Icono del sitio La Razón

La ciudad y sus transformaciones

Hoy, como siempre, existen distintas visiones de cómo debieran ser las ciudades, muchas de las cuales viven en crisis por falta de planificación; pues no saben hacia dónde se dirigen y menos aún por dónde ampliarse, lo que alienta la ansiedad colectiva. Lo irónico es que se sigue creyendo que cuantos más edificios de altura se construyan, las urbes se transformarán en metrópolis del futuro. Sin embargo, aquello tiene sus consecuencias, algunas poco alentadoras. 

De hecho, no faltan expertos que afirman que el urbanismo le ha cedido su lugar a lo urbano. En efecto, preocupa que los valores urbanos y estratégicos de crecimiento estén desapareciendo; razón por la cual en algunas ciudades se está imponiendo la demolición de sus inmuebles históricos, bajo la premisa de construir grandes edificios de forma acelerada para darle mayor vigor a la transformación de las urbes.

Con esta línea de pensamiento, la arquitectura está comenzando a devaluarse. Por ejemplo, hoy se construyen decenas de edificios similares entre sí, no solo en sus formas externas, sino también en la estructura-tipo que desarrollan. Se diferencian apenas en ciertos detalles de la fachada o el color. Con todo, lo llamativo es el corto tiempo que se emplea para su construcción. Por eso, no nos equivocamos al afirmar que se están perdiendo los principios de hacer ciudad, entre ellos, el empleo de espacios abiertos, los cuales resultan esenciales para crear la significación y el valor que tiene una urbe planificada.

La densidad de nuevas construcciones evidencia que las ciudades están creciendo, pero con un urbanismo sin mucho fundamento, ya que están atiborradas de edificaciones de altura. Esta realidad pareciera mostrar que dentro de una urbe existen otras tantas ciudades, que han minado el valor de las obras arquitectónicas que configuraron a la urbe primigenia. De ahí que algunos estudios aciertan al afirmar que tal parece que una buena parte de las ciudades del planeta carecen de urbanistas, por tanto, la ciudad ya no existe, y el urbanismo no solo ha perdido peso en las calles, sino también en las facultades de arquitectura.

Es verdad que existen ciudades que se desarrollan aceleradamente y la arquitectura es la que las configura; sin embargo, la urbe se expande como puede. En el caso de La Paz, si bien está destinada a crecer hacia arriba, no debiera olvidar a los espacios libres, que entre otras virtudes permiten apreciar a una ciudad cuya topografía ofrece visuales singulares, gracias a la diversidad de ángulos. Parecería obvio que toda visión de una urbe tiene sus consecuencias, pero más allá de lo que se metabolice en ella, nunca debe faltar el criterio sobre qué es lo que mínimamente necesita.

Lo importante es tener presente que una ciudad requiere de la intervención urbana, propia de la arquitectura y el urbanismo, y por tanto, de los instrumentos que definen la estrategia de crecimiento de una ciudad.  Nos referimos a proyectos que articulen lo público con lo privado, y a partir de ello incidan en una verdadera transformación.

Patricia Vargas

es arquitecta.