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El rostro amable

El jueves en una rueda de prensa, el ministro de la Presidencia, Yerko Núñez, afirmó que el de la señora Jeanine Áñez es un gobierno electo. Se trata de una mentira más, que desde el gobierno de facto se esmeran en imponer. Otra mentira de amplia difusión es atribuir a las autodenominadas “pititas” la renuncia de Evo Morales. Los intentos por ocultar el golpe de Estado han llegado a niveles tan grotescos como la elaboración del logotipo del canal estatal como homenaje a esa movida ciudadana. Se llegó a “buscar” a una señorita que arengaba contra el anterior gobierno en un bloqueo en la zona Sur, para que reciba el agradecimiento y homenaje de la Presidenta de facto.

Sin las pititas, no hubiese habido escenario para ejecutar el golpe de Estado. Y sin los errores de Evo Morales, sobre todo a partir de la convocatoria para el referendo del 21 de febrero de 2016, no hubiese habido el malestar que derivó en un movimiento como las pititas. Pero de ahí a atribuirles derrocar a un gobierno constitucional… De otro modo, en los “homenajes” se tendría que citar que las pacíficas pititas quemaron cinco edificios de tribunales electorales; que ejecutaron otros actos de vandalismo como incendiar domicilios de allegados al anterior gobierno (incluido el de la hermana de Evo Morales); que tomaron rehenes y amenazaban con ejecutarlos si tal y cual no renunciaban al cargo.

Según el ex dirigente cívico de Santa Cruz y actual candidato presidencial Fernando Camacho, no fueron las pititas, sino su papá (ex dirigente cívico y empresario ligado a la dictadura de Hugo Banzer) quien acordó con militares y policías derrocar al anterior gobierno. Y que el actual Ministro de Defensa ocupa ese cargo para “cumplirle a los militares”.

Los mandos militares pidieron la renuncia del Presidente Constitucional y ordenaron su detención, la cual no se ejecutó por la mediación de organismos internacionales y del propio expresidente Jorge Quiroga, porque entendían que era mejor tenerlo lejos que en la cárcel para la “pacificación”. ¿Y los dos o tres aviones (viejos) de combate de la Fuerza Aérea que pasaban amenazantes sobre las manifestaciones contrarias al golpe?, ¿pititas aéreas? La Policía anunció un motín y se replegó, pero días antes ya no obedecía al Gobierno, no daba seguridad a ninguna autoridad para que Camacho les dé un sueldo y una jubilación igual a las de los militares. El 31 de enero, la senadora Áñez, entrevistada en el canal estatal, dijo que para aceptar el cargo consultó a los comités cívicos (no a la Asamblea Legislativa).

Después del 21F creció el malestar, pero dispersó. Algunos activistas se encargaron de organizarlo con la consigna de ser un movimiento “pacífico”, bajo el liderazgo de los grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista, los motoqueros de Cochabamba y otros que Camacho reveló que apoyó económicamente. Violentos y racistas se proclaman tan “pititas” como el recién destituido gerente de Entel, Elio Montes, quien contrataba aviones privados para ir y venir de Santa Cruz.

Mientras se rinden homenajes a la “Revolución de las pititas”, tres altos funcionarios del Gobierno de EEUU visitaron La Paz en misión oficial. Entre ellos, Mauricio Claver-Carome, director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional (el 15 de enero); y David Hale, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos (el 21 de enero), quien dijo que traía la representación personal de Donald Trump. Al instruir la restitución de la ayuda de EEUU a Bolivia, el presidente Trump escribió en el memorando que esa ayuda es de “mucha importancia para los intereses de los Estados Unidos”.

* Periodista.