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Guttentag en la galaxia de Gutenberg

Venciendo la tentación de ridiculizar a los políticos asociándolos al ambiente carnavalero (sus payasadas cotidianas se prestan muy bien para ello), preferimos hoy dedicar este espacio a un personaje reconocidamente positivo, que dejó una fecunda huella en el país. Apellidaba Guttentag (“buen día” en alemán). Y su nombre era Werner.

Al saludarlo en una tertulia literaria, alguien, si mal no recuerdo el poeta y político Ramiro Barrenechea, le cambió a propósito el apellido para exaltar su indeclinable relación con el texto impreso: —Buenos días don Werner “Gutenberg”, le dijo. Johannes Gutenberg, el artesano de Maguncia (Alemania), es considerado el inventor de la imprenta de tipos móviles que en su época (1440 en adelante) revolucionó el mundo de las comunicaciones, como lo están haciendo ahora, a su manera, las tecnologías digitales.

Werner Guttentag, de una familia judía de clase media, emigró a Bolivia en 1939 huyendo de las brutales persecuciones nazis. Desembarcó en el puerto de Arica, con un libro en la mano y arrastrando su bicicleta y su máquina de escribir. Tenía apenas 19 años. Después de deambular por Oruro y las minas con empleos insignificantes, se estableció definitivamente en Cochabamba en 1945, y cumplió su sueño de abrir una librería que muy pronto se convirtió en editorial cuando publicó con gran éxito su primer libro, la obra Surumi, del recordado escritor Jesús Lara.

Podría decirse que la creación de Libera y Editorial “Los Amigos del Libro” marcó un verdadero hito en la historia de la producción bibliográfica boliviana, Se calcula que hasta su muerte, en 2008, Guttentag publicó más de 1.200 títulos de autores bolivianos y series como la Enciclopedia Boliviana, que alcanzó a 80 títulos. Y otra que presentaba el registro más completo de toda la producción anual de libros en Bolivia. Tarea que nadie ha igualado hasta hoy, ni siquiera entidades públicas que tendrían la misión de hacerlo. Y más todavía, se preocupó por promocionar el libro boliviano en ferias internacionales como la de Frankfurt, la más grande del mundo, y otras en diversos países.

No se crea que el inmenso trabajo que desarrolló don Werner estuvo exento de riesgos y complicaciones. Cierta vez grupos de alemanes pronazis en Cochabamba lo agredieron y quemaron sus libros, a pesar de que él se consideraba más alemán que propiamente judío, dado que no practicaba la religión sionista. También las dictaduras hicieron su parte. Durante el régimen profascista de Hugo Banzer fue detenido; su librería, asaltada; y la edición completa del libro Guerrillero Inti, también de Jesús Lara, fue secuestrada y quemada.

Werner Guttentag, quien no había alcanzado el bachillerato en su país natal debido a las persecuciones antisemitas, llevaba con mucho orgullo el título de Doctor Honoris Causa, otorgado por la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), de la capital del valle. Del mismo modo, el Cóndor de los Andes y el sello postal emitido en su honor por el Estado boliviano.

El pasado 6 de marzo se cumplió el centenario del nacimiento de este hombre ejemplar. En el acto de homenaje realizado ese día en la Casa del Poeta, en La Paz, se anunció que la biografía escrita sobre él en alemán está siendo traducida por el periodista Robert Brokmann, y que la editorial Kipus de Cochabamba la publicará hasta agosto. En estos tiempos en el que los buenos libros se aprecian menos que los juegos electrónicos y la chismografía de las redes sociales, vale la pena remarcar el lema de Werner Guttentag: “No leer lo que Bolivia produce es ignorar lo que Bolivia es”. ¿Qué tal?