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Hospital en crisis

Abierto al público en agosto de 1972, el Hospital del Niño Ovidio Aliaga Uría se ha convertido en el centro de referencia de medicina pediátrica del país; sin embargo, atraviesa una crisis mucho más severa que las conocidas hasta ahora. De hecho, ha colapsado por falta de espacio, ya que carece de camas disponibles para nuevos pacientes, y por ello, debió suspender las cirugías. 

El director del nosocomio explicó que la suspensión de cirugías se debe a que los pacientes deben internarse antes de la intervención y a menudo, quedarse unos días. Pero como hace tres semanas las 150 camas del hospital están ocupadas, eso no es posible. Igual de dramático es el caso de la Unidad de Terapia Intensiva, donde las nueve camas están ocupadas “desde inicio de año”.

Desde hace muchos años se viven situaciones de emergencia no solo en la ciudad sede de gobierno, sino también en el resto de los municipios por la falta de camas u otros recursos esenciales para atender a los pacientes. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizado en 2018 concluyó que los hospitales de Clínicas y del Niño necesitan nuevas edificaciones para mejorar su servicio.

Empero, la conclusión del estudio tampoco era novedad, ya en aquel entonces, hace años que la dirección del Hospital del Niño intentaba convencer a las autoridades del área salud de la importancia de dar paso a un proyecto de nuevo centro de salud, con 300 camas y todos los servicios que un nosocomio de ese nivel e importancia debe ofrecer.

Tres titulares del Ministerio de Salud entre 2015 y 2019, al igual que el actual ministro, desahuciaron la iniciativa. Los primeros, porque este proyecto no estaba contemplado en el siempre demorado plan de nuevos hospitales. Y el actual, porque, al ser transitorio, el presente Gobierno no puede iniciar una obra de esa envergadura. La combinación de un presupuesto notablemente incrementado para el área desde el Estado y un Gobierno legítimo que debería emerger de las urnas a medio año puede ser la oportunidad que el caso necesita.

Mientras tanto, toca a los gestores del Hospital del Niño Ovidio Aliaga Uría hacer de la necesidad virtud, y encontrar formas creativas para seguir brindando atención hospitalaria y no solo consulta externa a decenas de niñas y niños que llegan cotidianamente a sus instalaciones en busca del alivio que la medicina ofrece. La sociedad paceña ha dado constantes muestras de ánimo solidario para apoyar, y seguramente otros hospitales de la zona pueden ofrecer alternativas.

El Gobierno, por su parte, deberá conceder algo más que atención a las razones que se esgrimen desde la dirección del nosocomio. Y establecer al menos una ruta para dotar a la ciudad sede de gobierno de un nuevo hospital pediátrico, pues, como dice su máxima autoridad, “no es humano rechazar pacientes y menos tener que acomodarlos en el piso o en sillas, eso no es digno”.