El shock del coronavirus COVID-19
Los efectos del actual shock epidémico en la economía boliviana no se están manifestando de manera directa
Los shocks externos de las materias primas o commodities, como los que sufrimos en 2011 y en 2014, son cíclicos, ocurren cada cierto tiempo por sus fases de auge y declinación. A su vez, los shocks financieros tienen un componente sorpresa, como en la crisis financiera de 2008 (aunque se dice que varios economistas alertaron su ocurrencia). El problema es la burbuja financiera, pues todos saben que estallará, pero no coinciden cuándo lo hará ni en qué medida. Estos dos shocks presentan indicadores de alerta temprana que se pueden monitorear. En cambio, los shocks epidémicos como el del coronavirus COVID-19 y el del SARS en 2003 son inusuales, inesperados, de propagación rápida y de duración incierta.
Lo primero que hay que hacer cuando sucede un shock es tratar de identificar si es transitorio o permanente, lo que pasa por analizar si sus causas son coyunturales o tienen componentes estructurales. La reciente “guerra comercial” entre EEUU y China revela que hay shocks autogenerados, que ocurren por decisiones tomadas por autoridades. Por lo que su duración dependerá de la decisión de los hacedores de política. Sus efectos pueden ser previsibles, aunque hay un fuerte componente de perturbación de difícil cuantificación y control.
Si bien las causas pueden ser diferentes, hay que analizar si se trata de shocks de oferta, ligada a la capacidad productiva de generar bienes y servicios; o de demanda, asociados al gasto de las familias, la inversión de las empresas y a la demanda externa, como las exportaciones. En el caso del COVID-19, inicialmente se produjo un shock de oferta, relacionada con la capacidad de funcionamiento de China, la gran fábrica mundial; y la interrupción de la cadena global de valor relacionada con las medidas de contención, que restringen la movilidad de personas, insumos, bienes y servicios. Según el economista Kenneth Rogoff, “para encontrar otro ejemplo de la misma magnitud hay que retrotraerse a los shocks petroleros de mediados de los setenta”.
Sin embargo, también se produjo un shock de demanda, asociada a una mayor precaución de los consumidores, la incertidumbre de las empresas y, sobre todo, por la reacción de los mercados, clientes y proveedores de la economía china. Así, en China el índice de Producción Industrial (PMI) se desplomó a un mínimo histórico al pasar de 50 puntos en enero a 35,7 puntos en febrero. La OECD estima el impacto en el PIB de China de 2020 será de 0,8%, y a nivel mundial, de 0,5%. Este daño sería menor en el primer momento al impacto estimado y acumulado por la guerra comercial con Estados Unidos, de 2% en el PIB de China y de 0,8% en el PIB mundial.
Uno de los efectos del shock del coronavirus COVID-19 ha sido el desplome en un 25% de las Bolsas desde fines de febrero. Y si bien algunos dicen que se trataría de una corrección, puesto que las condiciones financieras son todavía sólidas, han aumentado las probabilidades de una recesión mundial.
Por otro lado, el 4,5% de las exportaciones nacionales se destinan al mercado chino, por lo cual la dependencia de Bolivia respecto al gigante asiático es menor que la de otros países, como por ejemplo Chile, cuyas exportaciones al país asiático representaron el 32% del total.
Los efectos del actual shock epidémico en la economía boliviana no se están manifestando de manera directa. Inicialmente se trasmiten a través de la disminución del precio de los commodities, los cuales ya cayeron un 15% en lo que va del año, según el índice Bloomberg. En el caso del precio del petróleo, hasta ahora se ha desplomado en un 38%, ante la reducción de la demanda mundial de crudo, y en especial de China. Adicionalmente, los impactos se están sintiendo por la sobrerreacción de los mercados cambiarios de los países vecinos, que han depreciado sus monedas significativamente en lo que va del año, por ejemplo Brasil (10,6%) y Chile (7,6%).
Los mecanismos de ajuste externo son las reservas internacionales y la política cambiaria. Dependerá de las autoridades escoger la mejor política o una combinación de varias medidas para afrontar un shock cuya transitoriedad y magnitud de sus efectos están en cuidados intensivos.
* Es economista, expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB).