Icono del sitio La Razón

Del extractivismo hacia el capital humano

Mientras continuemos con una economía primaria exportadora, centrada en el extractivismo de los recursos naturales, sin que se diversifique la matriz productiva, la crisis de empleo que atraviesa el país se profundizará, y los más castigados serán los jóvenes en edad de trabajar.

Con ocasión de la reciente presentación del libro Bolivia en el siglo XXI. Transformaciones y desafíos, impulsada por el programa de Posgrado en Ciencias del Desarrollo (CIDES) de la UMSA, Alfredo Seoane planteó una pregunta crucial: ¿cómo se transita de una economía centrada en el extractivismo, la informalidad y una productividad estancada hacia una economía de creciente productividad con alto valor agregado? La reflexión en torno a esta interrogante coincidió en la necesidad de superar la cultura y la mentalidad extractivistas que imperan en el país, bajo el supuesto de que la riqueza no se crea, sino, simplemente se la extrae y se la exporta.

Tradicionalmente, la economía boliviana ha estado centrada en los recursos naturales. Urge superar este paradigma, situando a los recursos naturales como un factor productivo más, y no como el principal, reconociendo que existen otros factores económicos, acaso más importantes, como la tecnología, la mano de obra calificada y el capital para las inversiones. ¿Qué estrategia se debería seguir para impulsar el desarrollo en el país? La propuesta consiste en considerar a los recursos humanos como el centro del crecimiento y el desarrollo. Mirar a las personas como el principal recurso económico, dentro de una estrategia de desarrollo global. Esto se traduce en priorizar el aprendizaje y la innovación.

Se ha demostrado que en cualquier modelo de desarrollo únicamente las personas calificadas, con diferentes capacidades, con procesos de educación y entrenamiento de mano de obra de alta calidad pueden inyectar valor agregado a los recursos naturales, absorbiendo tecnología para, de este modo, contribuir a mejorar sustantivamente la productividad, factor que en el país se encuentra estancado. Esta visión centrada en las personas y no en la Pachamama plantea transitar hacia un nuevo tipo de sociedad, la “sociedad del aprendizaje”.

Esto significa que las “capacidades” y la formación de la gente deben ocupar un lugar preponderante en la perspectiva del desarrollo. Como dice el reciente Informe de Desarrollo Humano del PNUD, hoy en día no basta con poseer un conjunto de capacidades básicas (como la ausencia de privaciones extremas, mejorar la sobrevivencia en la primera infancia, etc.), también es necesario lograr capacidades “aumentadas”, especialmente aquellas vinculadas con el acceso y el uso de tecnologías modernas. Actualmente estas competencias resultan cruciales para mover la maquinaria del progreso, y de este modo, mejorar la calidad de vida de todos los bolivianos.

La construcción de una sociedad del aprendizaje no puede ser confinada a los buenos oficios del Ministerio de Educación o de las instituciones educativas. El sector educativo constituye una parte de este proceso. La utopía de esta transformación consiste en que toda la sociedad (personas, gobiernos, instituciones, empresas, universidades, institutos técnicos, etc.) esté alineada, volcada y comprometida con este nuevo modelo. El aprendizaje y la adquisición de capacidades deben estar ligados y orientados fundamentalmente a la actividad productiva, a la adquisición del conocimiento tecnológico. Es decir, urge una educación dirigida a la producción y a la productividad en los sectores económicos prioritarios. Este tema debiera ser objeto de debate para prepararnos a la cita electoral del 3 de mayo.

* Es experto en población y desarrollo, docente investigador de la UMSA.