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Urgencias económicas

El temblor político que está viviendo el país tendrá réplicas en todos los ámbitos de la vida nacional. En el corto plazo, sus impactos en la economía son los que deberían preocuparnos más. Después de más de un mes de parálisis, el aparato productivo y de servicios está exhausto, por lo cual, urgen medidas para evitar una mayor contracción de la actividad económica.

Aunque la compleja agenda de la crisis política que atraviesa el país sigue copando la atención de las dirigencias políticas y de los ciudadanos en general, existen señales de que se estarían incubando peligrosos desequilibrios en la economía, como resultado de la cuasi parálisis que ha experimentado la mayoría de los sectores de este rubro en estas largas cuatro semanas de turbulencia política y conflicto social, registradas después de las elecciones del 20 de octubre.

En muchos casos, el aprovisionamiento regular de insumos de las empresas y negocios se ha visto interrumpido, sus ventas e ingresos operativos han sufrido reducciones severas, han registrado ceses obligados de actividad y una parálisis en muchos trámites con el sector público. La cadena de pagos se ha fragilizado y la liquidez disponible en muchos emprendimientos está al límite o casi agotada. Lo cual se complica aún más considerando que diciembre es un mes particularmente exigente para las empresas en términos de disponibilidad de recursos para pagar salarios, aportes laborales, impuestos y aguinaldos. Estamos posiblemente ante el escenario más complejo del último decenio en este ámbito.

El impacto es igualmente preocupante en términos macroeconómicos, considerando que la demanda interna ha sido el motor del crecimiento en los últimos cuatro años, la cual depende de mantener la confianza del consumidor y del inversor privado, y de un flujo relativamente estable de recursos públicos y privados que irriguen la economía. Hoy por hoy no solo se ha debilitado la disponibilidad de recursos en varios eslabones de la economía, sino que además difícilmente el consumo crecerá en un entorno de incertidumbre y temor por el futuro.

En el corto plazo, hay que pensar en medidas contundentes que alivien las graves limitaciones de las empresas, para hacer frente a sus obligaciones impositivas, laborales y crediticias. Se trata de acciones que deberían tomarse en las próximas semanas. A mediano plazo, urge también replantear algunas premisas de la gestión macroeconómica, para evitar que la crisis política impulse una contracción permanente de la actividad económica, con impactos negativos en el empleo y la pobreza. Ciertamente es prioritaria la resolución electoral del actual conflicto político, pero también resulta urgente estabilizar sus inevitables impactos económicos.