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Tolerancia

El sábado se conmemoró el Día Mundial de la Tolerancia, una celebración particularmente importante para el país en estos momentos de crisis y conflictos sociales. Y es que, como bien advierte la ONU, la tolerancia no solo es un deber moral, sino también un principio fundamental para garantizar la estabilidad, el desarrollo y la supervivencia de sociedades abigarradas como la boliviana.

En efecto, como bien se sabe, desde hace varios años que el país lucha por superar los resabios de racismo, discriminación e intolerancia presentes en el imaginario de la mayoría de los bolivianos. Producto sin duda de los procesos de colonización presentes en Bolivia desde su fundación, los cuales dieron lugar a prerrogativas otorgadas a las personas en función al color de la piel, el apellido o la afiliación política; así como la vulneración de derechos fundamentales a la parte contraria por estos mismos criterios.

Pero también como resultado de la propia naturaleza humana, ya que la precepción que las personas tienen de sí mismas deviene en gran medida, según explican los psicoanalistas, en función al resto. De allí que sea común juzgar a otros sujetos “diferentes” con cierto desprecio, en un afán inconsciente de querer consolidar la propia valía, especialmente durante la adolescencia.

Actitud que sin embargo persiste en no pocos adultos, que suelen llenar sus temores y vacíos por medio de críticas y actitudes de odio hacia el “otro”. Lo cual muchas veces viene impregnado de violencia. Una clara prueba de ello son los conflictos sociales, bloqueos, enfrentamientos, saqueos y otros actos vandálicos que el país experimenta con especial virulencia desde las elecciones del 20 de octubre.

Pero la intolerancia se refleja no solo en la presencia de individuos que conciben la agresión y la vulneración de los derechos del resto como medidas legítimas de protesta, sino también en hechos de injusticia, discriminación y marginalización. Por ejemplo, por estos lados son muchos los casos de intolerancia que deben enfrentar quienes tienen dificultades auditivas y de lenguaje en acciones cotidianas como comprar algún producto o solicitar un trámite.

Esto porque los ciudadanos y los funcionarios públicos en general no realizan mayores esfuerzos por colocarse en el lugar de los otros, a fin de comprender por ejemplo el lenguaje de señas que algunos utilizan para comunicarse. Intolerancia que a veces puede traducirse en actos terribles de violencia.

De allí la importancia de redoblar los esfuerzos no solo para efectivizar las leyes que existen en contra de la discriminación y la violencia, sino también y sobre todo para promover una mayor empatía en la población en general, a fin de que aprendamos a respetar no solo los derechos, sino también las opiniones y las formas de vida del resto de la ciudadanía.