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Acuerdo EEUU-China

Tras más de un año y medio de conflicto comercial entre Estados Unidos y China, iniciado con severas medidas proteccionistas impuestas por el presidente estadounidense (Donald Trump), el miércoles pasado ambas potencias firmaron la primera fase de un acuerdo comercial, que fue bien recibida por analistas e inversores por dar algo de certidumbre en estos tiempos complejos.

Según un editorial publicado por el diario The New York Times, “la característica más valiosa del esqueleto de acuerdo comercial que EEUU y China firmaron esta semana es simplemente que ambas partes han acordado suspender la escalada (de sanciones comerciales) tipo ojo por ojo”. Sin embargo, el comentario del influyente diario también subraya el hecho de que “el acuerdo no hace mucho para abordar los problemas de larga data en la relación económica entre Estados Unidos y uno de sus socios comerciales más grandes”, en particular, la práctica de China de subsidiar a sus empresas estatales.

Los términos básicos del acuerdo son claros: China se compromete a incrementar sus compras a EEUU de $us 186.000 millones en 2017 a $us 309.000 millones en 2021, y a facilitar un poco los negocios de este último en el gigante asiático. A cambio, EEUU se compromete a no seguir aumentando los aranceles a las importaciones chinas. Estos aranceles quedarán congelados en un promedio de 9,3%, pese a que a fines de 2016 estaban en torno al 3%.

El acuerdo también incluye algunos cambios en las reglas del comercio entre ambos países: China facilitará las importaciones de carne y productos biotecnológicos, así como compañías de servicios financieros de EEUU en su territorio. También incluye un lenguaje afinado sobre robo de propiedad intelectual estadounidense, y una promesa china de no exigir a las empresas estadounidenses que compartan esa propiedad como condición para ingresar a su mercado.

El trasfondo político del acuerdo muestra que Trump se permite anotar un tanto al incrementar de manera significativa el volumen de exportaciones estadounidenses a China sin necesariamente tocar los aranceles que ha impuesto a sus importaciones, ya incrementados en los últimos dos años, en tiempos en que afronta el asedio de sus adversarios en el frente interno, comenzando por el proceso de destitución que se le ha iniciado en el Senado. Para China representa un pequeño alivio en tiempos en que su economía muestra el menor crecimiento en los últimos 30 años: 6,6% en 2018, 6,1% en 2019 y un estimado de 6% en 2020. Analistas citados por medios internacionales no creen que el acuerdo sirva para revertir esta tendencia, pero sí evitaría su agudización.

De esta manera, EEUU y China vuelven a mostrar que aunque el discurso siempre está recubierto de colores político-ideológicos, en los hechos el comercio y las relaciones están determinados por variables mucho más pragmáticas, como la utilidad inmediata de lo acordado.