Todas las regiones en Australia han sido afectadas por los incendios desde que la temporada seca comenzó en septiembre. Los incendios han quemado más de 5 millones de hectáreas, un área más grande que el estado de Maryland, en Estados Unidos. Se estima que cerca de 1.000 millones de animales han muerto o están gravemente heridos. Miles de personas han sido desalojadas. Hasta el momento, 26 han fallecido.

Apenas estamos a la mitad de nuestra temporada normal de incendios, la cual solía comenzar en octubre y finalizar en marzo, pero ahora los fuegos ocurren casi todo el año. A medida que escribo esto, mis padres viven sin electricidad en un centro de evacuación en Narooma, una ciudad de 2.600 personas en la costa este de Nueva Gales del Sur. Me encuentro a más de 160 kilómetros de distancia y no puedo contactarlos por teléfono.

En medio de esta destrucción, muchos comentaristas australianos difunden en los medios tradicionales y las redes sociales un punto de vista simplista: que los incendios fueron causados por el crecimiento excesivo de las plantas y el mal manejo de los terrenos públicos. Algunos argumentan (sin evidencia) que el cabildeo ambiental evita que los gobiernos y los terratenientes adopten medidas de protección.

Si tan solo el problema fuera así de simple. La quema prescrita o controlada es una práctica en la que los incendios son iniciados de manera deliberada durante los meses más frescos de otoño, invierno y primavera para quemar la vegetación, lo que reduce la cantidad de combustible capaz de detonar a fuegos forestales durante el verano. Cuando la vegetación crece de nuevo, debe ser incinerada otra vez.

Aunque la práctica de la quema controlada a gran escala tiene su lugar en el conjunto de enfoques del manejo de la tierra, también es una de las operaciones de paisajismo más complejas para planificar y llevar a cabo. La restricción principal es que las condiciones deben ser perfectas: no demasiado húmedas o el combustible no se quemará, pero no demasiado secas que los administradores de las tierras pierdan el control.

Esta es el arma de doble filo del calentamiento global: un paisaje más caliente y más árido es demasiado seco para quemarse de manera segura, incluso durante los meses más frescos de invierno. La yesca está lista para incendios monstruosos que arrasan paisajes enteros, incluso en áreas donde la quema controlada se llevó a cabo. He trabajado durante 12 años en la protección de incendios forestales, la creación de modelos de riesgo y de diseño de esfuerzos de mitigación como “zonas de protección de activos” (áreas de vegetación disminuida y removida). También diseño refugios resistentes al fuego para escuelas públicas.

Éstos tampoco fueron proyectos pequeños; cubrían varios cientos de sitios distintos a lo largo de múltiples partes de Australia. Entre 2008 y 2010 administré un proyecto para mejorar un poco más de 60 kilómetros de senderos para combatir incendios, tanques de agua en áreas remotas y lagunas de suministro para apagar fuegos con aviones cerca de Canberra (la capital de Australia). Mi responsabilidad era reunir a un grupo de ingenieros, científicos y administradores de parques para crear infraestructura mejorada que permita a los equipos de bomberos responder de manera rápida a los incendios en el Parque Nacional Namadgi, la principal zona de captación de agua en Canberra.

En 2010, ante las consecuencias de los incendios del Sábado Negro en Victoria que causaron la muerte de 173 personas, fui el líder técnico de un equipo que creó más de 300 refugios contra incendios forestales. Éstos fueron construidos para brindar tanto un punto seguro para organizar a niños en edad escolar mientras eran desalojados, como un albergue de último recurso para aquellos que quedaran aislados por los incendios. Diseñamos y administramos mejoras a los edificios para los refugios al usar una combinación de remoción de vegetación y diseño de ingeniería. Algunos de los refugios que hice se están usando durante la crisis actual.

Australia usa torres de telecomunicaciones para mantener la cobertura durante el combate al fuego. Aplicaciones móviles como Fires near me (incendios cerca de mí) y VicEmergency brindan actualizaciones en tiempo real y advierten a las comunidades sobre los incendios que se aproximan. Estas torres incluyen mástiles de 45 metros de altura que sostienen los dispositivos aéreos de la transmisión conectados a una pequeña choza llena de delicadas (y caras) computadoras que a su vez están colocadas en las cimas de las colinas, donde a menudo el fuego es más intenso.

Para tener cualquier posibilidad de supervivencia, la vegetación que rodea a estas torres debe ser retirada de ellas para proteger el equipo en caso de un incendio. Yo administro equipos de asesores de incendios forestales a fin de definir las zonas de remoción para esta infraestructura esencial. Todos estos proyectos dependen de un sistema integrado de diseño de ingeniería, cortes mecánicos de la vegetación y quema prescrita en todo el entorno con el propósito de controlar el peligro de fuego. Después de que los incendios se sofoquen, los gobiernos, la industria y las organizaciones de investigación analizarán qué tan bien se mantuvieron estos enfoques.

Los llamados que hacen las personas que comentan en las redes sociales a quemar de manera regular segmentos más grandes del entorno me recuerdan al dicho del periodista estadounidense H. L. Mencken: “Para cada problema complejo, existe una respuesta que es clara, simple e incorrecta”. Las condiciones climáticas extremas que han generado la actual crisis de incendios forestales han demostrado las limitaciones de depender de un solo método de gestión. En un mundo que se está calentando, existen menos oportunidades de aplicar la quema prescrita.

No obstante, quienes diseñamos infraestructuras resistentes y planes de manejo de vegetación para anticiparnos a las emergencias con fuego no nos hemos rendido. En toda Australia, las agencias de administración de bosques y parques lograron realizar quemas controladas durante 2019. Equipos de trabajadores en tierra usaron motosierras, desbrozadoras y cortadoras para retirar maleza, árboles y arbustos en zonas donde la vegetación se junta con los suburbios a través de áreas propensas a incendios forestales en Nueva Gales del Sur y Victoria.

Continuamente adaptamos tecnología moderna para mejorar esto, y recientemente Umwelt, la compañía privada para la que trabajo, ha usado datos espaciales (mapas digitales que pueden ser actualizados en el campo a través de dispositivos móviles y tabletas) para medir las áreas en la que la vegetación ha sido retirada de manera más precisa. Esto nos permite ubicar cualquier brecha en las medidas de protección para labores de seguimiento. Estos mapas muestran la posición exacta del usuario, así como la ubicación de bosques y viviendas en el paisaje. Impulsados por los datos, nuestros equipos evalúan el riesgo y sobreponen modelos de predicción de fuego en los sitios en los que trabajan.

Australia es un polvorín. Los inviernos y otoños húmedos que alguna vez nos permitieron hacer quemas prescritas ahora son en su gran mayoría algo del pasado, parte de nuestra extendida y cada vez más peligrosa temporada de incendios. En respuesta, científicos e ingenieros hacemos lo que siempre hemos hecho: nos adaptamos, mediante el uso de la ciencia y de la experiencia profesional, para proteger a nuestras comunidades. Tenemos que resistir el instinto a depender de una sola solución y en cambio debemos usar la combinación de enfoques más efectiva.

Un cambio favorable en el viento, algo de lluvia y los esfuerzos heroicos de los bomberos salvaron gran parte de la ciudad de mis padres, incluida su casa. Los caminos siguen bloqueados, pero están a salvo.

* Científico ambiental, especialista en el combate de incendios forestales y apicultor jefe del Parlamento australiano.