidad en noviembre de 2003. A partir de esta experiencia, se convirtió en la experta boliviana que preparaba las carpetas para presentar postulaciones de la Unesco, como la feria de Alasita, el Gran Poder y muchos otros.

La elaboración de su libro Develando órdenes y desatando sentidos. Un atado de remedios de la cultura Tiwanaku (2007) fue impulsada gracias a un objeto encontrado en una cueva de una montaña en la región paceña de Pallqa, provincia Larecaja. Para Carmen este objeto “es un ser viviente que encierra los espíritus y las fuerzas de animales utilizados para una curación holística”.

Las compañeras en el alumbrar. Despejando la penumbra en el arte obstétrico (2012) es otro libro que me parece importante mencionar. Se trata de una investigación con fuentes primarias antropológicas, documentales y fotográficas acerca de la historia de la partería tradicional en Bolivia, que saca a luz las condiciones en las cuales se desarrolló el arte obstétrico desde 1837 hasta 2011.

Fue funcionaria del Ministerio de Culturas, catalogando el patrimonio del país. Sé que preparaba una obra sobre la extirpación de idolatrías a los médicos ancestrales durante la colonización española, además de la compilación de las obras del historiador francés Thierry Saignes en la serie de la biblioteca del Bicentenario. En muchas ocasiones me solicitó traducir pequeños textos antiguos del aymara al castellano. Y por eso termino estas líneas diciendo a Carmen, wiñay markaruwa sarawayxtaxa, sumawa sarnaqasita uka markana. Wasitampiwa jikthaptañani. Jikisiñkama kullaka. 

* Aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.