Icono del sitio La Razón

El COVID-19 y los problemas sociales

La lacerante realidad evidencia que la atención médica está pensada para unos cuantos, y hoy existe la amenaza de que el número de infectados con COVID-19 crezca, sin que los centros de salud puedan abastecer la demanda.

La pandemia está impulsando una crisis social, económica, política y cultural profunda en todas las sociedades. Y nos permite ver con más claridad la situación de una sociedad capitalista colapsada, con gobiernos que no pueden atender a sus enfermos. En nuestro caso, ocurren hechos de discriminación contra los contagiados, protagonizados incluso por algunos médicos y personal de salud, formas de estigmatización y hasta exabruptos de autoritarismo de parte de los representantes del Estado.

Esta realidad también nos permite constatar la profunda pobreza que persiste en un gran sector de la población boliviana. La clase social neoliberal, o los pititas, hoy están impulsando actos de solidaridad a favor de los sectores que se han quedado sin alimentos, por estar obligados a quedarse en casa. Algún ciudadano preguntó: ¿ahora por qué no bloquean al coronavirus con sus pititas? Tarde o temprano la clase trabajadora del día a día elegirá no morir de hambre, desobedeciendo la cuarentena y su militarización, más allá del riesgo de contagiarse con el COVID-19. Está claro que siempre elegirán buscar un trabajo para poder comer.

Una de estas familias se preguntaba en un medio de comunicación “¿cómo creer a los políticos que hoy fungen como autoridades y nos dicen que nos quedemos en casa por nuestra vida?”. En otros momentos ni se acordaban y menos se preocupaban por nuestra salud, aunque sigue siendo “normal” contraer otras enfermedades igual de riesgosas como el coronavirus. Esta reflexión nos lleva a preguntarnos ¿cómo ha contribuido la mediatización del COVID-19 al show y a la consiguiente magnificación del problema, cuando existen otras enfermedades igual de mortíferas, aunque su reproducción sea diferente, o los índices de criminalidad y accidentes son igual de numerosos en el mundo?

Otro tema interesante que se trasluce en esta coyuntura es la noción del trabajo. Mientras los empresarios piensan en la pérdida de sus jugosas ganancias, el ciudadano común piensa en cómo seguir remando en la vida, porque el trabajo no solo le permite sobrevivir, sino también le da independencia y el orgullo de valerse por sí mismo. Posiblemente esta forma de encarar la vida tiene que ver mucho con las autonomías comunales de la región andina. El Gobierno anuncia pagar los bonos, pero a estas alturas ya huele a propaganda política electoral.

Estos días también se dan varias paradojas como hacer énfasis en la limpieza y la demostración del poder coercitivo del Estado. Existe un profundo contraste entre un supermercado y las ferias o qhatus andinos. Se quiere aplicar la lógica del mercado para todos, es decir, la lógica de la sumisión y la obediencia ciega. Se oye decir: “las ferias aglomeran a mucha gente, pero los mercados no”. Los intentos de erradicar estas formas indias de intercambio de productos no es casual, es una forma de pensar y de actuar colonialmente.

Los medios televisivos nos permiten ver otros hechos, como las arengas a favor del uso de “barbijo” y la importancia de guardar “la distancia social”, consejos que sin embargo no todos cumplen en las conferencias de prensa… Se busca someter a los ciudadanos, incluso desinfectándonos en el sentido de hacernos más limpios, sin saber con qué químicos nos están rociando, a pesar de que la reproducción del COVID-19 no tiene que ver con la suciedad.

Uka q’ara, misti  jaqinakaxa sapuruwa sapxistu, jan mistupxampi utata sasa, jan mistuñan ukasti ¿kunampis saraqañani, manq’añani?

Esteban Ticona Alejo, aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.