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La mitad revolucionaria

Ser mujer es un regalo de la Pachamama. La naturaleza nos ha dado un cuerpo que forma parte de la humanidad. Pero, por intereses de dominio y sumisión, el patriarcado confunde los cuerpos de las mujeres con el género femenino, que son roles de inferiorización femeninos frente a los masculinos. ¿Cuál es el objetivo del patriarcado racista, colonialista y capitalista en la imposición del género femenino a las mujeres? Esto se produce para reducir, controlar y manipular el potencial vital político y revolucionario de las mujeres en las luchas de los pueblos. Siempre he planteado y defendido una humanidad sin géneros; es decir, una humanidad de hombres y mujeres sin relaciones de poder y sumisión.

En la actual coyuntura, las mujeres nos entendemos como parte de diferentes intereses que nos posicionan ante la historia de los pueblos. Desde la organización social y el pensamiento político del Feminismo Comunitario de Abya Yala hemos posicionado nuestros cuerpos en una frase: “Las mujeres somos la mitad de cada pueblo”. Con ello nos visibilizamos ante la minimización en la concepción política de nuestro país, pues somos entendidas como un tema entre tantos temas, un problema entre tantos problemas, un sector entre tantos sectores.

Las mujeres somos la mitad de cada pueblo. Este pensamiento político se expresó en el Plan Nacional para la Igualdad de Oportunidades, aprobado el 2009 por el hermano presidente Evo Morales. Ahí se comenzó a consolidar el camino de muchos años de lucha de nuestras ancestras y de nosotras, las mujeres feministas comunitarias; visibilizando la dimensión de la población que somos y significamos, cuestionando la designación de presupuestos en Bolivia. La discusión y consolidación de la política pública de la despatriarcalización es una tarea inconclusa, por la imposición de un régimen autoritario como es el actual, llevado adelante por una mujer.

Es importante diferenciar entre el potencial revolucionario de las mujeres, que en estos 14 años hemos estado impulsando, y los intereses individualistas de las decisiones políticas de otras mujeres; angurrientas de poder, figuración y dinero, que usan los discursos y argumentos creados por nosotras, las que luchamos, y se llenan la boca de frases despolitizadas, para confundir a la población. Con los objetivos de, por un lado, victimizarnos a las mujeres luchadoras, mostrándonos como sometidas a los machistas; y por otro valorizan a las mujeres ingenuas o fuertes, pero todas feminizadas al servicio de políticas fascistas del patriarcado, que no tienen miedo de matar, discriminar y reprimir a mujeres y hombres que no se someten a los regímenes dictatoriales, autoritarios, capitalistas neoliberales, racistas y cristianos.

Por eso, la unidad de nuestros pueblos es importante. Para recuperar las libertades democráticas y los derechos humanos de tener una vida digna y alcanzar nuestros sueños de país como pueblos indígenas originarios y pueblos trabajadores de las ciudades.

Julieta Paredes,

es feminista comunitaria.