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Pobreza alimenticia

En los últimos 10 años, los ingredientes habituales de la cocina boliviana han disminuido de 46 a 12, depauperando de esta manera no solo la dieta de las y los bolivianos, sino también su salud. Y si esto fuera poco, también a las familias de campesinos que se dedican al cultivo y la producción orgánica de los alimentos, quienes poco a poco van desapareciendo de las mesas.

Isaño, yacón, walusa, papalisa, racacha son algunas de las palabras que ya no se pronuncian en los mercados ni en las cocinas del país; y solo las personas mayores pueden recordar sus sabores. Otras, como cañahua, amaranto, achiote, achojcha y betarraga no son tan raras, pero poco a poco van cediendo espacio a alimentos e ingredientes más convencionales, cuando no fruto del procesamiento industrial. Entre las carnes que ya no se consumen están la de llama y la de cuy.

Los datos provienen de un estudio del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, en el que se analizó el consumo de alimentos per cápita entre 2010 y 2016. Los resultados obtenidos permitieron proyectar cifras para el 2019 y su conclusión es que los hábitos alimenticios han cambiado y no que los alimentos tradicionales han dejado de producirse. Sin embargo, la disminución de la demanda inevitablemente terminará por impactar en la oferta hasta hacerla desaparecer.

Para el gerente general de la Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB), el problema está en la falta de apoyo para impulsar la inclusión de estos productos en la canasta familiar, pues en los últimos años se ha dado prioridad a la agroindustria cruceña, considerada verdadera fuente de divisas en comparación con la agricultura familiar, pese a que, irónicamente, Bolivia apoyó activamente a este sector en el seno de la Organización de Naciones Unidas.

El Director General de Desarrollo Rural explicó a este diario que los ingredientes cuyo consumo más han incrementado son el pollo y la papa, ambos producidos a escala industrial en el país y consumidos mayoritariamente fritos. Junto con estos alimentos, los principales ingredientes en la dieta de las y los bolivianos son el huevo, la leche, el arroz, la carne de res, el maíz, la cebolla, el tomate y la zanahoria.

La presidenta del Colegio de Nutricionistas Dietistas de Bolivia alerta que la disminución en el consumo de alimentos tradicionales implica la pérdida de algunos macro y micronutrientes buenos para una dieta saludable. El incremento de males como la diabetes y la obesidad reportado por el Ministerio de Salud coincide con esta apreciación.

Urge, pues, producir políticas públicas que reviertan el descuido en el que los productores de alimentos orgánicos estuvieron sumidos y, sobre todo, que garanticen a los pequeños agricultores mercados, dentro y fuera del país, suficientes como para que el trabajo valga la pena. No hacerlo así implicará seguir promoviendo la migración del campo a la ciudad.