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Estado Plurinacional asediado

Desde el 2010, cada 22 de enero la plaza Murillo se convertía en el espacio ritual por excelencia para celebrar la fundación del Estado Plurinacional. Esta plaza estaba atiborrada de colores. Era la expresión de la diversidad cultural de Bolivia: polleras, ponchos y otros trajes típicos predominaban por doquier. Los ecos de los pututus en los tiempos coloniales eran sonidos que presagiaban la sublevación de indios; pero en el contexto de los festejos del Estado Plurinacional eran sonidos de algarabía.

Mañana, aniversario del Estado Plurinacional, en la plaza Murillo la escena será distinta. Estará militarizada. Quizás no sea el día festivo de antes. Quizás sea melancólico y triste. O quizás, a la inversa, sea un momento para reafirmar la defensa de los elementos constitutivos de lo plurinacional que viven un contante acecho, desde el golpe de Estado del pasado domingo 10 de noviembre.

Aquel atardecer, la plaza Murillo quedó vacía; solo las palomas consuetudinarias pululaban libremente. En ese ambiente desolador se ejecutó el primer acto simbólico contra el Estado Plurinacional. El entonces líder cívico cruceño Luis Fernando Camacho, después de la dimisión forzada de Evo Morales a la presidencia, entró al Palacio Quemado. Sin comprender que estamos en un Estado laico, extendió la bandera nacional en el suelo y puso una Biblia sobre ella. Mientras tanto, otros grupos exaltados quemaban la wiphala gritando: “Hemos echado a los indios”.

¿El gobierno de Jeanine Áñez es transitorio o restaurador del orden colonial, republicano y neoliberal? En teoría, debería ser un Gobierno transitorio, pero sus acciones y sus rituales simbólicos, cual (re)escenificación de la política colonial de extirpación de idolatrías, tal parece que apuntan a restaurar el viejo orden, añorado por las élites blancoides resistentes al Estado Plurinacional. Quizás esa lógica restauradora explica la amenaza, el amedrentamiento e incluso las masacres en Sacaba y El Alto en noviembre pasado. En ese sentido, este bloque conservador hoy apuesta por quedarse en el poder.

No debemos olvidar que el sujeto del Estado Plurinacional son los pueblos indígena originario campesino y la Bolivia diversa. Aquí se explica, entre otras cosas, la arremetida del gobierno de Áñez contra este sujeto histórico y movilizado; el menoscabo de los idiomas originarios, los cuales, por ejemplo, se suprimieron como requisito para la postulación de los vocales electorales en nombre de la meritocracia; el cierre de varias radios comunitarias; el retorno de la Biblia al protocolo del poder; la protección gubernamental a grupos violentos que arremeten contra mujeres de pollera (vgr. Resistencia Cochala). Estos son algunos indicadores del permanente acecho fáctico y simbólico contra el Estado Plurinacional.      

La nostalgia de retornar a la República está enclavada en el imaginario de los sectores criollos/mestizos, y hoy cobra más fuerza. Es una forma de restaurar el viejo orden social, político, religioso y cultural que configuraba un Estado monocultural. Aquel orden fue segregacionista y excluyente, pues otorgaba privilegios a castas señoriales y enseñoreadas, y negaba los derechos de los pueblos indígena originario campesinos. He aquí una de las razones para que el festejo del aniversario del Estado Plurinacional sea un momento reflexivo sobre su trascendencia histórica. Con todo, seguramente este 22 de enero algún pututu en la lejanía será una melodía de persistencia. 

* Sociólogo.