Teníamos miedo a los demonios, y un día estaban ahí, durmiendo con nosotros, reflejándonos en el espejo. ¿Recuerdan? Era el 2019, terminaba diciembre y mientras hacíamos los preparativos para Año Nuevo, las redes sociales y los medios de comunicación nos daban la noticia del brote de un nuevo virus en el otro lado del mundo, en China.  No tardamos en preparar memes, teorías y bromas que en muchos casos alimentaban la xenofobia y el racismo, declarándole guerra a aquello que no conocíamos, y por ende tampoco creímos que iba a llegar a nuestros hogares.

Sin embargo, el COVID-19 comenzó a expandirse por el mundo, y las noticias a diario hacían alusión a los viajeros como portadores del coronavirus. Nuestro miedo y preocupación por proteger a nuestros familiares y amigos se expresó en rechazo a los turistas, sobrealimentando la xenofobia y construyendo enemigos sobre los cuales poder descargar culpas y responsabilidades.

Cuando se  reportaron los primeros casos en el país, seguimos a detalle las noticias, y los memes que en otrora hacían gracia se habían convertido en planes de acción. Surgieron amenazas de quemar a los infectados, de fusilarlos. Se los hizo peregrinar de hospital en hospital, exponiendo su vida privada, censurando su entorno familiar… Todos estos hechos evidencian la fuerza del enemigo que habíamos construido. Al principio era China; después fueron los extranjeros en general; luego, nuestros compatriotas que habían salido del país y buscaba retornar.

Y ahora que tenemos el virus en casa, en los cuerpos de amigos, hermanos o padres, ¿será sencillo culpar y recrear al enemigo en nuestros seres queridos?; ¿aprenderemos a ser más empáticos y a la vez enfrentar el rebote de acusaciones?; ¿estamos preparados para decir adiós de lejos, cuando seamos quienes den el último abrazo?

Un día despertamos y el enemigo que tanta aversión nos causaba estaba ahí, desayunando y leyendo el periódico, viendo el teléfono y compartiendo noticias falsas, alimentado el odio y fortaleciéndose del miedo. Después de lavarnos las manos nos vimos al espejo y se reflejaba. ¿Éramos nosotros?

Lirio Valeria Fuertes Mamani, artista y activista cultural.