Crisis de la indolencia
Hemos actuado con indolencia, arrogancia y soberbia, y hoy estamos pagando con vidas el precio de nuestra enorme ignorancia
El COVID-19 ha desatado la mayor crisis sanitaria de los últimos tiempos; la cual a su vez ha develado nuestra indolencia. Esta crisis nos ha dado un golpe certero. Impactó en el corazón de las naciones, regiones, continentes hasta propagarse por todo nuestro planeta. Remeció a todas las personas, demostrándonos que somos seres frágiles, que vivimos en sociedades fragmentadas, con tecnologías limitadas.
Esta crisis también ha evidenciado las consecuencias del egoísmo y del individualismo que por muchos años hemos cultivado, dando lugar al escenario que hoy presenciamos y lamentamos. No hay Gobierno, ni grupo económico, ni eruditos que puedan contener los impactos de un “simple” virus. Estamos todos expectantes frente a lo que el tiempo determine. Hemos actuado con indolencia, arrogancia y soberbia, y hoy estamos pagando con vidas el precio de nuestra enorme ignorancia.
Esta crisis nos ha revelado una gran verdad. Hemos vivido por mucho tiempo ignorando a las personas, que son la base y el propósito que le da sentido a toda nación, estructura u organización. Sin embargo, las sociedades tradicionalmente han desestimado a gran parte de estos pilares. Para la mayoría de aquellos que manejan los hilos del poder y de la economía, los sueños, anhelos y necesidades de estas personas eran irrelevantes. Pocos atendieron al dolor de los afligidos, necesitados, maltratados o de quienes estaban simplemente solos y cansados.
Para muchos, las personas mayores eran solo un estorbo. ¿Cuántas familias han abandonado a sus abuelos por considerarlos un problema? Y hoy miles de adultos mayores han fallecido. ¿Cuántas veces los médicos se creyeron dioses? Y hoy la gran mayoría no han podido salvar vidas. ¿Cuántos intelectuales que se jactaban de su erudición hoy no saben cómo enfrentar esta pandemia ni sus consecuencias?
Este golpe ha sido certero, y quedará registrado en la historia. Solamente después de que la pandemia sea controlada podremos darnos cuenta del alcance de sus impactos y repercusiones. Y recién podremos apreciar que esta crisis nos da la oportunidad de salvarnos de nuestra ignorancia, de la indiferencia, la soberbia y la falta de humanidad. El mayor dolor no será la gran recesión económica que tendremos que enfrentar. Sino el recordar que, pese a todos nuestros esfuerzos, miles de personas habrán pagado con sus vidas las consecuencias de nuestro comportamiento.
El COVID-19 ha sido democrático y transversal. Nos demostró lo frágiles que somos frente a un virus que se escapó de nuestro control. ¿Cuántas personas frías e indiferentes hoy entienden el valor de un simple abrazo?, ¿el valor de tener a salvo a tus más cercanos? Personas que han puesto su corazón y sus fichas en el poder económico, que no sirve para salvarle la vida a un ser querido. Gobiernos que no se preocuparon por garantizar el acceso universal a la salud y que hoy sufren las consecuencias con miles de personas muertas. Ahora solo nos queda volver a nosotros mismos, y aceptar que esta crisis constituye una gran oportunidad para volver a ser más humanos; cuidar a las personas y valorarlas. No somos nada sin aquellos que amamos. Somos partícipes de un mundo que necesita con urgencia volver a lo esencial, reestructurar sus bases para crear una nueva y mejor sociedad. Te invito al cambio.
Camila Zarzar Amor, comunicadora, especialista en liderazgo y ética empresarial.