Si Alandia Pantoja viviera…
Alandia Pantoja, a estas alturas, ya estaría preso por sedicioso o exiliado; estamos seguros
El 2014, en el Museo Nacional de Arte (a media cuadra del Palacio Quemado de la plaza Murillo), se realizó una muestra en homenaje a los 100 años del nacimiento del artista boliviano Miguel Alandia Pantoja (1914-1975) con algunas de sus obras y réplicas de sus murales. Para acentuar el compromiso político revolucionario del artista, se puso como fondo musical La Internacional, el himno de los comunistas del mundo, el cual estuvo resonando en las salas del museo durante casi un mes.
Este fondo musical a muchos visitantes les chocaba. Para otros, era una idea magnífica, porque les permitía entender sus obras sin necesidad de guía. Todo estaba explícito para que el público entendiera por qué en 1965, durante la dictadura restauradora del general Barrientos, los murales del hall del Palacio de Gobierno pintados por Pantoja fueron destruidos a picotazos.
Estas obras públicas, ejecutadas durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, mostraban el papel servil de las Fuerzas Armadas a los intereses de grupos oligárquicos, que explotaban las minas y eran dueños de enormes latifundios que mantenían a las mayorías en un endémico estado de pobreza, sometiendo a los pueblos originarios a la exclusión y al ostracismo. En varias escenas se apreciaba las conquistas sangrientas de la revolución del 9 de abril de 1952. Estas formas y colores distribuidos estéticamente reemplazaban a los textos didácticos, para explicar el proceso revolucionario y quiénes eran los que impedían la construcción de un Estado más justo e incluyente.
Cinco años después de esta exposición, en el Tambo Quirquincho, con el auspicio de la Secretaría de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz y el concurso de la familia del maestro Pantoja, podemos apreciar una muestra de mayor aliento, y con la primicia de ver los bocetos previos de su trabajo y del mural que comentamos.
Si Miguel Alandia Pantoja no hubiera dejado su país para morir exiliado en Lima en 1975 y viviera ahora, ¿qué hubiera pintado en sus murales? Seguramente mostraría las masacres de Senkata y Sacaba, ejecutadas por el grupo de élite del Ejército boliviano, cuyos miembros fueron declarados “héroes” por este acto por el Ministro de ¿Defensa? censurado por la Asamblea, ante su negativa de explicar quién dio la orden para matar. Sin embargo, en un acto autoritario y burlándose de la Constitución Política del Estado, la presidenta del Estado, la Sra. Áñez, lo premió con la ratificación a su cargo. Suponemos que Pantoja mostraría a la Mandataria como a la primera dictadora mujer de Sudamérica.
El afán enfermizo de perseguir a los opositores del actual régimen ha instalado el síndrome de la Gestapo en el ministro Murillo, quien, muy orondo, otorga cargos públicos como si fuera el dueño del presupuesto del Estado. Y además de hacerlo en favor de su hermana, ha nombrado funcionaria a una viuda de su bando, a tiempo de omitir a los masacrados por el Ejército. En una inexplicable forma de caridad cristiana, se olvida de los huérfanos y viudas de las 35 víctimas fatales. El maestro Alandia Pantoja lo mostraría con una máscara de cura bueno y un puñal oculto entre las mangas, una cola y una esvástica en su frente.
Al empresario Doria Medina lo retrataría devorando las empresas del Estado en una gran mesa. Entre los comensales estarían los grupos del Comité Cívico de Santa Cruz, en un festín en el que una corporación se adueñaría a precio de gallina anémica de Entel, y otra, de la empresa aérea BoA. Representaría una ch'ampa guerra entre grupos transnacionales y nacionales disputándose YPFB y los campos de litio de Uyuni, amén de las minas de Catavi.
En el mural Historia de la Medicina, que se puede ver en el Hospital Obrero, Alandia Pantoja expresó la función social de los médicos. En ella muestra los orígenes de la ciencia, un yatiri chamán, tres científicos y, en el lado derecho, médicos atendiendo a obreros y gente de la tercera edad. Ahora se espantaría al constatar que en Santa Cruz la población de la clase media y baja no tiene una pizca de sensibilidad y solidaridad; que los médicos bloquean los hospitales para impedir que una ciudadana boliviana con los síntomas del coronavirus COVID-19 pueda acudir a curarse. Se preguntaría, asombrado, ¿qué pasó con las pititas? Alandia Pantoja, a estas alturas, ya estaría preso por sedicioso o exiliado; estamos seguros.