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Mesa y el golpe de Estado

Cuál fue el papel que jugó Carlos Mesa antes, durante y después del golpe de Estado? Quizás con las respuestas a esta interrogante se podría descifrar los entretelones políticos de la ruptura constitucional producida en Bolivia el pasado 10 de noviembre.

Una primera deducción del activismo de Mesa fue la convocatoria la misma noche en la que se conocieron los resultados preliminares de las elecciones del 20-O a una vigilia de la sociedad civil en defensa del voto ante un supuesto fraude electoral. Esas vigilias se desembocaron en quemas de varios tribunales electorales departamentales, y luego fueron el germen de una movilización social que derivó en la conformación de grupos violentos que incendiaron casas de dirigentes políticos del Movimiento Al Socialismo (MAS) para que el presidente Evo Morales dimita a la presidencia.  

Una segunda presunción de su participación en la ruptura constitucional se infiere de la reunión de varios connotados políticos el 11 de noviembre pasado, la cual, según dicen, sirvió para trazar el decurso de los acontecimientos políticos relacionados con la designación del nuevo presidente de Bolivia. En esa reunión participó el jefe de campaña de Mesa.

Estos datos refuerzan la hipótesis de que el exmandatario fue una pieza fundamental para comprender la ruptura constitucional. No olvidemos que, como principal candidato de la oposición, se transformó en una “marioneta” del entonces líder cívico cruceño Luis Fernando Camacho. Ante las variadas posibilidades de abrir una negociación con el gobierno de Morales para una salida democrática a la crisis política, optó ser sumiso a las directrices marcadas por la dirigencia cívica cruceña y, por lo tanto, seguir en el sendero de la ruptura constitucional. Con ese pacto, Mesa abandonó sus propios principios democráticos. Fue un camino sin retorno.

Al inicio del quiebre constitucional, el expresidente persistió con el discurso de que “no hubo golpe de Estado, sino una acción social y popular”. Mesa se parece a David Irving, historiador británico negador del Holocausto nazi. Esta negación a la ruptura constitucional, muy llamativa, genera preguntas sobre la participación del candidato presidencial de Comunidad Ciudadana (CC) en el decurso del golpe de Estado.

El silencio cómplice de Mesa con relación a las masacres en Sacaba (Cochabamba) y El Alto fue notorio. Hoy justifica las masacres con la misma versión tergiversada del gobierno de Jeanine Áñez: la violencia fue provocada por el MAS, y había la posibilidad de que quemen la planta de almacenamiento de combustible en Senkata.

El anuncio de Áñez a postularse como candidata presidencial hizo efecto en Mesa. En un artículo revelador escribe: “La tesis del golpe de Estado se basa en la idea de que quien lo dio usa la sucesión constitucional como una excusa para hacer realidad su verdadera intención: apropiarse del Gobierno en el largo plazo como quien se apropia de un botín”.

Esta reflexión confirmaría la tesis del golpe de Estado. Es una forma retórica del exmandatario para “lavarse las manos” de su participación o, por lo menos, de su complicidad con uno de los hechos políticos más vergonzantes de la historia democrática reciente: la ruptura constitucional que allanó la senda para la irrupción de un gobierno autoritario. Dicho de paso, este posicionamiento describe la ambigüedad política por la cual, una vez más, pasará a la historia como un personaje arlequinesco: solo sirve para montar parodias grotescas y burlonas.

* Sociólogo.