Como siempre, decirlo es rápido, pero luego de toda una vida, el asimilarlo tomará un poco más de tiempo. En días recientes decidí alejarme de esta casa periodística y del cargo de editor gráfico que asumí hace más de 10 años tras una invitación directa de la dirección de ese entonces; designación avalada por las aptitudes de diseñador creativo y visualizador en diseño gráfico que demostré durante más de 21 años en esta empresa. Después de muchos éxitos registrados durante el crecimiento de este matutino, a los cuales acompañé siempre, la decisión que ahora asumo está basada en motivos personales.

Aunque no estuve desde la fundación de La Razón, tuve el privilegio de ejercer un rol protagónico en las circunstancias que así me lo exigían. También fui bendecido al contar con el apoyo de compañeros de trabajo que me brindaron seguridad y gran profesionalismo durante los años dorados y maravillosos de la empresa. En ese periodo vi pasar a varios profesionales en todas las áreas, y esa mística se quedó en los diseñadores (armadores), gente con gran visión y creatividad. Me siento orgulloso de haber sido el autor de los tres rediseños que tuvieron lugar en La Razón, y que sin duda ayudaron al levantamiento de su imagen. Éste y otros aportes me permiten dar un paso al costado con la convicción de la labor cumplida.

Es muy difícil tomar este tipo de determinaciones, pero es necesario entender también la importancia de cerrar un ciclo. En mi retina quedan el recuerdo de experiencias buenas y malas, así como las amanecidas y los turnos hasta altas horas de la madrugada, los cuales forman parte de la profesión que decidimos seguir. También me quedará el recuerdo de la adrenalina de hacer lo mejor para presentar un tema periodístico, parte de una competencia sana; aunque siempre primó la buena voluntad y el esfuerzo por diseñar de la mejor manera posible una página, un suplemento o un proyecto; en coordinación con el mejor equipo de diseñadores que he conocido, quienes continuamente me brindaron su apoyo y aporte.

Pero también coordinando con cada uno de los redactores y editores enfoques para poner en escena una historia y un recorrido visual, al que contribuimos para crear un matutino lleno de gráficos, fotografías e infografías, que ningún otro medio pudo replicar. Lo cual sin duda le dio a La Razón un sello particular. Desde la trinchera, seguirán siendo parte de mi vida, como lo fueron durante estos últimos 21 años. Les ofrezco mi apoyo incondicional y estaré presente a sola convocatoria.

Asimismo, agradezco mediante estas líneas a mis compañeros, editores, periodistas, diseñadores, correctores, amigos de pre-prensa, talleres y al personal administrativo que supo brindarme todo su apoyo durante este tiempo. Decir adiós no siempre es motivo de tristeza. A veces es una señal de que la vida tiene preparadas nuevas y bonitas aventuras. Gracias por siempre.