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2020, un superaño

Los seres humanos dependemos de ecosistemas estables y saludables para nuestra supervivencia. Por eso, 2020 fue declarado por las Naciones Unidas y sus aliados como un “superaño” para la naturaleza y la biodiversidad, en el que los países deberían definir una agenda de acción ambiental para la próxima década. Sin embargo, el brote del Covid-19 ha paralizado al mundo, y aunque ha dado un respiro al planeta en términos ambientales, preocupa que en el corto/mediano plazo se tomen decisiones miopes que aumenten las emisiones de gases de efecto invernadero, y que se siga degradando la naturaleza a largo plazo.

Muchos coinciden en que la naturaleza nos está enviando un mensaje con la pandemia del Covid-19. Su surgimiento resulta de actividades humanas como la deforestación, la expansión de tierras agrícolas, el aumento de la caza, el comercio de vida silvestre. Actividades que están impulsando la pérdida de biodiversidad en el planeta y el cambio climático. Esta crisis también está evidenciando cuánto dependemos unos de otros, y que los seres humanos y la naturaleza formamos parte de un sistema interconectado.

Al mismo tiempo, el Covid-19 nos ha demostrado que es posible un cambio transformacional en el planeta. Durante los meses los cielos se han limpiado, la capa de ozono se está recuperando, y se ha reducido significativamente la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático. Es una señal de que un mundo diferente es posible. Esta es una oportunidad sin precedentes para alejarse del crecimiento no mitigado a toda costa; y de ofrecer un equilibrio duradero entre las personas, la prosperidad y nuestros límites planetarios.

Hoy urge tomar las medidas necesarias para salvar tantas vidas como sea posible y abordar los efectos devastadores en los medios de vida y la seguridad de las personas. Sin embargo, resulta importante reconocer que el planeta enfrenta una crisis más profunda y de más largo plazo, arraigada en una serie de desafíos globales interconectados. Además, existe la oportunidad de promover soluciones que reconstruyan vidas y estimulen la actividad económica inmediatamente después de la crisis, y a la vez aceleren la transición hacia economías resilientes, bajas en carbono y sociedades ricas en naturaleza.

Nos adherimos al llamado que varias organizaciones ambientales han realizado a los líderes para que tengan el coraje, la sabiduría y la previsión de aprovechar esta oportunidad para que los planes de recuperación económica sean transformadores, al invertir en las personas, la naturaleza y el desarrollo sostenible. Hoy es el momento de trabajar todos juntos para encontrar caminos innovadores que nos ayuden a salir de esta emergencia con un reinicio económico global. Las personas y la naturaleza deben estar en el centro de esta profunda transformación. La prosperidad para la gente y el planeta solo es posible si tomamos decisiones audaces hoy, de tal manera que las generaciones futuras puedan sobrevivir y prosperar en un mundo mejor.

Natalia Calderón, directora ejecutiva de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).