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Conteo de votos

El conteo de los votos emitidos por los ciudadanos es el corazón y punto culminante de cualquier proceso electoral. De ahí la importancia de garantizar la fiabilidad técnica de los dispositivos y sistemas que posibilitan este proceso, pero también de trabajar con tiempo en una adecuada información y pedagogía sobre sus características y limitaciones. 

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció el apoyo de las Naciones Unidas en la selección de la empresa que desarrollará el programa informático para realizar el cómputo de votos y el sistema de difusión de resultados preliminares en las elecciones del 3 de mayo. El propósito es garantizar que los resultados electorales sean confiables, transparentes y precisos. Se trata sin duda de una decisión adecuada, pues se debe elegir la mejor opción técnica, considerando el reducido tiempo que se tiene para la implementación del proceso electoral. Pero también sería deseable que se transparenten los antecedentes y las razones por las cuales el TSE decide seleccionar alguna empresa o un sistema específico.

Sin embargo, no basta contar con una tecnología razonable, un proveedor serio y una contraparte técnica profesional en el TSE; también resulta crucial trabajar desde ahora en el desarrollo de una pedagogía y una estrategia de información con los medios de comunicación, políticos, analistas y público en general sobre la naturaleza de estos instrumentos.

A varios meses del conflicto que se desató tras las fallidas elecciones de octubre, la confusión y el desconocimiento sobre las características del conteo preliminar y definitivo de votos persisten, e incluso se han profundizado, en muchos segmentos de la opinión pública. Por ello, existe el riesgo de que muchas personas lleguen a las elecciones con prejuicios, creencias falsas y desconocimiento sobre diferentes aspectos. Y tampoco se puede esperar mucha serenidad y equilibrio por parte de las fuerzas políticas en pugna en tales momentos.

En grandes segmentos, e incluso entre algunas autoridades, no están claros asuntos básicos como las diferencias entre un conteo preliminar y uno definitivo, los sesgos que introduce la sociología electoral en el ritmo de salida de los datos, o su comparabilidad o no con las encuestas de boca de urna o los conteos rápidos. ¿Qué podría pasar por ejemplo si los resultados preliminares no son concluyentes y hay que esperar un par de días para conocer los datos definitivos, teniendo en mano conteos rápidos privados con márgenes de error importantes? ¿El TSE y la opinión pública están listos para gestionar un escenario con este nivel de incertidumbre?

En suma, resulta evidente la urgencia de una labor preventiva de pedagogía y de incidencia política por parte del Órgano Electoral entre los actores políticos y la población que despeje dudas, precise conceptos y transparente las limitaciones del sistema que se elija. Las máquinas y los códigos informáticos no generan nunca confianza per se.