Contra el machismo
El gesto no cambia la dura realidad, pero es una manifestación de compromiso con el tema
El viernes pasado, en la ciudad de La Paz se realizó una inédita marcha de varones que se manifestaron en contra del patriarcado y los feminicidios, delitos que han puesto a Bolivia en un deshonroso sitial entre los primeros países en los que más mujeres mueren por causa de la violencia machista. El gesto no cambia la dura realidad, pero es una manifestación de compromiso con el tema.
Bautizada como la “Primera marcha planetaria de hombres contra los feminicidios y las violencias machistas”, la movilización se inició en la plaza Camacho. Los varones allí reunidos pelaron papas y repitieron estribillos contra la violencia machista y las muertes que ésta provoca casi cotidianamente en Bolivia. Luego los manifestantes, acompañados de no pocas mujeres, hicieron una ruidosa marcha que llegó hasta la Plaza del Estudiante. En su recorrido compartieron con transeúntes y periodistas sus reflexiones sobre la preocupante temática, demostrando que los desaforados son minoría. Una minoría preocupante, sin embargo.
Organizada por la agrupación Mujeres Creando, la marcha contra los feminicidios es la primera de otras que podrían producirse en el resto del país, como la que se ha anunciado para hoy en la ciudad de Tarija, convocada por el Centro Cultural Casa Creart, y cuyo objetivo es, además de hacer visible la oposición de los varones respecto a las expresiones de la cultura patriarcal, sumar voces críticas contra un estado de cosas que no por antiguo debe ser siquiera tolerado.
En La Paz, el día de la manifestación, la líder de Mujeres Creando añadió entre los objetivos de la movilización el deseo de romper la “complicidad” que aparentemente existe entre varones cuando se produce un feminicidio, que es indagado por el Ministerio Público siempre comenzando por la vida y los hábitos de la víctima y no del agresor, revictimizando así a quien perdió la vida a manos de algún hombre descontrolado.
Se trata de actividades de carácter público que, incluso si reducidas en número de asistentes, hacen una diferencia fundamental ante la sociedad, que poco a poco parece acostumbrarse al flujo de noticias sobre toda clase de violencias que afectan a las mujeres y que, por esta vía, van volviéndose normales ante los ojos de quienes no dedican mucho tiempo a reflexionar sobre estos asuntos.
Es, pues, deseable que este tipo de manifestaciones se repitan tantas veces y en tantos puntos del país como sea posible, pues hacen visible la oposición de muchos varones (ojalá que cada vez más) a un conjunto de prácticas sociales que ponen al hombre por encima de la mujer sin que existan más razones que la tradición; habitualmente causante de deformaciones y excesos heredados de generación en generación, lo que dificulta la tarea de erradicarlos. A su vez, corresponderá a los varones comprometidos trascender el ejercicio de las marchas y llevar la reflexión crítica a cuantos espacios puedan.